Ella, su piel blanca y suave como el algodón puro, sus ojos oscuros tan comunes como cualquiera, siendo capaces de llevarte al infinito como ninguno.
Ella, y su risa tan ruidosa y pegajosa,
que cuando se escuchan sus carcajadas juro que hasta las flores más cerradas,
y los capullos más pequeños, florecen todos sus pétalos, encantadas con su voz.
Ella, y sus pequeñas caderas, que se mueven al ritmo de mis latidos, siendo imposible no mirarle cuando camina por el pasillo.
Ella, y su energía contagiosa y maravillosa,
que tan solo con verla sonriendo, sientes electricidad recorriendo el cuerpo.
Ella, y su cabello, tan libre y alocado,
cayéndole por los hombros como una cascada de chocolate acaramelado.
Ella, y su boca traicionera,
te tienta cual manzana roja a sumergirte en su textura traviesa, y su dulce sabor a canela.
Ella, y su forma de dominar el lugar al pisar el suelo,
no hay nadie más dentro, solo ella robándome el aliento
Ella, quien adora jugar futbol, y aunque casi no puedo mirarle, luce cual fiera apunto de cazarte, pateando el balón.
Todos, sin prestar atención y ella, apuntando lo del pizarrón
Todos, gritando, ella en silencio
Todos, viviendo, y yo en pausa,
mirándola de lejos, queriéndole a distancia
Pues a pesar de todo, su corazón no lo tengo
y el mío, es suyo por completo.