Justifiquemos la diferencia de edad

Capítulo 10: De mi parte siempre será, SI.

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Mi sonrisa creció tan solo al verlo subirse al mismo camión qué yo.

Eran las seis de la tarde, había salido de las clases de inglés aprobando para pasar al nivel básico A2 en la academia y verlo, coincidir en el mismo camión me alegraba mucho más que cualquier otra cosa.

Al momento qué paga, voltea a ver dónde sentarse su sonrisa surca en su rostro y se dirige a dónde me encontraba yo, por suerte nadie iba sentado al lado mío. Traía algo en su mano que agitaba con emoción.

—Hola —dijo casi que, con un susurro, mientras se sienta a un lado mío.

—Hola —le saludo apenas.

—Mira lo que hice para ti —me muestra una pulsera de hilos de colores: roja, azul y blanca de una forma trenzada.

Sin esperar tan siquiera que le respondiera algo, con la mirada me pide que extienda mi mano. Procede a amarrarla y contemplarla una vez qué está sujeta a mi muñeca.

—Le atinaste a los colores —indico con media sonrisa, últimamente sonreía más con él que con otra persona.

Y me consideraban una persona amargada y antipática. Pero con él, me desconozco un poco a mis pensamientos porque lo pienso más no lo digo por miedo a sonar demasiado cursi.

—¿Como por? —enarca una ceja. Odio qué él pueda alzar sus cejas de una en una y yo no.

—El rojo y el azul son mis colores favoritos.

Me sonríe, formando sus hoyuelos tiernos en sus mejillas.

—¿Adivina qué? —lo ánimo con la mirada a continuar —, los míos también.

Tomó nota en mi mente, ese pequeño dato.

Está semana era la última que asistíamos para poder ir al receso escolar de la época de navidad. Tenía demasiados sentimiento encontrados y sobre todo miedo, puesto que nuestro noviazgo lo teníamos oculto; nadie conocía de ello, quizás solo lo sospechaban o lo pasaban de largo.

Aunque bueno, solo llevábamos apenas una semana. Sin embargo, estamos más pegados qué nunca.

Hacíamos tarea juntos después de cenar, yo veía como jugaba a sus juegos que no lograban atrapar mi atención, así como él, veíamos videos de cualquier cosa.

En fin, hacíamos más actividades juntos y su hermana menos se nos incluía, haciendo prácticamente que a Loan se le colmada la paciencia y terminará gritándole.

✨•✨•✨•✨•✨•✨•

La noche se había llegado, no me habían encargado tarea en sí, pero estaba acompañando a mi novio qué hacía la suya, aún era complicado decirle de esa forma.

Él no era muy discreto que digamos, cada que veía oportunidad sus besos volaban a mi dirección.

—Puedes parar un momento —le riño de una forma, quizás tosca. Porque su sonrisa decayó.

—¿Te molesta?

—No, pero alguien te puede ver —le digo lo obvio, recordando qué lo nuestro es «secreto».

—Acaso importa.

—Pero tú...

—No estamos haciendo nada malo, ¿O sí?

Tú no, pero yo sí. Ante la ley, claro.

Solo lo pienso, no quiero decirle.

—¡Galván! —le digo en reproche. Su sonrisa socarrona vuelve a su rostro.

—Entiendes que a la mujer la juzgan más ¿No?

—¿Cómo?

—Un hombre puede andar con mis mujeres y es un macho alfa, y una mujer ya es una golfa, puta.

—Okey, entiendo, entiendo... Pero tú no estás haciendo eso —me escanea con la mirada y achica sus ojos — ¿O sí? ¿Andas con más?

—¿Qué? ¡No! Solo tú estás igualado.

—Entonces, qué tiene que ver eso con lo nuestro.

—Soy mayor que tú.

—¿Y? No me digas lo qué ya sé. Yo así te quiero.

—Sabes que puedo ir a la cárcel por esto —mientras digo eso, me apunto a mí y luego a él —un largo tiempo.

—Te espero.

Me irritó que lo dijera tan calmado.

—Tranquila, no va a pasar nada. Deja dé pensar en eso. ¿Sí? La edad solo es un número.

—Y la cárcel solo un cuarto.

—Deja de pensar en eso —recalca cerrando su libreta y su libro, guarda todo en su mochila en completo silencio.

Debería dejar de pensar en eso, pero solo investigue las consecuencias de andar con alguien menor. Sí, tenía miedo de lo que pudiera pasar y eso me estaba poniendo de nervios.

Dejar de ser tan paranoica. Era muy difícil para mí.

Aunque el noviazgo debía ser clamado y no lleno de estrés.

—¿Quieres ver una película? —Me pregunta, extendiéndome su mano para qué la tomé.

Vuelve a ver mi rostro y niega algo cansado.

—No te preocupes ¿Sí? —me pide, apretando mi mano en confort —, nadie te va a denunciar a la policía.

Me atrae a él y me abraza, aunque estaba más bajito que yo, estaba un poquito rellenito y todo tierno. Aún le faltaba desarrollo y sé que un día va a estar más alto qué yo.

Estaba pensando demasiado, preocupándome mucho. Sabía que la bomba iba a explotar en el momento que todos supieran que ando con él. Y ahí sí, tenía que soportar lo que realmente se venía encima.

Yo era una persona que caía demasiado fácil con las críticas de las personas. Quizás, ahora sería algo diferente.

 

 




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