Italia, lugar de las grandes maravillas en donde se define el gran estilo de vida, su gran gastronomia, su familia unida y su formalidad. En mayor ubicación, Roma. Allí, se encuentran grandes monumentos y sitios históricos, pero la verdadera historia está bajo tierra, en los cuerpos de las almas que yacen en sus tumbas. Frente a una de ellas ahí estaba Ethan. En el funeral de uno de los más reconocidos socios de Bill.
— Te recordaremos muy bien amigo, Leopoldo-dice Bill dejando una rosa sobre su tumba-preparen las maletas-ordena-empaca tus cosas, hijo. Nos iremos a Colombia.
Ethan asiente con su cabeza y se encamina a su auto. Ya con 17 años, Bill lo deja conducir. Confía en él para dejarlo conducir por la ciudad de Roma. Durante el camino, no dejaba de pensar en Harri y en Gabriela. ¿Por qué llamarlos padres si lo abandonaron? Su verdadero padre era Bill ¿O no?
Llega al departamento, estaciona y baja en busca de sus maletas. No había desempacado nada, ya que vivía viajando de país en país con su padre. No tenía un hogar ni una casa fija durante años, pero eso no le afectaba en los más mínimo. Busca las llaves de la puerta y nota que estaba entreabierta, Saca de su cinturon una navaja y se adentra poco a poco.
Sus pasos eran inaudibles, que el responsable no oyó ni notó su presencia hasta que lo vio e intentó huir. Bill lo había entrenado lo suficiente como para autodefenderse y así evitar que lo lastimen. Se abalanza contra el supuesto ladrón y posa la navaja sobre su cuello, cortando apenas la epidermis.
— Tiene el filo suficiente para decapitarte ¿Quién te envió?
— Prima di notte, tu e tuo padre sarete morti-habla en italiano, a lo que Ethan comprende como si fuera su idioma.
— Veamos quién de los dos muere antes del anochecer-amenaza, cortando su cuello, lo suficiente para que comience a sangrar, pero no lo suficiente para morirse al instante-Dime ahora ¿Quién te envió?
— Eduardo ti ha visto al funerale di Leopoldo. Bill è un traditore, e il fatto che tu sia suo figlio ti rende un traditore
— ¿Eduardo? -las preguntan invaden su mente ¿Por qué enviaría a alguien para revisar su casa o hasta matarlo? -dile a tu Eduardo que nos iremos, sanos y salvos.
Suelta al hombre y se marcha perdiendo sangre. Aún no comprende por qué eduardo. Hasta a todos les sorprendió que no haya ido a su funeral. Algo está tramando.
Sin esperar más, toma las pocas cosas que considera necesarias y sale del departamento hacia su auto. Sube y conduce a toda velocidad hacia una de las tantas casas de su padre. Estaciona a una distancia prudente de la puerta, y se encamina a la sala.
Abre las puertas y ahí estaba, Eduardo con Bill. Ambos tomando un café y riendo como si fuera el último momento de sus vidas, o al menos el de Eduardo.
— O, hijo-reacciona su padre, observando la figura del joven-qué bueno que estas aquí ¿Recuerdas a Eduardo? Era muy amigo de Leopoldo, me estaba diciendo que no fue a su funeral porque su esposa enfermó-Ethan sonríe-ven, toma asiento, debemos charlar unas cosas.
— No, debo decirte algo antes de eso- insiste su hijo- ¿Puedes?
— ¿Por qué no tendría tiempo para mi hijo? -ambos caminan hacia la cocina y allí Ethan se detiene y se acerca a su padre.
— Algo raro está pasando con Eduardo-suelta y Bill frunce el ceño-un sujeto entró a mi departamento e hizo un completo desastre. Dijo que, el sujeto que está en tu sala, lo ordenó.
— ¿Te refieres a Eduardo? -el joven asiente.
Bill toma su teléfono de seguridad. Con tan solo presionar el botón, toda su seguridad estaría allí en menos de un segundo. Pero en cuanto lo tomó, elevó su mirada quedando congelado en sus movimientos, sin miedo, sino en shock.
— No te sugiero alertar a toda tu armada-aparece Eduardo con un arma en sus manos apuntando a Bill.
— ¿Qué es lo que quieres? Ya has visto que Leopoldo está bajo tierra...
— Sí, ahora quiero que tú estés bajo tierra, también-interrumpe cargando su arma, ya con su dedo en el gatillo.
— Si disparas, estás muerto-amenaza Ethan colocándose frente a Bill.
— ¿Qué es lo que harás, niño? Mejor muévete y deja que los adultos solucionemos esto
— Vete Ethan-ordena Bill empujándolo de delante de él, pero él se resiste- ¡Ethan! -grita
— No me iré y te dejaré con este lunático-quita la mano de su padre y se coloca frente a Eduardo-si quieres disparar, hazlo, pero no a él.
Bill siempre le enseñó a Ethan a cuidar a los suyos. Cuando uno está en peligro, todos los están, si uno está feliz, todos lo están, pero si uno está asustado, todos se hacen uno y desvanecen ese miedo, unidos. Al principio, temía estar con él. Todos decían que vendía órganos de niños, traficaba niños, etc. Pero en realidad, quería tener poder, y así lo respetaría, a lo que debía generar rumores en su contra ¿Quién no temería de un traficante de órganos y más de niños?
Ya cuando obtuvo el respeto que quería, invirtió en un hospital para niños con cáncer. No utilizó su nombre cuando lo compró, usó el de uno de sus más grandes amigos más fieles. Cada niño que ingresaba recibía tratamiento y le entregaban un formulario si deseaban donar sus organos, al morir. Lo que la mayoria estaba de acuerdo, ya que sabían que iban a morir. Una dolorosa realidad, pero se consideraba una buena idea de pensar que traficaba órganos.
¿Cómo lo sabía? Pues todo eso se lo contó Bill a Ethan, cuando era pequeño. Y, hay que admitir que también le contó sobre su arreglo con el mercado negro. No todo en esta vida es perfecto, pero sí le dijo que la familia es la familia. Él sabía que no era su padre biológico, pero lo consideró así luego de unos años. Aceptó que sus verdaderos padres lo habían vendido y supo que jamás los volvería a ver. Ahí comprendió que la verdadera familia es la que se cuida, la que se vela rezando por ti y la que te acompaña y no te deja en las malas.
— ¿Te moverás o solo te disparo a tí? Necesito que él esté muerto-habla presionando sus dientes-muévete y déjame hacer mi trabajo.
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Editado: 17.07.2025