Just survive

CAPÍTULO 2

Cerré los ojos e intenté relajarme pero en ese momento una mujer cubierta de sangre y con un bebé en brazos avanzaba cojeando hacía mi con una mirada suplicante.

Su voz temblaba mientras rogaba con desesperación.

 “Por favor… ayúdame” suplicó, sus palabras apenas coherentes mientras jadeaba por aire “me han mordido pero por favor salva a mi pequeño” volvió a suplicar mientras ahora lágrimas se deslizaban por su rostro sucio.

Mis instintos tambaleaban,mientras mi corazón se estrujaba con compasión.

Mi mente estaba dividida entre querer ofrecerle ayuda y la escalofriante idea de que pudiera atacarme.

La mujer volvió a suplicar y esta vez cayó al suelo, mi cuerpo actuó antes que mi mente y me acerqué a ayudarla.

Era una mujer que parece tener cuarenta años con una larga cabellera negra y unos ojos negros en su totalidad que antes habían parecido ser verdes.

Su ropa estaba rasgada y en su hombro izquierdo había una gran mordedura que se estaba volviendo negro.

Mis ojos de abriéndonos con terror y empecé a urgir en el kit de emergencia de mi mochila algo que la pudiera salvar.

Lágrimas de impotencia se deslizaban por mis mejillas cayendo en mis muslos descubiertos.

No encontré nada útil para ayudarla, empecé a golpear con fuerza el suelo con dolor.

Una mirada dulce se asentó en los ojos de la mujer y me agarró de la muñeca.

“Oye tranquila” su voz salía ahora apenas de su garganta “solo necesito que cuides a mi pequeño” los ojos de la mujer estaban humedecidos en lágrimas.

Bajé la vista hacía sus brazos donde estaba un bebé de un año aproximadamente y unos hermosos ojos verdes.

La manos pálidas de la mujer quitaron su chaqueta y envolvió al pequeño y le dió un beso de despedida antes de dejarlo con cariño en mis brazos.

“ chica, busca a Peter Smith o Lisa Harper, ellos sabrán cuidar a mi pequeño, sabrán que hacer”  me instruyó con determinación” Cuida bien de mi Ethan” me suplicó la mujer con su voz apenas audible.

Un nudo se asentó en mi estómago, mi garganta cerrada por la angustia de la escena.

Sus ojos estaban casi negros, señal de que la infección estaba casi en su totalidad, ella se dió cuenta al mismo tiempo que yo que no le quedaban muchos minutos de ‘vida’.

Vi con horror como la mujer se levantaba con pesadez del suelo para ir hacia la punta de la azotea, sus actos demostraban claramente sus intenciones.

“¡No, no!“ grité con desesperación, la mujer se giró con un mirada determinada y apenada “tu hijo necesitará una madre” llore con desesperación, no querría ver a alguien quitarse la vida delante mio y menos si tenía un hijo.

“Cariño necesito que tu hagas de mi madre” habló antes de avanzar un paso, su vestido blanco ondulaba en el viento.

Mi mente colapsó y mi corazón se rompió junto a los muros que detenían mi sollozos.

“Ni siquiera me has dicho tu nombre” musité apenada mirando hacia el suelo.

El viento removió con furia mi cabello castaño, acurruque más contra el pequeño contra mi pecho para que no sintiera frío.

Un pequeño susurro llegó con el viento:

“Melissa”  susurró la voz rota de la mujer.

Cuando levanté la vista ya no estaba.

Acaricié la cara del pequeño con dulzura,luché contra las lágrimas de horror. Cerré los

los ojos con fuerza para sacar la horrible imagen de aquella mujer. 

Con cuidado dejé al bebé dentro de mi mochila y la dejé entreabierta antes de colocarla en el pecho para poder tener vista del chiquillo todo el rato.

“Parece que ahora estamos solos pequeño Ethan” murmuré y dejé un casto beso en su frente.

Aceleré el paso alejándome de la azotea para volver a bajar por la misma escalera.

Corría hacia un coche negro que estaba aparcado en una esquida, rezando para que estuviera abierto, tiré de la manilla y confirmé lo que creeia, cerrado.

Revisé cada coche de la terrorífica calle hasta encontrar uno que sí que estaba abierto.

El sudor recorría mi nuca mientras lidiaba con el peso del pequeño Ethan y la mochila.

Con una manta hice un ovillo para que sirviese de protección e hice algún invento raro con el cinturón para que no hiciera daño.

Una alegría recorrió mi cuerpo, ¡estaba viva!, claro que me centré en pensar positivamente  y no en que mis padres están desaparecidos.

Mi alegría se convirtió en puro horror. En un giro inesperado un grupo de zombis cruzó la calle en mi dirección. Un gruñido emitido por uno de los integrantes me dejó helada hasta la médula y supuse que el pequeño Ethan tuvo la misma sensación porque comenzó a llorar.

En un momento de adrenalina pura arranqué marcha atrás y entré en la carretera con mi torpe conducción.

No tenía carnet, solo sabía ir recto y para atrás como me enseñó mi padre.

Mis padres son unos reconocidos científicos, siempre estaban ausentes así que me acostumbré a estar sola, en los pocos momentos familiares me enseñaban cosas que para mi edad eran inútiles, hacer un fuego conducir… ya sabes lo normal.

El alivio me inundó cuando dejamos atrás la ciudad, aún que se fué tan rápido como apareció cuando me dí cuenta de que aún que huyeramos no estaríamos a salvo. El mundo fuera del coche no estaba seguro de los no-muertos y que cada día sería una batalla contra fuego y tierra.

Después de unos minutos de conducción desastrosa y algún que otro zombie intentando atacar el camino asfaltado acabó, dándole el comienzo a una senda terrosa que se adentraba serpenteante en el bosque.




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