Este agradecimiento es una forma de dejar ir finalmente algo tan significativo en mi vida.
Escribí cada capítulo de esta historia en momentos bastante esenciales en mi vida.
Comencé el libro días antes de la muerte de mi abuela. Publiqué un capítulo cuando murió. Publiqué un capítulo cuando mi familia decidió volver a migrar. Publiqué uno cuando abandoné la universidad y otro cuando emprendí aquel viaje lleno de incertidumbre por una selva con fama de no ser amigable con ningún migrante. Escribí y publiqué mientras acampaba y cuando salimos después de caminar quince días durante seis horas casi todos los días y pensar que jamás saldría. Escribí cuando nos quedamos en medio de la nada y cuando nos tocó dormir en el estacionamiento de una iglesia, justo debajo de ella porque no teníamos dinero. Escribí después de mi primer día de trabajo en un bar horrible de la ciudad y escribí también en mi primer día trabajando formalmente en un restaurante. Escribí cuando nos mudamos finalmente a una casa y cuando decidí hacer el papeleo para comenzar a estudiar de nuevo en la universidad, en un país nuevo y finalmente la carrera que realmente quería . Escribí el día que presenté el examen y el día que me dieron el resultado. Y, en ese momento, rememoré la ocasión en que, mientras estaba en el estacionamiento de la iglesia pensando que iba a hacer con mi vida, una lectora de Costa Rica con la que estaba hablando, me animó a estudiar en la universidad pública.
Cada palabra y sentimiento iba cargado de un día que marcó mi vida y comencé a creer que quizá el éxito de esta historia era por eso. Creo que la razón por la que pude soportar estos casi cuatro largos y arduos años siendo un impulso y una roca para mi familia, fue el hecho de escribir este libro y de leerlas a ustedes. Y por supuesto, haberme apoyado siempre en Dios. No sé dónde estaría en este momento de no haber tenido fe.
La gente que me conoce en persona y sabe de mi historia como una migrante que cruzó el Darién junto con su familia, no puede creer la tranquilidad con la que relato mi travesía. La trabajadora social de mi universidad dice que tal vez la razón por la que pude sobrevivir psicológicamente a todo lo que pase se debe a que estaba en “modo supervivencia”, pero lo cierto es que pudo haber sido peor de no haber escrito. Cada capítulo fue un recipiente de lágrimas (de felicidad o angustia) y cada comentario fue un pañuelo y una palmadita en la espalda que me decía “sigue adelante, no estás sola”. Si me dijeran que puedo volver al pasado y tomar una decisión diferente, volvería a hacer cada cosa exactamente igual porque, viéndolo como escritora, es una historia de vida brutal ¡ni como decir que no! jajajajaja ay.
Tomé la decisión de confiar esta etapa de mi vida a este libro, es porque siento que lo merece después de todos los acontecimientos que escribía a final de cada capitulo. Siento que debe quedar registrado en lo que fue mi piedra angular. Como una despedida para asegurarle que ahora me encuentro bien y que estas últimas letras las escribo desde la comodidad de un techo, con ropa, cama, comida, junto con mi familia y entrando oficialmente a mi segundo año de universidad luego de tanto esfuerzo. Estudio lo que amo, mi familia está sana y tengo buenos amigos, además, me reconforta el hecho de saber que mis palabras son un sostén para muchas personas, como lo fue para mi. Rouse fue un ejemplo y un lugar donde refugiarse cuando las cosas se ponían muy cuesta arriba. Las dos somos personas completamente diferentes desde el primer capítulo. Estoy orgullosa en lo que se convirtió ella, en lo que me convertí yo, y en lo que, sé muy bien, se han convertido mis lectoras.
De nuevo, pido disculpas por lo largo de este viaje y por los innumerables obstáculos que lo relantizaron, pero les vuelvo a agradecer por quedarse conmigo, porque pude sobrellevarlos gracias a ustedes y los personajes de esta historia.
Mi propósito era mandar un mensaje y hacerles sentir que no estaban solos y ahora la que siente que no está sola soy yo. Agradezco mucho que me hagan llegar sus historias, agradezco que leer mis palabras de alguna forma reconforte sus almas aunque sea por unos instantes, y agradezco que ustedes reconforten la mía.
Este libro y sus lectoras, siempre voy a llevarlos en lo más profundo de mi alma.
Por último como último mensaje a mi lector, quiero decirte que nunca te rindas ante las adversidades y mucho menos te desanimes por palabras de personas que desconocen tus luchas internas e incluso las externas. Tampoco sientas rencor por las que te juzgan e ignoran el esfuerzo que te mantiene en pie todos los días, en cambio, pide por ellas. Intenta no tratar siempre con la dureza que te tratan. Apóyate siempre en el que siempre lo sabrá todo de ti. Nadie sabe cuanto luchaste por levantarte de la cama, más que tú y ÉL, nadie sabe lo duro que trabajas por ser una buena madre, una buena hija, una buena estudiante, una buena hermana o una buena empleada, más que tú y ÉL.
En ese mundo, solo tú sabes todo lo que has logrado, así que no olvides recordártelo todos los días. Muchas veces somos la roca que sostiene una casa, madres, cabezas de familia que no pueden permitirse derrumbarse, personas que, de tanto mostrarse fuertes, aparentemente se han quedado sin que alguien lo sostenga, pero, recuerda que siempre hay alguien o algo que nos va a levantar, solo debemos tener la motivación de buscarlo, a pesar de que sintamos que no tenemos fuerza. Sobre todo, felicítence cada vez que sientan que han logrado algo, miren atrás y sonrían con admiración ante todo lo que han conseguido, porque el solo hecho de levantarse cada mañana con ganas de darlo todo, es una enorme victoria que tarde o temprano se verá reflejada.
¡Sigan adelante!
Y CONFÍEN en Dios, con todo su corazón. Porque todas las cosas pasan por algo, incluso las aparentemente malas.
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Editado: 26.04.2025