—Rouse, cariño.
Ver a mis padres, fue como encontrar un faro luego de tantas tormentas. Corrí hacia ellos y los abracé. Mi padre acarició mi cabello.
—Mi princesa, ¿cómo estás?
—Estoy bien, papá —le respondí con una sonrisa. Me dirigí a mi madre. Apenas cruzamos la mirada, sus ojos se nublaron y rompió en llanto—. Mamá…
Se aferró a mí de forma tan desesperada que me angustió el corazón. La consolé, acariciando su espalda.
—Me da tanta pena que nos tengamos que ver en esta situación —dijo, con la voz temblorosa—. Tu abuelo siempre ha sido un hombre muy fuerte, pero…, no entiendo por qué aún no despierta…
Un fuerte nudo se instaló en mi garganta. Trague grueso y respire profundo.
—Tranquila. Su edad ya es avanzada. Es un proceso lento, pero va a recuperarse. Eso es seguro.
Lucrecia, la esposa de mi abuelo, apareció en el pasillo y se aproximó a mí con una sonrisa. A pesar de que sus ojos estaban rojos y tenía enormes bolsas debajo de ellos, no dudó en mostrarse tranquila al verme. Le sonreí. Lucrecia había estudiado en la universidad con Aurora, mi prima. Fue así como se reencontró con mi abuelo. Ambos habían sido amantes en el pasado, durante la guerra.
—Que bueno verte, cariño —dijo, dándome un cálido abrazo. Me aparté para que el gesto no se volviera tan íntimo y me afectara—. Paco se encuentra mejor. Estoy segura de que me pedirá un enorme lomo con papas y vegetales cuando salga de aquí —negué, divertida.
—Es lo más probable.
—¿Por qué no vas a verlo y luego te vas a casa a descansar? Fue un largo viaje. Debes estar agotada. Aurora también se fue a descansar a casa junto con los chicos y Helios. Este lugar no es un buen lugar para una embarazada.
—Rouse seguro quiere quedarse aquí. Es muy apegada a su abuelo y es su familiar directa —replicó mi madre.
Papá y yo nos miramos. Él me hizo una seña para que interviniera. Suspiré.
Mi madre no tenía una buena relación con Lucrecia. Siempre le había afectado el hecho de que Lucrecia hubiera sido el amor de la vida del abuelo por sobre la abuela. Saberlo le rompió el corazón. Aunque el viejo y yo ya habíamos hablado al respecto, comprendía que era algo que mi madre nunca iba a entender, principalmente porque era muy cerrada.
Lucrecia le sonrió, tranquila. Era una mujer que había pasado por demasiado. Fue enfermera durante la guerra de Vietnam y tuvo que lidiar con un esposo maltratador. Admiraba sus nervios de acero y su tranquilidad en situaciones como esas. Supongo que era cierto que la edad traía consigo el entendimiento sobre muchas cosas. Más aún cuando tenías experiencias como las de ella.
—Tienes razón. Puedes quedarte con él hoy si así lo deseas. Yo puedo traerte todo lo que necesites.
—Oh no, Lucrecia. Está bien si tú quieres acompañarlo. No creo que sea muy higiénico entrar luego de haber estado en tantos lugares con tanta gente, pero tampoco quiero ir a casa aún. Me quedaré esperando aquí.
—Cariño, pero de seguro él querrá verte —intervino mi madre.
—Podrá verme cuando salga de allí —expuse, tranquila.
Mi mamá soltó un bufido y puso los ojos en blanco, exasperada.
—No entiendo por qué ustedes siempre son así…—murmuró, alejándose de nosotras. Mi padre nos hizo un gesto de disculpa y fue tras ella.
La vi marcharse, con su habitual andar enojado mientras mi papá intentaba alcanzarla. Era una imagen muy usual en mi vida. Francesca Abadiano era todo lo contrario a mí; demasiado sentimental y explosiva. Le costaba ocultar sus emociones.
Solté un largo suspiro cansino y me senté sobre la silla metálica y helada. Lucrecia lo hizo conmigo.
—Creo que nunca voy a agradarle.
—También lo creo —las comisuras de sus labios decayeron—. Es broma. Siempre le has agradado. Solo siente que llevarse bien contigo es como traicionar a mi abuela.
—Nunca ha sido mi intención ocupar el papel de tu abuela.
—Lo sé. Solo se siente frustrada y dolida. Murió muy joven. Ni siquiera la pude conocer. Le duele que Aurora y yo tengamos más conexión contigo que con ella por esa razón. Y me alegra que estés con el viejo, de no ser por ti, seguiría igual igual de obtuso y cascarrabias —rio, pero su mirada continuó ausente—. Hablando de eso, ¿los tíos no van a venir?
—Gabriel considera que, para no romper la armonía, lo mejor es no venir. La razón por la que no lo ha hecho es porque Aurora y yo le hemos tranquilizado diciéndole que su padre está bien.
Asentí, sin querer emitir ninguna opinión al respecto. Amaba a mi madre y ni hablar de mi abuelo, pero que continuarán endureciendo el corazón con mi tío Gabriel solo por tener un esposo, era una situación que me afectaba y me seguiría afectando hasta que hicieran las paces.
Mi tío era un hombre maravilloso y su esposo también. A pesar de que mi madre se negaba rotundamente a que le dijera “tío”, el tío Leo era uno de los mejores seres humanos que había conocido. El y el tío Leo tenían una historia bastante intensa. Mi tío Gabriel un destacado militar de fuerzas especiales con estrés postraumático y el, su psicólogo. Fue un duro golpe para el abuelo. Le costó mucho incluso aceptar a Aurora como su nieta. Era una parte dolorosa de mi vida que prefería no recordar.
Lucrecia le ayudó a ser un poco más flexible. Pero ni siquiera su amor por ella podían alivianar tantos años de tensión entre el hijo que había considerado su mayor orgullo y el padre por el que se había reprimido a sí mismo para enorgullecerlo.
Sujeté la mano de Lucrecia. El contacto la trajo de nuevo conmigo, pues sus ojos temblorosos se posaron en mí, mostrándome un poco de lo que de verdad estaba sintiendo.
Miedo.
—Sé que Paco y yo ya estamos viejos y nos dedicamos a disfrutar los pocos años que nos quedan juntos y al máximo. Es solo que apenas y he podido saborearlo. Tantos años de infelicidad, sobreviviendo una guerra y maltratos, y cuando finalmente nos hemos encontrado, una tonta escalera ha amenazado con quitarme todo. Es muy injusto… Él ni siquiera ha terminado de reconciliarse con Gabriel. Un final así los destruiría a ambos… —agacho la mirada. Mi corazón se oprimió al escucharla. Mis problemas, de pronto, se veían lejanos.
#16 en Otros
#12 en Humor
#66 en Novela romántica
#28 en Chick lit
jefeempleada, romance comedia dolor humor, amores y superacion
Editado: 26.04.2025