Él me seguía viendo fijo; yo no podía moverme; me asusté mucho cuando habló y…
“¿Quién es Anastasia?”
—Ya veo, no eres Anastasia… eres el pequeño bichito, pero ya creciste mucho.
¿Me llamo "bichito"?
—Sí, así es.
—¡Puedes leer mi mente! —dije sorprendida.
—Por supuesto que sí; eres mi vínculo, bichito. Solo que ya me despertaste; te toca unir el vínculo por completo —su voz seguía resonando en mi mente.
—¿Vínculo? Espera… ¿me conoces? —Él resopló largamente.
—Bichito, hemos estado unidos desde tu nacimiento; obvio que te conozco. Vas a ser mi domadora si unís por completo el vínculo. Eso lo sabes hacer, ¿no? —Asentí. Inconscientemente, había leído algo… pero no sé si es así.
—Acércate, bichito —obedecí y me acerqué lentamente. Él agachó su cabeza para que pudiera estar más o menos a su altura, pero era casi lo mismo. Cuando quedamos frente a frente, estiré mi brazo y toqué sus escamas.
—Cierra los ojos, y cuando empieces a sentir fuego en tu interior, repite mi nombre "Drox" hasta que ya no lo sientas —asentí y cerré los ojos.
De a poco, empecé a sentir el calor recorriendo mi cuerpo; era… tolerable.
—Drox… Drox… Drox… Dr… —me empezó a costar más hablar; el fuego que sentía se empezó a intensificar.
—Sigue, bichito —escuché que me decía.
—Dr… Drox… Drox —el fuego empezó a aumentar; no podía respirar bien.
—¡Drox! ¡Drox! —al decir lo último, abrí los ojos y vi cómo había una luz a mi alrededor. En ese momento, Drox se enderezó.
—Repite conmigo, bichito “Ignis Drox”.
—Ignis Drox —dije, y Drox rugió y soltó una ola de fuego que me envolvió rápidamente. Cerré los ojos con fuerza, pero no sentía nada, no me quemaba, así que los abrí. El fuego había desaparecido, pero cuando miré hacia abajo en mis pies había un extraño zorro bebé. de pelaje oscuro, pero con orejas y cola de un color naranja intenso; sus ojos reflejaban el color del fuego. Miré a Drox, sorprendida.
—Al estar dormido por muchos años, mis fuerzas son débiles; así que él te acompañará mientras tanto —me agaché para acariciarlo y luego alzarlo. Es realmente hermoso.
—¿Cómo se llama? —dije, mirándolo.
—Puedes ponerle el nombre si quieres —me dijo, mientras se acostaba de nuevo.
Miré al zorro un rato, pensando en un nombre.
—Fael… sí, ese será tu nombre —acaricié su suave pelaje mientras él movía la cola. Es realmente hermoso.
—Es mejor que te vayas, bichito; ese centauro ya está muy enojado buscándote —lo miré con extrañeza.
“¿Kyran me está buscando?”
—Puedo escuchar lo que piensas, bichito.
—Cierto… ¿cuándo nos volveremos a ver, Drox?
—Cuando sea el momento. Fael te cuidará hasta entonces —miré a esa pequeña criaturita que tenía una carita angelical.
—¿El me va a proteger? —le dije, sonriendo. Él resopló, volviéndose a enderezar.
—Tienes que volver, bichito; créeme, esa cosa te será muy útil en el futuro.
—No lo trates como una cosa, Drox… pero bueno, me voy. No quiero que Kyran se enoje —Él solo me miró; asentí a modo de saludo y empecé a caminar hacia la salida. Cuando estaba en la salida de la cueva, escuché la voz de Drox:
—No confíes tanto en él, bichito —al escucharlo, me di la vuelta, pero no estaba… solo desapareció.
—¡Linare!
—¡Nayra!
Escuché cómo Kyran y Adeline me llamaban mientras se acercaban corriendo. Había otras bestias atrás de ellos. Una distinguí que era Arian, pero él no se veía preocupado como los otros, más bien, muy tranquilo, caminando despacio. De repente, Adeline se abalanzó sobre mí, abrazándome con fuerza.
—Mi Linare, no nos vuelvas a asustar así
—por su voz pude distinguir que había estado llorando.
—¿Por qué estabas en este lugar, Nayra…? y en esta cueva —me dijo Kyran, mirándome fijo. Tragué con fuerza; no sé por qué, pero sentía mucho miedo al verlo así.
—No es hora de preguntar, mi señor; es mejor volver. Después seguro que nos cuenta —dijo Arian, acercándose.
—¡¿Qué es eso, Linare?! —gritó Adeline al ver a Fael, que estaba sentado a mi lado. Me agaché para agarrarlo, mientras todos lo miraban fijo.
—Su nombre es Fael. De ahora en adelante, se quedará conmigo.