Justicia para Tessa

Justicia para Tessa - Parte 3

Ya por la mañana, Tessa se despertó en un agujero maltrecho que algún vehículo abrió en una pared, y que era demasiado incómodo para cualquiera, salvo alimañas.

Si algo le quedó claro de la huida de la noche anterior, fue que la estaban siguiendo. Pero, ¿desde cuándo? En realidad no importaba, ya no había vuelta atrás.

Ahora que tenía luz se decidió a comprobar los documentos que atormentaron al pobre Wilson. La carpeta, llena de gráficos y complejos análisis, mostraba la investigación de su marido acerca del polímero; y habría empezado su lectura si no hubiera sido por un pequeño sobre grapado a una de las hojas, dentro del cual había una tarjeta de memoria.

Pensativa, salió de su escondrijo y comenzó a andar. No podía volver a su casa, así que reflexionó durante unos minutos.

La chatarrería de la noche anterior le sirvió de inspiración para sus pasos siguientes: se dirigiría a la tienda de un prestamista que conocía, especializado en comprar tecnología y en ser discreto. Seguro que con la oferta adecuada podría ver el contenido de la tarjeta y planificar sus pasos desde ahí.

Una vez allí, y a solas, empezó a devorar los documentos, retrasando el momento más doloroso. Pero este tuvo que llegar, y reprodujo el contenido de la tarjeta de memoria.

Eran experimentos y disertaciones de Laurence y Wilson, de un momento del pasado en el que las cosas iban bien, ajenos aún de la tragedia que los acechaba.

Cuando terminó de leer y verlo en su totalidad, se sintió confusamente alegre y abatida; alegre porque su marido no murió en vano, pues encontró la salvación que todos necesitaban, o al menos, una esperanza muy grande. Pero la abatía ver aquello, volverlo a ver a él en la pantalla: no solo la hizo sentir aislada, sino también vacía por dentro. Sabía lo que tenía que hacer, y lo lograría, costase lo que costase.

Aquella noche, Víctor Thorne, presidente de Titans and Biologics, terminaba de dar una entrevista en el "John's Sanctuary City Live Show". Y estaba radiante.

Utilizó todo su carisma para afrontar las preguntas más incómodas que le habían hecho, y participó en los juegos del programa, e incluso en los bailes. Y en aquellos momentos, escuchaba sonriente el monólogo de despedida del presentador, cuando una figura sucia, demacrada y pálida, entraba en el plató.

Al principio, hubo algunas risas y comentarios, pensando que formaba parte del espectáculo. Pero entonces Tessa, con una granada en una mano y una pistola en la otra, disparó hacia la ventana de la sala de control. El estruendo de cristales rotos rompió la ilusión de que todo aquello estaba preparado, haciendo que cundiera el pánico.

Antes de que la algarabía se apoderara del set, Tessa tomó el control de la situación y avanzó hasta el centro del plató:

—¡Quietos todos! —gritó, sin dejar de apuntar a Víctor Thorne, el cual seguía sentado agarrando con fuerza los reposabrazos de su sillón— ¡Ustedes, los de producción, como vea que dejáis de emitir os lanzo la granada!

El aviso fue efectivo, y Tessa vio su imagen en las pantallas que había repartidas por el área, aunque prefirió no centrarse demasiado en eso: no podía arriesgarse a que el shock de verse a sí misma en aquel momento la hiciera flaquear.

Se hizo un silencio roto solo por los pitidos de algunos aparatos de grabación y las alarmas comenzaron a sonar. Hasta que Víctor Thorne habló:

—Ignoro a qué viene todo esto, señorita —empezó, relajando la postura en su sillón, como si fuera el de su oficina—. Pero seguro de que podemos llegar a un arreglo sin tener que recurrir a la violencia.

—Estoy totalmente de acuerdo —le contestó Tessa, intentando no mirarlo. Se dirigió hacia el presentador y le tendió la memoria con los vídeos—. John, si no te importa, conecta esto en tu pequeña consola y descarga el archivo “Conferencia comité universidad prueba 3”.

John giró la cabeza de un lado a otro, como si ante la situación hubiera decidido que nada de aquello iba con él, hasta que una leve gesticulación de Tessa con la pistola le hizo reaccionar:

—Sí, sí, por supuesto. Aunque debo advertirla de que el estudio tiene una política muy rígida sobre este tipo de cosas. Lo que no haya pasado por el control de calidad no puede ser emitido.

—Tranquilo, John, no hay material sensible y es contenido recomendado para toda la familia —contestó Tessa tirante, lo que hizo que el presentador hiciera algunas manipulaciones en la consola de escritorio.

—Ya está —manifestó el locutor unos segundos después— ¿Y ahora?

—Ahora reprodúcelo, por favor —pidió Tessa, volviendo su mirada hacia Thorne. Aunque este no la observaba a ella, sino a John.

—No lo haga.

Los ojos del presentador bailaban de uno a otro, esperando a ver cómo se resolvía ese conflicto. Pero cuando Tessa volvió a apuntarlo con su arma, el señor Thorne simplemente declaró:

—Si lo hace, no volverá usted a trabajar en esta ciudad, se lo aseguro.

Y Tessa, como respuesta, lo apuntó a él.

—¿Tiene miedo de algo, Thorne? —le preguntó suavemente, dando un paso hacia él— ¿Quizás ya no ignora a qué viene todo esto?

—¡Tessa! —exclamó alguien desde una de las entradas del plató.

Los presentes en el estudio se volvieron para mirar de quién se trataba excepto la mujer, ya que era quien lo había llamado.




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