Justifiquemos la diferencia de edad

Capítulo 23: Discusión

—Otra vez —indica con fastidio tomado una papita y metiéndosela a la boca.

Dejó el teléfono a un lado. Lo observó sin descaro.

—¿Qué pasó?

—Estamos viendo una película en la televisión ¿No? —yo asiento queriendo tomar el teléfono cuando vibró en el sillón.

—Sí.

—Entonces deja el teléfono.

Responde ya fastidiado, tomando mi mano para qué deje de buscar el teléfono. Apretó mi mano haciendo que un quejido me saliera de mis labios, por lo cual quise que me soltará sin embargo no hizo caso y su agarré disminuyó un poco.

—¿Qué es más importante qué pasar tiempo conmigo?

—Solo contestaré un mensaje.

—Eso ya lo dijiste como cuatro veces —aprieta su quijada y sus ojos brillaban en enfado.

Yo solo suspiro, eso hace que deje lado las Sabritas que compartíamos, qué él comía más que yo, agarro el control remoto y procedió a hablar:

—¿Quién es más importante? —interroga apagando el televisor, acomodándose para verme un poco mejor.

Ese simple acto me hizo tragar saliva porque odiaba que me mirarán a los ojos. Y él sabía que con ello yo hablaba, si esquivaba el tema sería peor.

—Nadie.

—¿Entonces?

—Mejor veamos la película —intente agarrar el control remoto pero el me lo arrebato y lo puso bajo su muslo.

—No me vas a decir ¿Verdad?

No dije nada, él dio un soplido enfadado. Viéndome con desdén, sus ojos me vieron con decepción, pero guardaban esperanza que le dijera.

—Estoy platicando con René.

Solté de sopetón.

—¿De?

Hago una mueca —. Cosas.

—¿Cosas? —repite enfadado —, se suponía que no lo tenías en WhatsApp.

—Es por vía Instagram.

—¿Instagram? Si son "cosas" porque te molestas en marcarlas así. ¿Puedo saber que son?

—Solo hablamos.

—Me estás esquivando el tema.

Solo de estar pensado que responderle y no sé enoje en el intento, me estaba dando dolor de cabeza. No sabía que decirle, no tenía idea de cómo reaccionaría o tal vez y por eso no quería decirle exactamente qué estábamos platicando. Aunque no era nada malo.

—Es sobre cuál facultad seleccionar.

Le digo sin más. Aunque él no sabía que había salido con él. O tal vez si porque ha estado en mírame, pero no me toques.

—¿Solo eso? ¿Y porque te haces de víctima? Eso me hace duda.

—¡Acaso no me tienes confianza!

—¿sabes qué? —indica prendiendo la tele de nuevo —. Sigue platicando con él y mi mintiéndome —sentencia mirándome de reojo —, Al parecer no te he dado la suficiente confianza qué yo te doy.

Lo último lo dice en un susurro que apenas alcance a percibir.

Me puse de pie, no soportaba más su actitud. Aunque había tenido la culpa porque no le dije con anticipación lo que platicaba, pero mi orgullo no me dejaba dar para más.

*   *   *

La tensión se sentía en toda la casa, creo que éramos el centro de atención del hogar. Porque desde que habíamos estado molestos todo se encontraba en un incómodo silencio, todos lo entendían menos Sandy.


—¡Oye! ¿Me quedará bien así? —Interroga doblándose más la falda hacía arriba. Yo la miro por entre mis pestañas húmedas.


Me ardían los ojos porque no quería que me vieran llorar, no me gustaba trasmitir lastima sin embargo con él podía quebrarme tan rápido.


Al parecer es mi talón de Aquiles y de alguna forma odiaba eso.


Yo solo me encogí me hombros ante su pregunta.


—¡Sandy! —Grita su mamá desde la cocina —, ella no está ahorita para responder tus preguntas.


—Ay, ama.


Solo con decir eso, se metió a la habitación de su mama para terminar de peinarse.


Habían pasado los días con demasiadas emociones, hacía pocos días había tenido una pelea con mi novio por el hecho de que platique mucho con mi mejor amigo.


Mi impotencia creía en cada segundo qué pasaba, el mirar la puerta del cuarto continuo cerrarse con fuerza fue la gota que derramó el vaso.


Tantas ganas de llorar y no poder hacerlo porque la atención estaba entre los dos, sentía que éramos el centro de atención en esta casa. Quizás esperar a una falla, un fracaso o nos venían como experimento. Tal vez solo era mi imaginación.


Con las manos temblando, me metí al chat que rara vez usábamos y le mandé un mensaje.


Me: Podemos hablar.


Le aplané al botón de enviar y rápido se marcó el leído, para pasar a escribir. Era demasiado lento en escribir y eso me ponía los pelos de punta. Lo odiaba, pero tenía que aceptarlo.


Galván ❤️: se suponía que habías formateado el teléfono, ¿No?

Si, anoche le había dicho que lo mejor era no tener ninguna aplicación y lo fórmate en frente de sus ojos, pero no resolvió nada. Solo combustiono más el enfado.

Me: volví a instalar las aplicaciones.


Galván ❤️: Me estás mintiendo, es el colmo.

Me: Ocupo las aplicaciones.


Galván ❤️: Para platicar con él, ¿Verdad?

Me: Por favor. Eso no es verdad.


Ya no me contestó, sino que salió de la habitación dando un portazo y viendo en forma de desafío, haciendo que me sintiera verdaderamente mal. Sin embargo, él camino a la cocina y luego volvió al lugar donde yo me encontraba para sentarse a mi lado. No quise levantar mi vista porque mis ojos estaban cristalizados.

Al parecer él era mi debilidad y me estaba matando con actitud dulce y a la vez con arrogancia. algo teníamos en común y el orgullo. Pero esta vez él lo rompió.

Tan solo acercarse a mí, me dio un abrazo que me hizo soportar las lágrimas que querían caer porque sabía que si las dejaba salir no iba a parar de llorar y eso no quería en estos momentos.




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