Había planetas que quería dominar a los humanos, pero los protectores defendían a la tierra, aún que no podíamos decir fácilmente todos se llevaron bien con su líder y eso causaba una que otra complicación, ya que no se ponían de acuerdo con él en las batallas. Sin embargo obedecían a Edevane, está vez a ella la consideraban a líder, algo que Cassiel, no le importaba, después de todo, nunca había elegido ser líder, era lo que menos le importaba, nunca había sido de su agrado proteger a los humanos, mucho mejor no tener una responsabilidad.
Edevane le palmeó la espalda al joven de cabello negro, el cual gruño levemente, sus ojos rojos brillaron de molestia, a lo que la mujer río.
—No te sientas mal, ya verás que con el tiempo verán en ti el líder que eres —aconsejo la rubia.
—No me importa —respondió sin prestarle atención.
Era cierto a él no le importaba, ella lo sabía bien, sacudió su cabeza, y sonrió de lado, se sentó a su lado y recargo su cabeza en el hombro del joven, el cual no le prestó importancia, aún cuando ella era hermosa, parecía no importarle a él.
—Siempre haz sido un buen líder.
—No me conoces.
—No, pero haz protegido la tierra por años —le respondió, mirando el paisaje del planeta tierra.
Escucho un bufido de los labios del chico, dándole la razón, Edevane suspiro y cerró sus ojos, Cassiel por su parte miro de reojo a la chica, sonrió levemente mientras soltaba un suspiro, al menos alguien confiaba en él, en todos sus años siendo líder le tocó lidiar con esa clase de personas, las cuales no confiaban en él, en un humano que nació maldito, era poderoso, y el creador lo había bendecido, odiaba al Dios de su mundo, le dio algo que no había pedido, no quería ser más un protector, no deseaba proteger a los humanos que le quitaron todo, mucho menos convivir con seres de otro mundo.
Keyle sonrió ante la escena, observando de lejos, envidiaba aquello, no por una razón en específico, siempre envidio la belleza de Edevane como cualquiera, nadie podía ser como ella; la belleza encarnada. Lo más cercano a una deidad. Negó con su cabeza múltiples veces y decidió acercarse a la pareja.
—Lider y Edevane, ¿De qué hablan? —cuestionó lleno de energía, a lo que ambos voltearon a mirarlo.
—Energetico —murmuró Cassiel, a lo que la chica de su lado río levemente.
—Nae y Daisy, dicen que detectaron una presencia cerca de la tierra, fueron a investigar —informo, a lo que el de cabello oscuro, se puso de pie, casi tirando a Edevane, quien estaba recargada en él, ella también se puso de pie con ayuda de su amigo.
Pero para entonces el líder ya se había ido, ella negó con la cabeza.
—No confía en su grupo, eso solo traerá problemas —se quejó.
—¿Lo ves? —cuestionó su amigo, ella sonrió de lado.
—Lo hago —afirmó —¿Porque no me cubres? Es solo una distracción, él necesita hablar conmigo —le pidió a Keyle, el cual miro hacia donde había ido su líder y asintio con su cabeza.
Él sabía que ella era lo más cercana a una deidad, por lo cual era lo más cercana al Dios que creo los universos, los universos que fueron creados por un ser que desconocían.
Se fue volando hacia su líder, al parecer le gustaba jugar al creador, ya que había mandado un señuelo para que pelearán, mientras platicaba con Edevane, suspiro deteniéndose frente al enemigo, estaba loco, porque por más que odiara lo que hacía, le divertía todo lo que tuviera que ver con la palabra peligro; estaba enfermo. Vio aquel ser, tenía un cuerpo humano, pero en la espalda tenía cuatro alas negras, mientras que de su frente brotaba un cuerno negro, su cuerpo era rojo, y sus ojos de un color violeta, cabello negro, era de la raza: Oniomed, una raza demasiado peligrosa y poderosa, pero el sabía que no iba a ser difícil vencerlo, contaban con personas poderosas en su lado, si trabajaban juntos sería fácil.
—¡Yo te venceré! —gritó Nae la Aletsyta.
Todo sería un fracaso. Y como lo supuso, la falta de coordinación del equipo algún día llevaría esto a la ruina, Daisy estaba herido del brazo, gracias a que nadie le cubrió su espalda cuando atacó al enemigo por proteger a Nae, aún la chica mantenía su orgullo, tratando de demostrar lo fuerte que era, en cambio Cassiel, en su mano formó una especie de esfera negra, para atacar al enemigo, el de cabello rojo lo esquivo con suerte, río levemente.
—¡Ataca al enemigo no a mí! —exclamó, lo único que ganó fue una mirada de enojo por parte de su lider.
Nae susurro un conjuro, que nadie podía oir, pero sus labios se movían, una marca apareció en su frente; 死. Y una especie de humo verde se dirigió a su alrededor, ella sonrió levemente, pero el líder no pareció feliz, claro que no, porque una esfera negra, rodeó a Daisy, Keyle y a él mismo, les permitía respirar, parecía que no quería lastimarlos, los estaba protegiendo, ¿Pero de qué?.
—¡Para de una vez, Nae! —exclamó Cassiel, la mencionada lo miro molesta.
El humo verde rodeó al enemigo, pero el Oniomed, no se vio afectado, revoloteando sus alas, para llevar el ataque de regreso, Nae pareció asustada, pero su líder, la protegió con aquel escudo negro que creo en un solo instante, pareció suspirar pesadamente y hacer una mueca, antes de salir él del escudo, e invocar un cetro, el cetro tenía una esfera negra, parecía que dos serpientes estaban enredados en él, la colocó frente a su rostro, el báculo tenía algo escrito en uno de las serpientes; Quod Filius Dei. Esas palabras estaban escritas en idioma Latín, las letras eran doradas, ese objeto era una de las bendiciones que el creador le había dado. Las letras brillaron, y de ellas provino una luz blanca, que rodeó al ser con alas, quien grito de horror, al sentir que su cuerpo era destruido, y no podía hacer nada para detenerlo. Todos temieron.
Nae tembló de miedo. Daisy sintió como un escalofrío recorrió su columna vertebral. Keyle, sintió como el miedo paralizaba su cuerpo, pero por alguna razón le pareció interesante.
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Editado: 04.03.2020