Kadeus; Edevane y los protectores

Capítulo 4: Tiempo

Estaba sentado en su trono, a su lado estaban los guardias, ambos no tenían alas, sus formas parecía humana, así los había creado él, enfrente de él yacia un espejo en forma de niebla, en el observaba a Cassiel y Edevane hablando, frunció el ceño molesto habían pasado tres años desde que le había pedido aquel favor a la mujer, pero mientras más lo pensaba se arrepentía cada día más, no quería dañar a su único hijo, pero tampoco quería la destrucción del planeta tierra, amaba ese planeta el cual era su más preciada creación, suspiro sentado en el trono, recargandose, paso su mano por su rostro.

—Cree ese mundo, ¿Porque es imposible intervenir? —reclamó en voz alta, sus guardias lo vieron de reojo, pero siguieron en silencio, nadie era capaz de contestarle.

—Si me permites decirlo, fue tu culpa —respondió un joven, este no vestía ropa blanca, por el contrario, usaba vestiduras oscuras.

Su cabello era negro, y sus ojos de color gris, los angeles se pusieron en guardia ante la llegada de aquel ser, quien les dedicó una mirada de odio, una aura oscura comenzó a rodearlo, pero Kadeus se puso de pie, haciendo una seña a sus ángeles, para que retrocedieron y retomaran su posición.

—¿Qué quieres 253? —cuestionó, el chico río y negó con su cabeza.

—Solo vine a visitar a 15 —respondió encogiéndose de hombros. —He tenido problemas, ya sabes y me gustaría que me prestas tu poder de Dios —pidió guiñando el ojo, Kadeus se sentó en su silla y suspiro.

—Un Dios no puede interferir con la dimensión de otro Dios, lo sabes bien.

—¡Vamos!, Eres el más mayor que conozco entre los dioses de otros universos —suplicó, acercándose. —¡Ya fui con el primero!, Él me dijo que viniera contigo —rodó los ojos, a lo que el Dios de vestiduras blancas hizo lo mismo aprovecho, golpeo su frente con su mano, ¿Cómo que el primero lo había mandado al número 253?. Alzó su vista haciendo una seña de que hablara. —Ella, esclavizo a los humanos —el joven pareció temblar al mencionar a 'ella'.

—¿La chica de ojos rojos? —cuestionó. A lo que el Dios oscuro asintió con su cabeza. —No puede ser... ¿Cómo es que pasó eso?

—Las cosas pasan~ Pero no te preocupes, eso no pasará aquí, claro si lo sabes tratar —comentó encogiéndose de hombros, Kadeus suspiro.

—Te ayudaré —seguró, a lo que el otro Dios sonrió levemente.

[•••] 
1949

Edevane partió a la mitad al mutante, que estaba frente a ella, mientras que Daisy hacia una barrera protectora para que ningún humano se diera cuenta de la lucha que se llevaba acabo, aunque un humano se había visto en vuelto en esa problemática batalla, Nae estaba conteniendo su poder, ya que este mataba tanto enemigos y aliados, Keyle protegía al humano que estaba involucrado, mientras que Cassiel al ver al mutante muerto apuntó su cetro al cuerpo y este se convirtió en pequeñas partículas blancas, las cuales se elevaron al cielo desapareciendo.

—¿Estás bien? —cuestionó Keyle con una sonrisa amable al humano.

Todos observaron al humano, pero los del planeta Imak eran los únicos que no lo miraban con desprecio, eso incluía al líder, quien miro a aquel hombre con desprecio.

El humano se puso de pie nervioso, con su mano derecha se acomodó sus anteojos grandes y redondos, río nerviosamente, aceptando la ayuda del Imakycita, su cabello negro estaba alborotado por el aire de su alrededor, con pequeñas basuras en el, encima de su ropa portaba una bata blanca, abierta a la mitad y sucia, por el mutante que se habían enfrentado aquellos seres.

—¡E-Eso fue increíble! —titubeó cuando comenzó a hablar, ya de pie.

—No lo fue, un humano envuelto en esto fue la peor situación —se quejó Cassiel, bajando a la tierra. El hombre lo miro con admiración.

—Que más da Cassiel, no podemos cambiar el tiempo —le respondió Edevane, con aquella voz tan característica de ella, pero con un toque de burla.

Nae por su parte parecía ver al humano como una mercancía que debía comprar, más no era de su agrado, a lo que el humano se sentía nervioso, Daisy miraba con desdén al hombre, chasqueo la lengua y se giró hacia otro lado. El humano tembló y girándose nuevamente al Imakycita que le ayudo a ponerse de pie sonrió torpemente.

—D-Disculpe, mi f-fal-falta de educación... Soy Chris-Christian —tartamudeo, tendiendo su mano para saludar.

Keyle arqueo la ceja sin entender que era lo que estaba haciendo el nombrado Christian, pero respondió el saludo con una gran sonrisa.

—¡Un placer! —exclamó mostrando lo feliz que estaba aún sin soltar su mano.

—Hay que eliminarlo —murmuró en voz baja Nae, recibiendo la mirada de aprobación del Ligionita, mientras que Keyle decidió ignorarla, pero sintió el terror en el humano.

Soltó su mano con brusquedad, mientras retrocedió torpemente cayendo al suelo, algo que causó que el chico riera de manera sonora y se agachara.

—Dejalo, Keyle —ordenó su líder, acercándose al humano, mirándolo.

Christian se sintió intimidado ante los ojos rojos de aquel hombre, sintiéndose como gusano, sonrió nerviosamente, pero rápidamente borró su sonrisa y tragando saliva.  Cassiel le ofreció su mano, para que se pusiera de pie aquel mortal, pero éste temblaba al tratar de agarrar su mano, algo que desespero al lider de los protectores.

“Los humanos son criaturas cobardes”.

Agarro su mano y lo halo con fuerza, que el mortal soltó un quejido leve.

—¿Qué hacías por aquí, Christian? —cuestionó Edevane colocándose detrás de Cassiel, Nae rodó los ojos girando su rostro como si la escena le causará vergüenza ajena.

Keyle se puso de pie y sonrió al ver a su líder interactuar con un humano, tal como debía ser, ellos debían proteger a los humanos, no dañarlos, su amiga le guiño el ojo.

La belleza encarnada recordaba bien lo que el Dios le había dicho: Christian es un humano ambicioso y tratará de replicar sus poderes, no te preocupes no lo lograra, pero por nuestro propio bien necesitamos dejarle todo preparado para su hijo; Daniel, el será el que ayudará a la chica de ojos de rubí.




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