Justifiquemos la diferencia de edad

Capítulo 04: Deseo que llegue la noche, para fundirme en tus besos.

El lunes volvió, sabía que me lo iba a encontrar en casa, puesto que su turno de secundaria era vespertino y cuando yo llegaba a su casa eran apenas las nueve

El lunes volvió, sabía que me lo iba a encontrar en casa, puesto que su turno de escuela era vespertino y cuando yo llegaba a su casa eran apenas las nueve. Cuando todos aún dormían, pero mi sorpresa fue que estabas despierto. Al cruzar el umbral, estabas el sentado disfrutando una taza de café con una sonrisa.

Sabía de sobra que el café era su bebida favorita. Y ahorita, la estaba acompañando con unas galletas en forma de animalito.

—Hola —saludo casi sonriendo, él solo me sonrió con amabilidad —, ¿Aun duermen los demás?

El asintió.

—Si, me levante cuando mi abuelita ya se iba a su trabajo.

Si, creo que se levantó por el café porque por otra cosa no creo que se levanté. Porque la vaga esperanza de ilusión de que me espere, estaba realmente fundida en lo más obscuro de mi corazón.

Saqué lo que traía, pues no era la gran cosa más que las tortillas que mi madre mandaba a la familia, mi mochila con mi ropa y mi libro con un cuaderno.

—¿Quieres café? —invita, poniéndose de pie, metiéndose a la pequeña cocina para servirme un poco de café negro.

Me puso los nervios de punta al sentir que pasaba por un lado de mí. Casi que se pegaba demasiado, sin embargo, solo fue un momento.

Camina de nuevo a la mesa y me siento un poco lejos de él. Me mira un poco con burla.

—¿Por qué tan lejos?

Su voz me irritó cuando esa pregunta en forma de burla rondó el ambiente.

—Nos puedes ver...

—¿Quién? —cuestiona, aún sin quitar esa sonrisa de ironía en sus labios. Esos malditos labios que desvíe mi vista a los suyos y de pronto se secó mi boca, así que solo pase saliva.

—Pues, tu mamá.

Achica sus ojos como juzgándome.

—Day, ella está dormida.

Yo me encojo de hombros. Era estúpido qué me aleje de él de esa forma, sabiendo que antes andábamos demasiado pegado.

¿El beso iba a hacer cambio entre nosotros?

Le doy un sorbo a la taza de café y no le quito la mirada. Él solo se dedica a beber su café, sin emitir palabras o solo estaba esperando qué le dijera algo, pero yo no encontraba que decirle.

Un suspiro que salió de él con fuerte, que me terminó asustando y me hizo saltar en mi lugar. Solo sonrió inocente.

—Sabes, solo espero que llegue pronto la noche.

Casi que escupo el café, lo miro con interrogación. Aunque yo también espero con ansias la noche.

—¿Para? —Indago, sabiendo por dónde iba el asunto.

—Hazte qué no sabes.

Con el exquisito beso se abrió a más juegos conmigo o qué. No sé si mejor era hacerme la loca o simplemente seguirle el juego.

Carraspeó un poco incomoda.

—Sabes si van a pasar navidad en casa de mis papás.

Se encoge de hombros, restándole importancia y dice;

—No ha dicho nada papá.

Al escuchar solo que llamara «papá» a mi hermano mayor, hacía sentirme terrible porque me estaba colando por él y no estaba correcto hacer eso.

Cada qué le dice de esa forma, me hace dejar de sentir o tan siquiera pensar en algo para nosotros dos.

—Entiendo —digo sin apliqué de emociones, dándole el último trago al café y poniéndome de pie.

Él imita mi acción, yo solo me voy a la cama donde suelo dormir y enciendo mi laptop para poder hacer cualquier cosa menos charlar con él. Al parecer, el entendió que no quería platicar por qué se fue al sillón y tomo su teléfono para jugar o quizás ver videos mientras se llega la hora de comer.

¿Por qué me tenía que gustar el hijastro de mi hermano? Y luego estaba de por medio que era un crío, alguien que quizás solo busca un rato de diversión y bay, bay.

Aunque, duro demasiado con su exnovia. Prácticamente cuatro años. ¿Por qué terminaron? Quizás no me incumbe ese asunto. Pero no ha tenido otra conquista más que con esa chica que rumoran que se acostó. Y él niega eso. ¿Acaso miente o es sincero? De igual manera, su hermana mayor es un poco mentirosa y suele pegarles a las cosas.

Pero ese día él. Ash ese día sentí tantos celos y una punzada de dolor al igual que cuando me dijo un ‹tengo nuevo pegué›, los demás notaron mis celos, pero al parecer él no.

Su hermana mayor llegó gritando y también corriendo esa mañana, llamando a padrastro. Loan la seguía.

—¡Apa! —Recuerdo que su grito retumbo en toda la casa, mi hermano salió del cuarto.

—¿Qué tienes? ¿Por qué gritas? —Cuestiona irritado por la interrupción de sabrá Dios que estaría haciendo.

—¡Loan se acostó con mi amiga!

Mis dedos quedaron suspendidos y pararon se escribir en el teclado, alzando la mirada y viéndolo de reojo.

—¡No es cierto!

—¡A qué sí!

—Mira, Loan —hablo Eran, de pronto su irritación pasó a enojo —. Yo no quiero que a esta casa traigan muchachas embarazadas. ¡Oíste!

—Pero solo lo hicimos con ropa —se defendió el ese día. Yo sentía que mi corazón se partía, y me sentí estúpida porque ni siquiera en ese entonces compraríamos más que charlas en las noches, película y música.

—No me importa.

Loan en ese momento volteo a verme, yo desvíe la mirada de nuevo a la pantalla. Haciendo como si nada, cómo si eso tan simple me estuviera afectando.

Párpado volviendo a dónde estoy, volteo a verlo, él ni siquiera sabe que sentí celos sin ser nada. Y ahora que llegamos acompartir besos, me estaba matando la incertidumbre. 




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