IMPORTANTE LEER:
Las chicas que me preguntaron por el libro que viene antes que este (MI MEJOR APUESTA) Lo dejaré gratis hasta el jueves-viernes para las que quieran puedan leerlo y luego veré què haré con él (volver a venderlo u ocultarlo) Es una decisión que tomé como un pequeño agradecimiento para las que siguen esta historia, a las que los compraron, les estoy muy agradecida, el libro quedará en su biblioteca aunque lo oculte, pero no será lo mismo para quienes no pudieron en su momento y me conocieron con este libro, agradezco de corazón su comprensión.
Sin más, ¡disfruten el maratón!
—¡Papá!
Nuestro mortal duelo de miradas se vio interrumpido por el chillido agudo de una niña. La pequeña mocosa rubia y cachetona corrió hacia Black. Él de inmediato se agachó para recibirla entre sus brazos y besarla por todo su rostro. Una sonrisa involuntaria escapó de mis labios.
—Por un momento pensé que Black estaba haciendo obras de caridad trayendo ancianitas. Los años parecen no haberte tratado nada bien, Rouse querida.
Dejé de sonreír para volver a fijarme en la antagonista de mi agitada vida de bailarina.
—Me han tratado bastante mal, sí. Pero por lo que veo, contigo no tuvieron misericordia alguna. Mira que no le temo a envejecer, pero parecer de sesenta años a los, casi cuarenta, debe ser muy duro para ti.
Entrecerró sus ojos. No iba a negar que me sentí ansiosa —como un vikingo sangriento que amaba las batallas— en espera de una réplica de su parte. Pero no la hubo. En cambio, se dirigió a Black.
—Me gustaría conversar contigo.
—Por supuesto. Vayamos adentro.
La diligencia con que la trató me generó una punzada en el pecho. Estaba seguro de que Black había sentido mi mirada aniquiladora, pero prefirió ignorarla y caminar a su lado. Micael los observó adentrarse en el edificio. Sus ojos tristes me alertaron de que algo no iba bien y, aunque intenté acercarme para acompañarlo adentro, se alejó de mí, no sin antes mirarme molesto.
Los días largos no habían terminado.
Tanto Black como la bruja pelirroja se fueron a su estudio a conversar. El malestar comenzaba a hacerse presente y los sentimientos no tan gratos que había encerrado durante años estaban escapándose.
Sabía que esos dos se habían casado, pero nunca los había visto juntos en persona. El hecho se volvió aún más real y palpable para mí; una materialización filosa y venenosa que estaba comenzando a hacerme efecto.
Más aún cuando estaba muy bien materializada en aquella mocosita de ojos azules.
Habiéndola conocido finalmente, su parecido con Ana era mucho más notable que el de Black; de ojos enormes, pecas color cobre y una enorme sonrisa dulce que solo había podido ver una sola vez en el rostro de Ana y que en ella se repetía cada vez que sus ojos reflejaban a Micael. Él era su adoración. Al menos teníamos eso en común.
Ambos estaban jugando “hechizado” en el pasillo del segundo piso. Micael tenía que contar hasta tres mientras estaba de espalda a ella y, una es que se volteara ella no podía moverse. Si ella lograba llegar a él y tocarlo antes de que él la atrapará moviéndose, sería la ganadora. Lily no dejaba de reír, así que era evidente que Micael le daba ventaja. Era un excelente hermano mayor. Ambos se amaban, eso era evidente. Me estrujó el corazón pensar en su separación.
¿Por qué Black y ella se habían divorciado?
Estaba al tanto de que había sido Ana la que había pedido el divorcio.
Pensar en que Black no quiso terminar las cosas…
¿Ana había vuelto para arreglar las cosas?
Quizá Black continúa sintiendo algo por ella, después de todo, tenían más historia juntos de la que yo tuve con él. Habían sido un matrimonio y forjado una familia durante casi una década. Además, Micael añoraba a su madre.
Lo más probable es que todos desean recuperar a la familia.
El pasillo se empezó a sentir cada vez más angosto para mí.
Una intrusa molesta en aquella casa. Una pelusa del pasado que comenzaba a fastidiarles.
Me llevé una mano al pecho al sentir el pinchazo.
Tendría que acostumbrarme a la sensación.
O deshacerme de una vez por todas de lo que estaba comenzando a sentir por Black.
Aquellos sentimientos germinantes jamás iban a ser correspondidos. Él me lo había dejado muy en claro.
—¿Puedes cuidar a Lily?
Miré a Micael, aturdida.
—¿Qué?
—Tengo que ir al baño.
—¡Aguarda tú…! —Se fue corriendo, dejándome con los reclamos en la punta de la lengua—. Cara…—Lily me miró con sus enormes ojos, parpadeando una y otra vez—,…melo. Caramelo de chocolate.
—¡¿Tienes?!
—Solo si te quedas tranquila.
—Ah no, mejor no me des nada —hizo un puchero. El descontento sólo le duró dos segundos—. ¡Juguemos!
—De acuerdo, juguemos a la estatua. Si te mueves, pierdes.
—Soy una niña no una tonta. Si no quieres jugar conmigo mejor dímelo a la cara—señaló toda su cara. Enarqué una ceja.
Idéntica a su madre.
—De acuerdo, no me apetece jugar contigo.
—Qué aburridota. Oye, ¿quieres ver como hago lucha libre? —antes de que pudiera responder salió corriendo por el pasillo hacia la media pared que daba al primer piso—. ¡Solo me lanzo desde la esquina para saltar al cuadrilátero…!
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Editado: 11.02.2025