Júrame tu silencio

9-Conociendo a los Campbell

Me levanto al escuchar el despertador a las 7:30 a.m. para arreglarme e irme a las 9:00 a.m.

Me siento un poco cansada y para terminar estoy congestionada, pero trato de no tomarle importancia.

Después de bañarme y vestirme, me paro frente al espejo y me parece que falta algo así que busco entre mis gorros y me pongo el rojo que hace juego con la camiseta roja que tengo puesta, casi salgo de la habitación cuando recuerdo que me falta el collar de Brad y mi brazalete.

Bajo a desayunar y preparo panqueques con huevos y tocino y lo acompaño con jugo de manzana.

Luego de desayunar me tomo una pastilla contra el resfriado.

Veo el reloj y son las 8:40 a.m. y voy a despedirme de mis padres.

Cuando el reloj da las 9:00 a.m. mi celular suena y veo la foto de Brad, salgo de la casa y él está afuera.

—Hola —digo subiendo al carro

—Hola —responde sonriendo

—Sabes, esto está mal —digo mirándolo seria

—¿Qué está mal? —pregunta confundido

—Que yo esté despierta a esta hora en un domingo —digo aún más seria

—Yo siempre estoy despierto a esta hora —dice encogiéndose de hombros

—¿A dónde vamos?

—A la pista de carreras FS —dice encendiendo el motor del carro

—Bien —digo, pero antes de poder decir algo más estornudo un par de veces.

—No te enfermes

—Eso intento

En el camino empiezo a jugar con mi brazalete y Brad se da cuenta.

—¿Qué haces? —pregunta mirándome por el rabillo del ojo

—Manía mía, me gusta jugar con el brazalete

—¿Qué dice?

—Sueños —digo sonriendo

—¿Por qué “Sueños”?

—Porque pienso que los sueños son aquellos que impulsan a las personas a dar todo de ellos y a no rendirse, además siempre he pensado que debemos tener grandes sueños ya que, si vamos a soñar, mejor soñar en grande.

Llegamos a la pista, nos estacionamos y Brad me mira.

—Me encantas, tu forma de pensar, tu forma de ser, todo.

—Gracias-digo y vuelvo a estornudar

—Cielo, está lloviznando y por lo que veo no te puedes mojar —dice quitando un abrigo celeste de su respaldar —Ten, póntelo

Me pongo el abrigo —¿Cómo sabías que llovería?

—No lo sabía, sino que siempre lo tengo, porque hay veces que sudo mucho la camiseta y prefiero quedarme con el abrigo solamente.

—¿Quieres decir que está sudado?

—No, tranquila, siempre lo lavo —dice riendo

Me lleva por toda la pista hasta un lugar donde creo que hacen los pits.

Ya el Ferrari está en línea y Brad sale de los vestidores con el traje y con el casco en la mano. Cuando sube al carro se pone el casco e igual los lentes.

Da una vuelta entera y se vuelve a estacionar, pienso que lo ha hecho muy bien, pero me equivoco, pues según su entrenador no ha roto su récord y debe hacerlo.

Después de intentarlo una y otra vez, logra establecer un nuevo récord y se le ve la satisfacción y la alegría de haberlo logrado.

A las 12:30 p.m. vamos saliendo de la pista.

—Mi collar luce muy bien en ti, pero mañana es lunes —dice bajando la mirada para verme a los ojos.

Brad es una cabeza más alto que yo por lo que debo alzar la vista para poder verlo a los ojos.

—Sí, ya lo sé, pero no sé cómo, pero lo tendré de nuevo —le digo

Subimos al carro.

—¿Tú crees?

—Así va a ser

Brad conduce hasta un restaurante y bajo primero que él.

Mientras lo espero en la entrada veo que él al caminar sigue mirándome con la misma mirada que cuando no nos conocíamos.

Nos sentamos en una mesa de la esquina.

—¿Por qué sigues mirándome así? —le pregunto

—¿Cómo?

—Cuando me miras no puedo ni hacerme idea de lo que piensas.




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