Juntos, ¡pero jamas revueltos!

Capítulo 48: Curar viejas heridas

Sorpresa, volví.

Y les seré sincera, no sé cuando esto vuelva a ocurrir (Actualización) porque el lunes que viene comienzo la universidad y esta es mi última semana en la materia de verano (que posiblemente no pase) así que aquí estoy, dándolo todo ¡porque falta muy poco para llegar al final! ¡Si paso, les doy mi palabra de terminar esto con un maratòn final!

¡Nos leemos, corazones!

—¡Auch! No presiones tan duro.

—No seas llorón.

Limpié con cuidado la herida. El hecho de no haber golpeado a alguien en su vida, hacía mucho más increíble que Black hubiera podido causarle tanto daño en el rostro con dos simples puñetazos. Su odio desmedido por Connor era la única explicación.

Y con justa razón lo odiaba.

Connor era un hombre comprensivo y bastante dulce. Quizás esa fue la razón por la que, después de tantos años de insistencia, decidí intentarlo con él. Había estado para mí como un amigo, siempre. No mostró sus sentimientos hasta que tuvo la certeza de que yo podría con ellos. Aunque, viendo hacia el pasado, eran más que evidentes.

Nunca estuve con él antes o durante de mi relación con Black, sino hasta tres años después. Sin embargo, sí lo había usado —egoístamente —como un medio para deshacerme de Black.

La primera vez, fue para alejarlo de mí, y la segunda, para herirlo.

No estaba orgullosa de lo que hice en el pasado. Había estado intentando remediar todos mis errores y el daño que había causado, con cautela y tacto. Intenté procurar que mi resentimiento por su matrimonio con Ana, no eclipsara mi buen actuar para remediar los daños. Al principio, pensé en no darle demasiada importancia, creyendo que Black me había superado incluso después de casarse con ella y que ni siquiera recordaba aquella dichosa llamada.

No fue así.

—Deberías ir con él.

—No sé si estuviste en otra discusión o el golpe te afectó la cabeza, pero soy la última persona que quiere ver en este momento —expuse, indiferente—. No solo piensa que arruiné la boda de su ex, también piensa que arruiné su vida.

Siempre había cargado con el peso de las heridas que pude haberle ocasionado. Me sentí mal por asumir que lo había superado. Tal vez lo había tomado por sentado porque quise tener un poco de derecho de guardarle rencor sin sentirme tan miserable por lo que hice.

Había vuelto a reconstruir mi vida. En el camino, conocí a personas maravillosas y conseguí de nuevo un sueño por el que luchar. No obstante, la incertidumbre de saber si Black había podido seguir o no, continuó carcomiéndome durante ese tiempo. Sobre todo, porque mi corazón necesitaba una respuesta para saber cómo proceder con él y, al no tenerla, me sentí a la deriva.

—Oye —Connor apartó mi mano de su rostro y me sonrió—, no tienes que ser dura ahora. No conmigo.

Presione levemente sobre su labio herido. Siseó.

—¿Qué voy a decirle?

—Bueno, podrías empezar diciéndole que no estuviste conmigo esa noche. Luego podrías seguir con la razón por la que te encontrabas desnuda y podrías terminar siendo sincera con él acerca de tus sentimientos.

—Cómo no se me ocurrió antes.

—Quizá porque estabas muy ocupada siendo sarcástica, ¡Auch!

Me dio un leve manotazo para que apartara el algodón de su labio. Suspiré, mirándolo fijamente a los ojos.

—Esa noche… —Su ceño fruncido desapareció al escucharme—, es una noche que prefiero no recordar. Te pedí que la olvidaras. Yo ya lo hice. Contársela, es hacer que permanezca.

—Fingir que nunca existió, no lo hará menos doloroso, Rouse.

Mordí mi labio y presioné el algodón con fuerza.

¿Hasta cuándo podría contenerme sin derrumbarme?

Solo quería volver a casa.

Solo quería abrazarlo a él.

—Ya no eres mi psicólogo, Connor. De hecho, me derivaste el día después de que eso ocurrió, a pesar de mis súplicas, ¿recuerdas?

—Fue porque te amaba.

Boté el alcohol que tenía en mis manos, tomé otro y lo remojé en el alcohol. Lo presioné sobre su ceja. Esta vez no protestó. Fue mi mejor manera de hacer menos íntimo el tema.

—No entiendo cómo podías amar un desastre así. Entendía que Black lo hiciera porque había conocido mi yo anterior. Pero tú me conociste completamente destrozada.

—Es porque amaba en lo que te convertirías. Y no me equivoqué… Aparta el algodón o vas a matarme de dolor, mujer —sujetó mi mano y la acuno con las suyas—. Ahora eres más maravillosa que nunca, Rouse.

Agradecí sus palabras. Sabía que Connor me había superado hace mucho, pero que fuera tan abierto con sus sentimientos siempre había sido conflictivo para mí, pues mi carácter era todo lo contrario al suyo.

—Pero no fui maravillosa en el pasado. Lo herí mucho…

—A veces hacemos cosas por la gente que amamos pensando que es lo correcto y resultamos cometiendo errores. Si el mundo supiera como se debe amar realmente, tú y yo no estaríamos aquí y yo no tendría una ceja abierta. —Sonreí con desgana—. Pero ahora lo amas mucho mejor que hace ocho años, ¿no es así? Incluso, puede que tal vez te falte seguir aprendiendo, pero estás dispuesta a hacerlo por él.

Entrelacé mis manos, sin poder mirarlo a los ojos.

Era cierto que ahora…

Lo amaba mejor que antes.

Esa certeza sobrecogió mi corazón. De algún modo, mis propios sentimientos por él fueron suficiente consuelo para sobrellevar todo lo que estaba ocurriendo. Era como una anestesia.

—Siempre sabes qué decir, Connor.

—Es mi trabajo —sonrió. Sus ojos se entrecerraron, melancólicos —. Dime algo, ¿crees… que en algún momento hubieras podido olvidarlo? ¿Crees que en algún momento pudiste haberme amado a mí de la forma en que lo amas a él?

Dejé de limpiar su herida y lo miré atentamente.

—Te he respondido esa pregunta muchas veces. Y ahora tienes a Emily.

—Oh no, no me malinterpretes. Te quiero. Siempre te querré. Y sé que fuiste feliz conmigo. También sé que me amaste.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.