JUSTICIA MÉDICA
Ibrahim se mantenía en silencio dentro de su celda. Repasaba en la mente cada paso, cada indicación dada, cada corte preciso y meticulosamente planeado sin que lograra entender dónde había estado la falla.
Su paciente estaba en una fría plancha de acero en el sótano, inmóvil, incluso parecía pequeño a la vista al darle una primera mirada.
Recordaba haber hecho un primer tiempo quirúrgico excelente, un manejo de estructuras adecuado, y justo al estar a punto de decir que era momento de cerrarlo, vino el caos.
Aparatos sonando, las asistentes haciendo lo posible por mantener estable al paciente, y nada de lo que él hiciera parecía detener la baja cada vez más pronunciada de valores en los niveles de los aparatos.
Hasta que por fin, el silencio envolvió el quirófano y se mantenía solo ese pitido mortal como único acompañante en el ambiente, que indicaba que ya no había nada que hacer.
De inmediato fue reportado el suceso y él detenido. Otro médico se presentó para realizar un examen y reporte para deslindar responsabilidades, aunque a decir verdad… Era una burla eso. Una simple y vulgar burla enmascarada de lo que pasaría al final.
Desde el primer cuarto de siglo 21 ya se habían presentado problemas en todo el Sector de la salud, derivado por la clase política que no entendía aquél dicho de: “Zapatero a tus zapatos”. Ellos estaban para generar leyes que facilitaran la vida a las personas e hicieran una convivencia mejor entre todos, asesorados por expertos en aquellos temas de difícil manejo… aunque en realidad el procedimiento y el resultado no fuesen así.
Ya los libros de Historia mencionaban cómo varios grupos que en aquellos años eran catalogados como extremistas, comenzaron a marcar la agenda de lo que debía ser “socialmente correcto” ante los ojos de la clase política. Ibrahim recordaba haber leído de personas sin estudios superiores o con Especialidad de algún tema en particular, legislando en forma “moral” más que científica sin análisis de impacto social, o de cualquier otro tipo.
Su abuelo decía: “Los verdaderos hombres que podrían hacer un cambio con las Leyes, no se meten a la política. Prefieren dejar que otros las escriban aunque la mayoría de esas personas no sepa ni siquiera leer”.
En su paso por la Carrera de Medicina había leído como fueron generando descontento aquellos malos resultados por aparente mala praxis, pero muchos de ellos en situaciones en que el Médico o Cirujano no podía prever nada como en alergias, y después fue legislado que incluso la responsabilidad del restablecimiento de la enfermedad recaía en el Profesional de la Salud, aunque la recuperación fuese en casa y el paciente no obedeciera las indicaciones.
Siguieron los Veterinarios con situaciones similares e incluso más severas, al legislarse que debían por vocación atender pacientes aunque fuese por medios audiovisuales, con resultados de demandas increíbles por malos resultados de esos tratamientos erróneos que administraban al no poder evaluar directamente a los animales. Las responsivas médicas para las cirugías ya no servían para nada, ya que los dueños se abstenían de firmarlas y en cambio acusaban a los Médicos ante la ley de negarse a atender un enfermo, y las multas eran millonarias.
Se pensó que con la llegada de los robots a la medicina, todo eso quedaría en el pasado. Las máquinas eran funcionales, exactas, tenían miles de datos a mano ya que todo se registraba, aun en las consultas virtuales tanto en humanos como en animales.
Todos los comentarios positivos o negativos de los pacientes o dueños de ellos que daban en redes sociales, quedaban en las memorias de ordenadores y podían ser capaces de alertar de un posible resultado negativo pero no a los médicos, sino a las autoridades. Eso debido a que quedaban tipificados como delitos y no iban al expediente para los doctores. Era información “clasificada y protegida al ser privada”.
Y las máquinas vinieron a formar parte de todo ese problema también al ser, muchos años más tarde, legislado que al ser propiedad de alguien, se extendía la condición de “Ser” hacia ellas. Nadie entendía cómo era eso en un inicio, hasta que un técnico realizó una mala compostura en la computadora de una empresa y quedó inservible. El tipo fue enjuiciado y obligado a pagarles una cantidad enorme de dinero como si hubiese dejado inválido a alguien con su acto.
Ibrahim solo quería ser Doctor desde pequeño. Era su pasión desde niño al mirar a su abuelo y su padre atender personas en donde vivían… Tanta era esa pasión que estudió mucho y consiguió ser el primer Cirujano de hombres y robots humanoides al alcanzar éstos la autonomía híbrida gracias a los adelantos tecnobiológicos.