Juntos, ¡pero jamas revueltos!

Capítulo 45: Miedo a las alturas

Recosté mi cabeza en la ventanilla, agotada.

Sentí como Black movía sus manos. Pronto comenzó a sonar una de mis canciones favoritas, "Wonderful world" de Louis Armstrong.

—Qué buen gusto —dije, para que no notara que algo iba mal.

—Es el único Louis que soporto en mi vida —farfullò Black. Sonreì.

—¿Por eso estás tan preocupado por Lily? —inquirí, con los ojos cerrados.

—No sé a qué te refieres.

—Ella y Louis parecen llevarse muy bien y él parece ser un buen hombre. Quien lo viera, no pensaría que fue militar.

—¿De qué estás hablando?

—He estrechado la mano de muchos militares por años. Sin duda él tiene la mano de un militar —bostecé, somnolienta—. Además, ¿hombros débiles? Mi abuelo nunca me cargó sobre sus hombros, cuando crecí, me explicó que su trabajo era demasiado peligroso y que haberme cargado en sus hombros hubiera sido ponerme en una posición de vulnerabilidad en la que no podría protegerme.

—¿Sacaste toda esa conclusión conociéndolo en cinco minutos?

—Puedo estar equivocada.

—No, no lo estás.

Abrí mis ojos y me giré hacia él, interesada.

—¿Es militar?

—Lo fue. Ahora es fiscal. Y no cualquier fiscal. Lo llaman “el verdugo Hold”. Ha condenado a demasiadas personas para su propio bien. No tiene contemplación alguna. La primera vez que Ana me lo contó, no pude creerlo. Ese hombre que conocí por primera vez en un parque de diversiones usando una diadema era un fiscal sin alma. Temí por ella y por Lily.

Lo busqué en internet para saciar mi intriga. En efecto, al poner su nombre y apellido salieron muchas imágenes de él. Fue como ver a otra persona, con el cabello peinado hacia atrás, lentes finos y mirada oscura.

—Santo cielo, es como ver a Clark Kent y a Superman. No creo que debas preocuparte. La gente no podría reconocerlo en la calle. Es evidente que sabe proteger su vida privada. Ahora tiene sentido una boda tan apresurada e íntima.

—No lo sé. Eso no deja de preocuparme.

—Black, mi abuelo fue general y miembro de la dirección de defensa del país. Puedo asegurarte que tu familia no puede estar más protegida.

—¿Lo dices por Louis o por tu abuelo Paco?

—Por ambos —afirmé.

—Pues, yo puedo asegurarte que, si de tu abuelo dependiera, ya estuviese muerto.

—No digas esas cosas ni en broma.

—Bueno, medio muerto. Específicamente de las caderas hacia abajo —negué, divertida—, pero agradezco tus palabras.

—En cuanto al cariño de Lily.

—No de nuevo…

—Eres su padre y te adora. Y ni mil consolas van a cambiar eso.

Como si el destino quisiera sellar mis palabras. La voz chillona de Lily resonó en la calle. La niña cruzó el umbral del edificio y corrió hasta Black, con los brazos abiertos de par en par. Sus grandes mejillas rojizas rebotaban. Sonreì. Me parecía muy adorable. Él se agachó para recibirla. Ella no le reprochó su ida, simplemente rebosó de felicidad al verlo.

—¿Haremos pijamada con Rouse?

—Cocodrilo…

—Me parece bien. Así puedo aprovechar y presentarte al animal más feroz que verás en tu vida; un dragón —simulè arañarla con mis garras.

—¡¿Quéeee?!

Lily no volvió a salir de mi habitación durante toda la noche. Black y yo nos encargamos de hacer las palomitas para la película. Al contrario de Micael, ella era una carnívora por excelencia, así que también preparamos unos hot dogs de chorizo. Hicimos una fortaleza de almohadas y sábanas en el piso de mi habitación y vimos una película de princesas con el proyector de Black. Lily le relató la película a Rosita Fresita de principio a fin, por la fluidez y los saltos en el tiempo que hacía, intuí que no era la primera vez que veía la película. Se quedó dormida a la mitad. No fue la única. Black estaba desparramado en el piso, con una mano de Lily acariciando la oreja mientras con la otra se chupaba el dedo anular. Los arropé a ambos y me recosté frente a ellos, sin dejar de contemplarlos.

Aquel cuadro que estaba admirando…

No hubiera sido posible a mi lado.

Lejos de que el pensamiento me oprimiera el pecho, por primera vez, me sentí bien con la decisión que había tomado.

Me sentí en paz.

Me desperté con un cosquilleo en la oreja. Al abrir mis ojos, me encontré de frente con el rostro dormido de Lily. Miré a mi alrededor. Black no estaba.

¿En qué momento nos habíamos subido en la cama?

Me libré de las sábanas, me di una ducha y me preparé para el día. Mientras me maquillaba, escuché el tarareo de una canción. Fruncí el ceño.

—Es papá.

—¡Ave María! —salté en la silla, asustada. La voz repentina y aguda de Lily me asustó. Había olvidado por completo que estaba en la habitación. La miré por el espejo. Estaba sentada, con una sonrisa de oreja a oreja, el cabello como una cresta de gallo y una mancha blanca en la mejilla, presumiblemente de baba. ¿Cuánto tiempo llevaba mirándome?—. Buenos días.

—¡Buenos días Ro! —dijo, saludándome a mí y a Rosita fresita—. Qué bonito te maquillas. Yo también sé maquillar. Mamá me enseñó. ¿Puedo maquillarte?

—Mi rostro solo acepta mis manos —respondí. Su sonrisa decayó. Me mantuve firme.

No iba a sucumbir a sus cachetones encantos.

El tarareo proveniente de afuera volvió a llamar mi atención. ¿Qué mosquito le había picado a Black?

—Papá siempre canta en la cocina cuando está muy muy muy feliz —abrió sus brazos—. ¿No lo sabías?

—Sí. Solo lo había olvidado…

—Vayamos a comer —bajó de la cama con la camisa hasta la barriga y luciendo completamente despreocupada. Sonreí. Era una versión más cómica y pequeña de Black—. Oh, primero debo cepillarme y también quiero verme bonita antes de ir a desayunar, ¿puedes maquillarme? Solo los labios —dijo apresurada al ver mi ceja enarcada.

—Está bien. Creo que tengo un tono para ti.

Escogí un bálsamo color durazno para pintarle los labios. Pensé que estaría inquieta, pero mientras le colocaba un poco de crema escarchada en el rostro, permaneció inmóvil, sin dejar de mirarme fijamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.