Justifiquemos la diferencia de edad

Capítulo 01: Madrugada inocente

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La madrugada era cálida o así era como la sentía en ese momento. Porque estando lo que siempre había soñado, deseado y mi corazón pedía a gritos hace dos meses atrás. Y que ahora este pasando, se me hacía demasiado irreal.

Mi respiración era demasiado pesada, por la emoción mi corazón estaba muy acelerado que se sentía como si quisiera escapar de mi pecho. Un calor totalmente cálido me estaba invadiendo, me sentía muy segura, cómoda y sobre todo no quería que acabara en ningún momento.

Los segundos que trascurrían en el movimiento de nuestros labios, eran lentos. Pero un ruido, un misero ruido fue suficiente para reventar la burbuja que nos había envuelto en ese momento. Que se iba a volver inolvidable, porque era un comienzo.

Al romper el cálido y torpe beso, ambos recargamos la espalda a la pared con la respiración irregular y una sonrisa dibujaba en nuestros rostros, o quería imaginar que él estaba así. Ya que la obscuridad nos cobijaba. Quien había provocado el ruido y roto nuestro momento hablo;

—¿Qué están haciendo? —Cuestiono su hermana, que se encontraba a un lado de nosotros. En la misma habitación, cama y usando mi laptop.

Mi garganta de pronto se sintió seca, no me atreví a responder. Sin embargo, el sí lo hizo, quitando la cobija que nos envolvía hasta la cabeza haciéndome pequeña. Me sentía como una niña realizando una travesura.

—Solo estamos escuchado música — señala el teléfono y los audífonos que compartíamos —, sigue con la computadora y nosotros acá.

Trague saliva, ¿Cómo que seguir? En lo profundo de mi ser decía y resonaba un sonoro "no". Pues no quería volver a sentir esa necesidad de quererlo besar de nuevo y sentir ese picor en mi pecho. De alguna forma sentía que solo era el momento y en la mañana todo esto del beso se olvidaría.

Sin volver a decir más, el cobertor volvió a taparnos y él su atención a mí, tomo mi barbilla de alguna forma suave y se acercó de una forma lenta a mis labios a los míos. Sabia por anticipación que el calor se volvería a encender en mi pecho, y solo me dedique a devolverle el beso de las mismas ganas que él.

En lo muy profundo de mi mente decía que estaba mal, que no debía de caer en eso. Solo por las diferencias de edades, sin embargo, ahí estaba yo cumpliendo mi deseo de besarlo y no pensar más que en sus agradables labios y el calor de mi pecho junto con el suyo que desprendía.

—¿Oigan cómo se le hace a esto?

Nuestro beso fue interrumpido de nuevo, él solo lleva un dedo a sus labios para que callará para ir a ayudar a su hermana. Yo solo volteo los ojos al cielo.

—Ya te lo expliqué varias veces, ¿Cómo no entiendes? —Cuestiona de alguna forma, ya irritado. Y pues, yo estaba igual.

Por primera vez, no quería que me interrumpieran en esto. Quería vivirlo, sentirlo y no ser de alguna forma interrumpido de esta forma.

—Se me olvida —Se justifica ella, dando una mirada de reojo hacia donde estábamos nosotros.

Sabía que había hecho eso porque la pantalla de la computadora era la única luz de la habitación. Las luces estaban apagadas para no despertar a los demás de la casa.

Sentía mi rostro de alguna forma caliente, quizás mis mejillas estaban coloradas. Quería verlo, saber sí estaba de igual forma. Sin embargo, no me atrevía a verlo.

Y una vocecita en mi cabeza se reía de mi situación. Estamos compartiendo un momento y me da pena verlos a los ojos. Quizás porque el beso bien a nublar mi mente para quererlo repetir.

¡Por Dios!

Llevaba dos malditos meses imaginado sus labios contra los míos. Pero no de esta forma.

—Podemos continuar.

Pide de alguna forma, yo no tengo voz para poder responder. lambo mis labios y no sé si continuar o parar la situación.

Al parecer el entiende mi actitud, me da una pequeña sonrisa qué dejan al descubierto sus hoyuelos en cada mejilla. solo eso me deleitaba y hacía mi corazón dispararse a mil por hora.

Con solo ver sus ojos, su sonrisa de alguna forma me trasmite una seguridad qué me da miedo.

—Quiero dormir.

Fue lo único que salió de mi boca, haciendo qué mi corazón palpitara a gran velocidad. Y en mi mente me regañara por esa respuesta.

Yo quería continuar, pero era mejor parar la situación.

Me hacía sentir feliz. Demasiado y, sin embargo, entendía que también estaba haciendo algo mal por mi parte, por el hecho de que nadie sabia nada y a la vez mis sentimientos hacia el eran demasiado traslucidos. Muy transparentes. 

 




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