Justicia Divina

13: Sangre y Lealtad

Sus ojos se abrieron lentamente. Lo último que recordaba era que estaba en el auto de Ethan camino al hospital. Su mente se desconectó luego de eso.

— ¿Cómo se siente, señorita Ortiz? -una enfermera cambia el suero, mientras toma sus signos vitales.

— Estoy bien-habla. Ni siquiera sabía el por qué no sentía dolor alguno. Tal vez era el efecto de los analgésicos o la misma anestesia, fue lo único que pensó.

— Sus signos vitales están perfectos, si se encuentra mejor por la tarde, podremos darle de alta-le sonríe y se va.

Se mantuvo con su mirada perdida en el techo. No comprendía qué había pasado exactamente. Del por qué Nick le había disparado. Se incorporó lentamente esperando alguna punzada por parte de su herida, pero no había rastro.

— Rebeca, ¿Qué estás haciendo? -Ethan se acerca rápidamente hacia ella para tomar su brazo y recostarla de nuevo, pero la chica se niega poniéndose de pie- debes mantener reposo ¿Te duele algo? -ella niega con su cabeza y la mirada del joven se desvía. No podía mirarla.

— ¿Sucede algo? ¿Acaso perdí mi riñón o algo parecido...?

— Admiro tu sistema, Rebeca-Habla Bill entrando a la habitación.

— ¿Quién es usted? -El joven toma su antebrazo levemente y la coloca detrás de su cuerpo.

— Ella no será un conejillo de indias como yo. Aún no sabemos el cómo fue compatible con mi sangre, pero no será de investigación. Experimentarás una cura conmigo y si funciona, ayúdala...

— Ethan ¿Qué sucede? -lo obliga a mirarla.

— Necesitabas una transfusión de sangre y Ethan te entregó la suya.

— Pero soy O-...

— Él tiene sangre dorada, es compatible con todos los tipos de sangre. Y por lo que vemos, tu sangre fue compatible con la droga que hay en él.

— ¿Quieres decir que tengo esa misma droga...en mí? ¿Eso es malo? Mi cuerpo lo resistió ¿no?

— Estás viva, eso quiere decir que sí-Rebeca sonríe y Ethan frunce el ceño-deben darte de alta lo antes posible, no podemos quedarnos aquí por mucho tiempo. Sería peligroso para ambos.

Ella asiente y las siguientes horas fueron muy aceleradas. Rebeca conoció a Jared, Bill y a varios de sus agentes que trabajaban con ellos temporalmente.

Ethan por su parte se sentía culpable por haberla metido en ese enrollo y la ignoraba. La chica se acercaba a él, pero solo se apartaba de su presencia. Hasta que varios días después, Rebeca se hartó y decidió ponerle un fin a ese desinterés.

Se encontraban en la casa de Ethan, que estaba a las afueras de la ciudad. Allí, estaba los cuatro tomando apuntes sobre el bufete, hasta que Bill le propuso a Jared salir de compras por comida. Su amigo solo asintió, dejándolos solos a ambos jóvenes. Rebeca aprovechó la oportunidad de hablar con él.

— ¿Qué crees que traerán para cenar? -habla con una sonrisa, pero él niega con su cabeza sin mirarla

— No lo sé-sigue colocando papelillos en la pizarra.

— ¿Cuánto tiempo más vas a ignorarme? -corta sus movimientos.

— Hasta que esto acabe. No debí haberte metido en esto-tensa su mandíbula.

— Ethan, ya estoy dentro. Desaparecí de mi trabajo hace casi una semana, no volví a mi casa desde entonces ¿Crees que no quiero volver a hacer mi rutina?

— Lo siento-Rebeca intenta acercarse, pero él retrocede-no quiero lastimarte. Ese beso no debió ocurrir-ella muerde el interior de su mejilla con molestia.

— Bien, si nunca debió haber pasado nada entre nosotros, pues me iré. No tiene sentido que esté aquí. He perdido mi tiempo-toma su chaqueta y su bolso-Haré lo que me pediste desde un principio. Me alejaré del bufete-Ethan quería detenerla, pero sus pies no respondían.

— Gracias-fue lo único que dijo, a lo que la joven sale de la casa, poco iluminada por fuera. El sonido de la lluvia impactando contra el suelo, la deprimió aún más.

No tenía paraguas. No tenía su auto. Estaba a kilómetros de su casa y no podía pedir un taxi porque su teléfono había sido destruido. Definitivamente la suerte no estaba de su lado. Caminó hacia la lluvia y su ropa comenzó a empaparse rápidamente.

— ¿A dónde irás? -la interroga el chico abandonando la casa, para ir tras ella.

— A donde sea que no estés tú- se gira para observarlo todo mojado como ella-esa droga...evita que sientas dolor físico, pero no te protege de lo emocional-una lágrima caliente rodó por la mejilla de Rebeca. Las gotas de la lluvia la disimulaban, pero no escondían su rostro con tristeza-agradezco que me hayas salvado la vida, pero...me estás matando cada día con tu frialdad hacia mí.

— Creo que lo mejor sería que te alejes de todo esto. En cuanto descubramos una cura, prometo...

— No quiero tus promesas-le da la espalda caminando hacia la carretera. Las luces del auto de Jared la iluminaron tomándola por sorpresa. Bill baja del vehículo sobresaltado. Examina el rostro de la joven y sus ojos estaban rojos. Dedujo que estaba llorando.

No dijo ni una palabra y le abrió la puerta trasera del auto. Ella sin emitir una sola letra, sube. Jared baja y Bill toma el mando del conductor. Retrocedió hacia la carretera y comenzó su camino sin rumbo.

— No creo que sea una buena solución que te marches, no sabemos cómo podría reaccionar tu cuerpo a largo plazo...

— Da igual, moriré tarde o temprano.

— Piensa con tu cabeza, no con tu corazón. Sé que las cosas no están del todo bien con mi hijo, pero si piensas de esa forma, todo el plan que estuvimos organizando se irá al carajo. No permitas que tus emociones tomen control de tus decisiones. Sé que piensas que no soy tu padre para sermonearte, pero es un consejo que te doy como...-no supo continuar.

— ¿Un padre a una desconocida? -Bill ríe.

— Ahora iremos por unas cosas para ti, ropa y zapatos. Compraremos en tiendas un tanto alejadas del centro. Con respecto a Ethan...

— No quiero hablar de él-sentencia.

— ¿Te ha contado el romance que tuvo con una chica llamada Selena? -un sentimiento extraño se apoderó de Rebeca. La curiosidad se despertó en su interior, pero ese sentimiento no quería saber nada al respecto.




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