Encontrar la casa tan silenciosa, hacia que mi pecho se aprieta ante el presentimiento. Sentía mucha presión que sentía sentirme desmayar, quizás estaba exagerando, pero nunca sabía cómo reaccionar a una situación como esta. Aunque tenga veinte años, no e tenido una vida de la cual admirarme y decir que he tenido muchos desafíos, tal vez, solo cuando fui niña y pase ese trago amargo que aún me perseguía y mi consciente seguía bloqueando.
Nadie había llegado de la escuela, la pequeña Leta se me hacía extraño que no estuviera en la sala haciendo su desastre por lo que intuí que estaría con la vecina jugando con su amiguita. Me fijo en la pantalla del teléfono, eran las seis y cuarto, se supone que todos deberían ir llegando de la escuela. Pero no.
Mis nervios estaban a flote, mordí mi labio inferior y tragué saliva antes de adentrarme más a la silenciosa vivienda. Puse lo que traía de refrigerador en él, mi mochila en la cama una vez que llegué a esa área, y por el rabillo del ojo vi a Yuli sentada en su cama viendo la pantalla del teléfono.
Mi cuerpo hormigueo cuando me llamo por mi nombre.
Con pasos un poco torpes, me dirigí a su habitación la saludé como de costumbre, con un beso en la mejilla y sin sentarme siquiera sentarme. Ella dejo el teléfono a un lado. Me vio a los ojos y yo no pude más que alejar mi mirada, nunca soportaba una mirada, aunque estuviera enojada, pero en este caso estaba muy avergonzada.
—Ya se todo —fue lo único que dijo, haciendo que mi corazón se desbocara y mi rostro se sintiera caliente ante sus palabras.
—Yo... —Ni mis nervios dejaban que pudiera tan siquiera completar una oración. Podía jurar que casi estaba temblando.
—Solo quiero saber —Continúo hablando al ver que no podía articular una palabra —, si solo quieres jugar con mi hijo, porque yo no...
—No, yo no quiero jugar con sus sentimientos —Aclaro tan rápido como pude.
Ella da un suspiro de alivio, y es entonces cuando se escucha que alguien llega a la casa, prácticamente se pasó directo a la habitación. Era él, se sentó a un lado de su mamá aun con su mochila en la espalda.
—¿Cómo es que...? —Digo sin siquiera terminar la oración.
Estaba hablando de la relación que tenía con su hijo, en SU techo. Él me miro a los ojos, al parecer el ya sabía.
—Tu hermano me dijo —Me respondió. Entonces entendí que no debí haberle sembrado la duda la semana pasada.
El viernes pasado me había mandado un mensaje, preguntándome sino tenía novio. Porque al parecer soy tan obvia en mis cambios de humos, lo cual yo no le respondí nada, sin embargo, su duda y respuesta rápidamente se fue a que traía algo con su hijastro. Yo no le di respuesta, solo le indiqué un "Quédate con la espinita de la duda". Quizás de ahí se agarró a investigar la situación.
Al parecer no soy tan buena guardando secretos de mi persona, o quizás si, solo que con él era raro que se le pasara una.
—¿Qué dijo exactamente? —Cuestiono con la boca seca.
—Algo sobre una espinita, no sé. —Indica viendo a su hijo —, luego dijo que algo se traían ustedes dos, por lo cual se le hizo fácil hackear la cuenta de Loan y vio unos mensajes.
Sentí mi cuerpo calentarse, no era de enojo, sino de vergüenza que sentí en ese momento.
Los malditos mensajes, prácticamente en esa red hablábamos abiertamente de nuestro tema del noviazgo, de "te quiero" "te acuerdas lo que hicimos anoche..." "besos" sobre todo los besos y la forma en la que llegamos a los roces, recuerdo que una vez hablamos de eso.
—¿Enserio lo quieres? —Interroga con seriedad. Yo asiento.
—Si, sino no estuviera ilusionándolo. Ni yo arriesgándome así.
—Sandy ya me había dicho que los vio besarse una vez en el sillón, pero no le creí —informa con una pequeña sonrisa.
Para, quizás calmar la tensión que yo estaba reflejando en mi persona.
—Sabes qué ella es medio mentirosilla, por eso no le creíste —habló al fin su hijo.
Ella asiente dando un suspiro, se puso de pie.
—A ver cómo le hacemos con tu hermano, sé que no la va a hacer de pedo, pero a ver como lo calmo.
Y sin decir más, salió de la habitación. Loan se acercó a mí y me abrazo, mis ganas de llorar me atacaban, por lo que solo decidí tratármelas y corresponder el abrazo porque era lo que necesitaba en ese momento.
—Todo va a estar bien.
Solo trago saliva, y termino por asentir. Aun sin dejarlo de soltar.
—Espero todo este bien —indico con la voz rara.
—Yo voy a estar contigo, ¿sí? No te preocupes.
Editado: 28.12.2023