Justicia Divina

7: Toma de decisiones

Arroja sus cosas a la cama y deja caer su cuerpo. Estaba indignada. Por nada del mundo podía volver a ver a su padre. Era ver al diablo a los ojos o incluso peor.

— Mi habitación está frente a la tuya-habla Nick quitándose su mochila-lamento haberte mentido-repite.

— Ni siquiera me conoces, no tienes por qué disculparte. Me iré de aquí en cuanto consiga un empleo y cumpla la mayoría de edad-habla entre dientes. Su voz se oía molesta y el joven lo notaba.

— Rebeca, tu padre ha cambiado-escupe provocando una risa en la chica-desde que tú y tu madre dejaron su casa, él entró en razón y es una buena persona.

— No, las personas no cambian y menos para bien. En especial ese hombre, que se hace llamar mi padre ¿Cómo sabes todo eso? -se da cuenta.

— Mi padre es amigo del tuyo, te lo he dicho antes...

— Nick, haz lo que quieras, pero yo me iré a buscar un trabajo. Tú quédate aquí, necesito estar sola-toma su bolso en donde se encontraban sus pertenencias más importantes y se encamina hacia la puerta del cuarto, pero Nick la detiene posándose frente a ella- ¿Qué estás haciendo?

— No puedo dejarte ir sola, sin conocer nada de la ciudad. Esto no es Florida, no conoces a nadie aquí...

— Tampoco a ti-confiesa-conoceré a alguien en quien realmente podré confiar. Te recuerdo que debo comenzar de cero aquí, tú más que nadie lo debe de saber-lo empuja y sale del cuarto.

Su sangre hervía. No lo quería cerca.

Pasó todo el día en busca de un empleo, pero nadie la aceptaba, incluso fue a restaurantes, pero tenían demasiado personal para aceptarla. Volvió al hotel con la frustración en sus hombros. Sacó su teléfono mientras caminaba a su habitación y vio su fondo de pantalla. Susan y ella.

Quería llamarla y decirle que estaba bien, pero no quería que corriera peligro. Tan solo debía esperar unos años.

— Veo que California te defraudó-Nick aparece de la nada junto a ella.

— ¿Y tú qué sabes? -busca las llaves de su puerta, pero su búsqueda es en vano, ya que no logra encontrarlas.

— ¿Perdiste algo? -interroga el muchacho observándola con duda.

— Creo que perdí la llave de mi cuarto-muerde su labio inferior de rabia. Su día no podía ser peor.

— Ve a pedir la réplica a la recepción-contesta con tranquilidad. Rebeca lo observa y sus ojos brillaban más de los normal. Esos ojos, ya los había visto, o eso sentía ella.

— Rebeca deja de mirarme así-Nick advierte.

— Ya te había visto ¿No es verdad? -Nick frunce el ceño-en la fiesta...

— Rebeca, creo que te estás equivocando-responde ofendido.

— No, eras tú-insiste y Nick rueda sus ojos frustrado-podría recordar esos ojos...con demasiada facilidad.

— ¿Tomaste algo, te sientes bien? -le toca su frente en busca de signos preocupantes.

— No-responde dejando que el chico toque su rostro completo.

— ¿Por qué eres tan terca? -le tinca su frente dejándola roja-iré por tu llave, quédate aquí-el chico se marcha y en esos minutos el teléfono de Rebeca suena.

Lo busca para observar la pantalla y allí estaba el nombre de su amiga. Quería contestar, pero no debía. Colgó en cuanto vio la silueta de Nick.

— Aquí está-se la extiende, pero la eleva antes de que la tome-solo no la pierdas-se la entrega y deja que la tome-descansa, mañana tendrás otra dura caminata en busca de tu empleo-le obsequia una sonrisa sincera y se encamina a la puerta de cuarto, que se encontraba a unos metros de él.

— ¿Puedo llamarte si tengo alguna emergencia? -el chico asiente y entra. Baja sus cosas de la cama y se recuesta. Cierra sus ojos por el cansancio y los orbes verdosos aparecen nuevamente. Eso provoca que los abra bruscamente-no, no es Nick...-su desilusión aumentaba-Tal vez jamás los vuelva a ver-posa la almohada sobre su rostro.

Unos minutos después, el sueño se apoderó de su cuerpo. Su mente le recordó nuevamente esa noche de la fiesta a través de un sueño. Dentro de sus fantasías intentaba hablar con él, pero no lo conseguía. Tenía el mismo final que siempre. Él desaparecía entre la multitud de personas.

Los golpes de la puerta hacen que se sobresalte cayendo de la cama. Corre hacía la puerta y ve a Nick.

— ¿Qué quieres? -la chica frota sus ojos intentando quitar el sueño como por arte de magia.

— Prepárate-su tono de voz no era como el de la noche anterior, era más autoritario-debemos hacer un viaje-la examina de arriba a abajo mientras espera una respuesta.

— Te dije que no veré a mi padre...

— No veremos a tu padre-la corta-solo alístate-habla para irse a su cuarto nuevamente.

Rebeca quedó un rato parada en su puerta, ya que no sabía los planes de su gran tutor. Obedeció a sus órdenes y se alistó. Tomó una ducha rápida, se vistió, tomó sus pertenencias importantes y salió de su cuarto. Cerrando con seguro su puerta, escuchó como la puerta de enfrente se abría.

— Pensé que jamás saldrías-bromea con una sonrisa.

— No le veo la gracia, tengo muchas cosas por hacer ¿A dónde quieres ir? -guarda sus llaves en su bolso y Nick toma su mano tomando por completa sorpresa a Rebeca.

— ¿Qué haces? -su voz tembló al acto repentino.

— Solo hazme caso y sígueme la corriente-le guiña un ojo para salir del lugar.

Ambos toman un taxi y ella, al no conocer absolutamente nada de la ciudad, solo confía en su compañero. El viaje se le estaba volviendo eterno y Nick no emitió palabra alguna.

Luego de unos largo minutos, el taxi se detiene frente a un edificio de tres pisos con un cartel que captó la atención de Rebeca.

— ¿Fairmont? -su mirada se iluminó al ver la escuela que creyó imposible a lo que el chico ríe.

— Ven conmigo-toma su mano y bajan del auto. Ambos se adentran al instituto, captando la atención de todos allí. La joven podía notar las miradas asesinas que le enviaban las colegialas al ver su mano entrelazada con la de Nick.

— ¿Eres muy conocido aquí? -sonríe sin mirarla.




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