Kael El Dios Del Fuego

20: SOMBRAS DE LIMA

El laboratorio subterráneo zumbaba con actividad. Tubos de ensayo llenos de fragmentos ígneos, pantallas mostrando lecturas anómalas de energía y gráficos que fluctuaban con un patrón que ningún científico terrestre había podido descifrar. Yelena Hardy —conocida por su equipo como NOVA— no apartaba la vista de las lecturas térmicas que el fuego de Kael había dejado tras la batalla.

A unos metros de ella, Sophia observaba en silencio. Sus ojos estaban fijos en una de las pantallas que reproducía en bucle la escena final del enfrentamiento: Kael de pie sobre los restos de un edificio colapsado, con el cuerpo inconsciente de Valentina a sus pies. El fuego lo rodeaba como una corona, sus ojos brillaban con una intensidad sobrehumana… pero en su rostro no había crueldad. Solo furia contenida. Y dolor.

—Todavía no puedo creer que derrotara a Valentina —susurró Sophia, rompiendo el silencio. Su tono era más reflexivo que admirado.

Yelena cruzó los brazos. No contestó de inmediato.

—Ni yo —dijo finalmente—. Pero lo hizo… y lo hizo con facilidad.

—En medio de todo… hablé con una de ellas. —La voz de Sophia bajó un tono—. La que estaba vestida con armadura negra… la que parecía más calmada.

Yelena alzó una ceja.

—¿Y?

—No dio su nombre, pero habló con honestidad. Dijo que habían sido desterrados. Que su planeta está bajo el mando de alguien peligroso… un traidor, alguien con demasiado poder.

—¿Y tú le creíste? —preguntó Yelena, girándose hacia ella.

Sophia asintió.

—Sí. Le temblaban las manos cuando hablaba de su hogar. Nadie miente con ese dolor.

Un silencio pesado cayó entre ellas. Valentina yacía en una camilla del ala médica, aún inconsciente, mientras su cuerpo se recuperaba de la sobrecarga de energía que había sufrido.

Entonces, una alarma roja parpadeó en la parte superior de las pantallas. Un pitido agudo cortó el momento de reflexión.

—¿Qué es eso? —preguntó Sophia, acercándose.

Yelena se adelantó, escribiendo su código en el panel de acceso. Un archivo del FBI apareció en pantalla, clasificado como Amenaza de Nivel 1. Las palabras “ATERRIZAJE NO IDENTIFICADO” titilaban en rojo. Ubicación: Lima, Perú.

—Otro… —murmuró Yelena.

El archivo incluía imágenes captadas por satélite: una silueta brillante descendiendo sobre la ciudad costera, rompiendo la atmósfera como una lanza de hielo o cristal. El impacto había creado una onda expansiva leve, pero sin víctimas. Aún.

—¿Será aliado o enemigo? —preguntó Sophia, ya caminando hacia su equipo.

—Eso vamos a averiguarlo. —Yelena apretó los dientes—. Reúnan a Teresa y Frederick. Nos vamos a Lima.

Mientras tanto, muy lejos de allí, entre ruinas en reconstrucción, Kael, Aeris y Aenara se ocultaban en la sombra de un templo abandonado en las montañas, sin saber que la caza ya había comenzado nuevamente… ni que un nuevo actor, más frío que el hielo y más silencioso que la noche, acababa de llegar a la Tierra.




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