PROTOCOLO DE REUBICACIÓN AFECTIVA
Alias: OPERACIÓN CUPIDO
(Subcategoría: Martirio Autoinfligido con Consecuencias Cardiovasculares Permanentes)
Clasificación: ALTO SECRETO. DESTRUIR DESPUÉS DE LEER. O MEJOR: DESTRUIR ANTES DE LEER. O IDEALMENTE: NO CREAR EN PRIMER LUGAR.
Objetivo Principal: Identificar y facilitar una conexión romántica alternativa para el Sujeto Diego Cifuentes con candidata que no sea yo, que sea objetivamente superior a mí en métricas de decencia humana básica.
Justificación Legal/Ética/Psicológica: Reparación de daño emocional mediante provisión de alternativa superior a la operadora actual (yo). Expiación de culpa mediante autosacrificio romántico. Martirio como forma de penitencia. Potencialmente también masoquismo en su forma más pura y refinada.
Fundamento Teórico: Si no puedes amar a alguien sin destruirlo, lo mejor que puedes hacer es encontrarle a alguien que pueda amarlo correctamente. Es geometría emocional básica. Es justicia distributiva aplicada al romance. Es, probablemente, también una forma de locura clínicamente diagnosticable.
Metodología:
Fase 1: Identificación de candidatas óptimas
Características requeridas: genuinas (sin agendas ocultas de venganza), emocionalmente estables (sin colapsos a las 3 a.m.), no psicópatas vengativas (esto me elimina automáticamente), capaces de improvisación sin ataques de pánico, preferiblemente con sentido del humor y apreciación por el cine de monstruos de los 50
Método de evaluación: observación, entrevistas encubiertas, análisis de redes sociales sin cruzar la línea hacia el acoso (línea borrosa, requiere definición adicional)
Fase 2: Ingeniería de encuentros "casuales"
Diseño de escenarios donde el Sujeto y la Candidata puedan interactuar naturalmente
Manipulación sutil de circunstancias sin que ninguna de las partes detecte la mano invisible del destino (que soy yo, con un nivel de dolor emocional masoquista)
Evitar detección para prevenir: a) que Diego piense que no me importa, b) que la Candidata piense que soy una stalker, c) que yo misma tenga que admitir en voz alta lo patético de este plan
Fase 3: Facilitación de conexión genuina
Crear oportunidades para que descubran compatibilidad mutua
Identificar intereses compartidos y maximizar exposición a los mismos
Retirada gradual y estratégica de mi propia presencia en su vida (nota: esto va a doler. mucho. preparar analgésicos emocionales que no existen)
Fase 4: Retirada estratégica con observación a distancia
Monitoreo pasivo para asegurar que la relación prospera
Supresión de toda comunicación directa con el Sujeto (bloquear número, evitar lugares comunes, potencialmente cambiar de país si es necesario)
Observación desde lejos de su felicidad con alguien más mientras mi corazón se convierte lentamente en roca sedimentaria
Fase 5: Autoflagelación emocional
(Opcional pero estadísticamente inevitable)
Llorar en duchas largas
Escuchar música deprimente a volumen socialmente inaceptable
Releer conversaciones antiguas a las 3 a.m.
Preguntarme repetidamente por qué soy así, sin llegar nunca a una respuesta satisfactoria
Potencialmente adoptar un gato y convertirme en ese cliché ambulante
Criterios de Éxito:
Diego establece relación saludable con candidata apropiada ✓
Diego es feliz de maneras que yo nunca podría facilitarle ✓
Yo sufro en silencio mientras proceso mi ineptitud emocional fundamental ✓✓✓
Análisis de Riesgo:
Probabilidad de fallo: 87%
Probabilidad de daño emocional autoinfligido: 100%
Probabilidad de que este sea el plan más idiota en la historia de los planes idiotas: 99.7%
Probabilidad de ejecutarlo de todos modos porque la culpa es un motivador más poderoso que el sentido común: 100%
Contingencias:
Si Diego descubre el plan: negación plausible, huir del país
Si me enamoro más en el proceso: recordar repetidamente que no merezco esto, flagelación mental aumentada
Si funciona demasiado bien: terapia intensiva, posiblemente medicación
Notas Adicionales:
Era, objetivamente—incluso para mis estándares de autosabotaje que eran consistentemente altos—el peor plan en la historia de los planes malos.
Era como intentar realizar una cirugía cardíaca a corazón abierto en uno mismo mientras se está consciente, sin anestesia, usando solo un espejo de mano y un cuchillo de cocina sin afilar.
Era garantía de dolor con intereses compuestos calculados diariamente.
Era la definición de masoquismo emocional elevado a forma de arte.
Pero era un plan.
Y los planes—incluso los terribles, incluso los autodestructivos, incluso los que garantizaban sufrimiento—eran mi morfina contra el caos, mi ancla contra la corriente, mi forma de sentir que tenía control cuando todo lo demás se había desmoronado.
El cursor parpadeaba en la pantalla, esperando que añadiera más detalles a mi esquema de autodestrucción romántica. Afuera, el mundo comenzaba a despertar—podía escuchar los primeros pájaros, el primer camión de basura, el murmullo distante de la ciudad cobrando vida—ajeno a que Roxana Valdés, la chica que siempre tenía las respuestas correctas, acababa de sentenciar su propio corazón a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.