La calidad de la compañía muchas veces proviene de personas que menos esperamos. En ocasiones, nos sorprendemos al descubrir que aquellas personas que no destacaban inicialmente en nuestro radar social pueden convertirse en fuentes de apoyo, comprensión y amistad invaluable. Esto se debe a que las apariencias a menudo no reflejan la riqueza y complejidad de las personas.
Al no tener expectativas preconcebidas, permitimos que las conexiones se desarrollen de manera auténtica. Las sorpresas positivas suelen provenir de aquellos que, a primera vista, pueden parecer menos llamativos, pero que poseen cualidades humanas esenciales como lealtad, empatía y sinceridad.
La buena compañía puede surgir de lugares inesperados, enseñándonos la importancia de no juzgar superficialmente y de valorar las verdaderas cualidades que hacen que una persona sea valiosa en nuestra vida.
Ambos caminaban sin rumbo, hablaban de cosas sin sentido, era algo extraño pasar de discusiones constantes a entablar una conversación normal y amistosa. Ninguno de los dos se lo espera, en ciertos momentos volvían a su realidad haciendo que la situación se volviera un poco incomoda, pero era solo eso, momentos.
Lucas decidió entrar a un restaurante que estaba muy cerca de donde vivían, entraron y tomaron asiento en una mesa para dos. Lucas había pedido su comida favorita, costilla de cerdo con BBQ.
—Emilia quiero saber más de ti - Emilia le miro sorprendida. Lucas se dio cuenta de lo dicho y trato de arreglarlo— Lo que trato decir es que, ¿cuánto tiempo llevas viviendo en ese departamento? — preguntó Lucas.
—Desde que empecé a trabajar—respondió Emilia mirando con temor como Lucas devoraba un pedazo de carne.
—¿Donde trabajas?—preguntó Lucas con comida en su boca.
—¡No hable así! — le regaño Emilia.
—¿Así como?—pregunto con el ceño fruncido.
—Con comida en su boca—le contestó Emilia riendo.
—Ah lo siento — dijo Lucas contagiándose de la risa de Emilia — Responde a mi pregunta — insistió.
—¿Cual? Ya me olvidé —dijo sonriendo.
—¿Donde trabajas?—preguntó nuevamente Lucas.
Emilia se quedo pensando en lo que pregunto Lucas.
—La verdad no tengo ni idea—le dijo mirando a otro lado, lentamente se fue levantando y empezó a caminar hacia la nada e ida en sus pensamientos.
—¡Emilia! —la llamó, las personas del restaurante lo miraron extrañadas, pero no le importo, dejo sobre la mesa su propina y corrió a buscarla.
🌼☁️🌼
Emilia estando sentada en una banca del parque, miraba a niños jugar con sus padres, personas caminando enamoradas, todos en familia, no sabia quien era en realidad, pensaba que tal vez Lucas tenia razón, tal vez era fantasma o espíritu que él decía. No entendía, no sabia que pasaba con ella, ¿Por que las personas no la podían ver? En su interior sentía que debería estar en un sitio, pero no sabia adonde, alguien la necesitaba y ella quería saber quien era realmente.
—Emilia—le llamó Lucas sacándola de sus pensamientos.
Se giro a verlo y se topo con sus ojos verdes.
—¿Que pasa?—pregunto Lucas preocupado.
—Nada—le respondió apartando su miranda.
—¿Segura? Se que es raro, pero puedes confiar en mi —le dijo Lucas apoyando su mano sobre la de ella, miro su mano tocando la de ella y lo miro.
—No se que es lo que esta pasando—le confesó — ¿Por qué eres el único que puede verme?
—Para ser sincero, no tengo idea— le dijo Lucas
—Me siento extraña, no sé qué es lo que está mal conmigo. Lo único que sé es que si no estoy contigo es como si no existiera. — le dijo Emilia con lagrimas en sus ojos — ¡Por Dios! Tal vez si estoy muerta —dijo mirándolo asustada.
—Ya no digas eso, siento haber dicho que estas muerta — se disculpó — Tal vez no estas muerta, tal vez solo pesas muy poco — dijo bromeando intentando levantarle el ánimo.
—Si tan solo pudiera recordar algo sobre quien soy o quien era, solo así lo sabría una vez por todas — dijo exasperada — Trato de recordar, pero no puedo hacerlo yo sola.
Lucas la miraba con un poco de pena, no hallaba ninguna solución para su problema. La mirada de Emilia pasó de tristeza a complicidad tomando desapercibido a Lucas, en ese momento supo lo que ella estaba pensando.
—¿No me estarás pidiendo que te ayude? — preguntó incrédulo.
—Escucha, tiene dos realidades a escoger — dijo enderezándose en su asiento — La primera es de una mujer que llegó a tu vida de una manera poco común y que en verdad necesita de tu ayuda.
—Mira, yo…
—Y la segunda es que eres un enfermo mental sentado en una banca de un parque hablando solo.
Lucas se quedó pensado en ambos escenarios, que por obvias razones iba a preferir uno.
—Creo que prefiero la primera —dijo finalmente.
—Muy bien — dijo levantándose — A investigar quien soy