Jurisprudencia de un desastre romántico.

17.5: Reflexión en el balcón

Más tarde, cuando el calor del salón se volvió asfixiante y la lista de reproducción alcanzó niveles de repetición insoportables, Diego y yo nos escapamos discretamente a un balcón exterior del tercer piso con vistas panorámicas al campus.

El aire de la noche era fresco, con ese toque de humedad que prometía lluvia antes del amanecer.

Apoyados en la barandilla de hierro forjado que probablemente era tan antigua como el edificio, observamos en silencio los lugares que habían sido el escenario de nuestra historia accidental:

El banco del chisme, donde todo había comenzado con un comentario malinterpretado y una cita forzada.

La entrada de la biblioteca, donde habíamos tenido nuestro primer verdadero momento de conexión sobre libros y sistemas de clasificación.

El aula 304, donde el simulacro de juicio nos había obligado a trabajar juntos y había revelado que éramos, contra todo pronóstico, un buen equipo.

La cafetería donde él había dibujado mi sistema de organización como si fuera arte.

El estacionamiento donde habíamos tenido nuestra primera cita real, aquella que no había sido planeada por nadie más que nosotros.

—Es extraño —reflexioné en voz alta, mi voz apenas audible sobre el sonido distante de la música—. Si lo piensas, sin todo ese caos inicial, probablemente nunca nos habríamos hablado. Yo habría seguido en mi burbuja de eficiencia, tú en tu mundo de creatividad desorganizada, y nuestras órbitas nunca se habrían cruzado.

—Supongo que a veces —dijo Diego, rodeándome con su brazo y atrayéndome hacia el calor de su cuerpo—, el camino más desordenado, más caótico y aparentemente equivocado te lleva exactamente a donde necesitas estar. Como si el universo tuviera su propio sistema de organización que no podemos ver.

—Eso es peligrosamente filosófico viniendo de ti —sonreí contra su hombro.

—Tengo mis momentos —respondió—. Generalmente cuando he bebido exactamente dos cervezas. Es mi punto óptimo de profundidad.

Nos quedamos allí, observando las luces del campus titilar como estrellas terrestres, sintiendo el peso de la transición que se avecinaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.