Al subir al siguiente piso, me encontré con diversas esculturas de piedra talladas con una precisión asombrosa.
Me acerqué a una de ellas para observarla detenidamente.
No parecía humana.
Tenía cuernos que sobresalían en forma de corona alrededor de su cabeza, y desde ahí nacía una melena ondulada que caía hasta su cintura.
Más abajo, llevaba puesta una armadura que parecía una mezcla entre metal y tela pesada.
En el centro del pecho, tenía un símbolo peculiar: una calavera con dos alas desplegadas a los lados.
Su rostro era humanoide, pero destacaban unas marcas extrañas en la frente y las mejillas, como si fueran marcas de nacimiento.
En una mano sostenía un escudo y en la otra, una espada larga.
La empuñadura estaba adornada con gemas distribuidas de forma simétrica.
Aunque era una armadura, también parecía una túnica, y desde la espalda emergían unas alas.
Debajo de la estatua había una placa que decía:
"Aquí yace Aarón, el siervo de Osar.
Ayudó a conquistar reinos enteros, pero cayó bajo una maldición que le hizo perder el control de su sed de sangre.
Su propio rey tuvo que sellarlo con el Conjuro del Sellado de la Ceniza Oscura para evitar que destruyera su reino."
Me quedé perpleja.
Nunca había leído ni escuchado nada sobre ese tal Aarón ni sobre el reino de Osar.
Ningún libro de historia lo mencionaba.
Pero, considerando todo lo que ya había visto en esta casa, supuse que lo mejor sería no cuestionarlo más.
Nada en esta mansión parecía ordinario.
Me dirigí a buscar la carpeta de instrucciones del piso.
Al abrirla, encontré una sección titulada "Estatuas de batalla", y allí estaban las indicaciones para limpiar cada una.
En la zona donde estaba Aarón, debía preparar una mezcla especial con una planta específica llamada flor demoníaca.
Era una flor con un color rojo intenso y su parte central era negra, con unos matices anaranjados que parecían consumirla desde adentro.
Además, debía usar un aceite que tenía un nombre en los mismos símbolos que había visto escritos en algunas plantas y cuadros del laberinto
"Nareth'vok sha'ther"
Al combinarlos, se formaba una crema espesa que, al aplicarse sobre la piedra, no solo limpiaba la superficie, sino que parecía reforzarla.
Al acabar esa sección, me fui a la siguiente.
Allí había estatuas de criaturas extrañas.
Por ejemplo, una criatura que se asemejaba a un lobo, pero lo diferente de este animal era que le sobresalía un cuerno de su frente y su espalda estaba cubierta de espinas en forma de dagas.
Cuando leí la placa, decía "Lizan'thor vaer'hal"
La descripción estaba en español y decía que era una especie de "Vael'droth Kaer'vyn". No sabia si estaba pronunciando bien el nombre, pero trataba de darle sentido a ese idioma que era tan extraño para mí, pero a la vez tan familiar.
Era imposible... yo nunca había tenido interés en aprender idiomas antiguos.
Seguí leyendo.
Decía que esta especie se extinguió hace más de 500 años.
Era una especie inteligente, pacífica, que cuando encontraba pareja era la única que tendría en su vida.
Concebían cada 10 años, y sus espinas servían para hacer herramientas.
Su cuerno excretaba una sustancia que ayudaba a las personas cuando tenían una maldición.
Más abajo decía que, por culpa de los cazadores, se habían extinguido...
y que este era el único sobreviviente.
¿Qué quería decir con esto?
Que no solo eran estatuas.
Con lo que había visto en la mansión, no me sorprendería que todas estas estatuas en realidad fueran las criaturas mismas, puestas en un estado de hibernación.
En esta sección había tanto criaturas grandes como pequeñas.
Unas más extrañas que otras.
Pero si me quedaba viendo cada estatua, no podría acabar de limpiar.
Otro día leería con más calma e iría al pueblo a comprarme una libreta para poder escribir lo que me llamara la atención.
Y cuando viera al señor Hunt, en dos años, le preguntaría.
No me importaría regresar en ese tiempo al pueblo para que me diera unas cuantas explicaciones.
Ni siquiera Fabián me detendría.
Según las instrucciones, estas estatuas requerían soluciones más simples: agua tibia con desinfectante.
Y para otras incluso se requería limpiarlas con incienso que, al consumirse, dejaba un suave aroma a flores silvestres en el aire.
Cuando acabé y quise acercarme para seguir leyendo, algo me interrumpió.
El reloj central del salón comenzó a sonar con un campanazo grave y profundo.
En la pared del fondo apareció una frase escrita en letras brillantes:
"SAL AHORA. YA SE CUMPLIÓ TU TIEMPO."
Mi cuerpo reaccionó antes que mi mente.
Tomé apresuradamente los productos de limpieza y corrí hacia la salida.
Justo cuando crucé la puerta, esta se cerró de golpe detrás de mí.
Un nuevo mensaje apareció sobre la madera:
"Por hoy, ya no puedes subir. Vuelve mañana."
Me quedé en silencio frente a la puerta cerrada, tratando de recuperar el aliento.
Cada día en esta casa parecía más cercano a una novela fantástica que a la vida real y empezaba a sospechar que lo que me había pasado no era nada, comparado con lo que podía aparecer.
Bajé lentamente por los pisos y, antes de llegar a la planta baja, me desvié para ver cómo estaba Bert.
Al sentirme cerca, comenzó a moverse con entusiasmo.
No pude evitar sonreír.
A mis 27 años, jamás me habría imaginado tener una planta carnívora como mascota.
Estaba tan emocionado que se subió sobre mí, y entonces me di cuenta de algo sorprendente: tenía pequeñas patas.
Al principio había pensado que eran raíces, pero no... ¡se movían!
Me dio tanta ternura que no me importó que el día anterior hubiera baboseado mi libro.
Le di dos arañas -su golosina favorita- y lo volví a colocar con cuidado en su sitio.
Si todas las criaturas de esta mansión fueran así de adorables, esto sería como un paseo por el parque, pensé.
Pero sabía que no podía confiarme.
Tenía que volverme más fuerte, más decidida, si realmente quería cumplir con mis responsabilidades.
Tal vez el señor Hunt me estaba poniendo a prueba... y no pensaba fallar.
-No me vencerá ni usted, ni esta mansión -dije en voz alta-.
Le demostraré que sí puedo.
Ya en la planta baja, me dirigí a la cocina para preparar el almuerzo.
Luego, saldría a explorar el jardín.
Quién sabe qué otras maravillas -o amenazas- me esperaban ahí.
Después de almorzar, me dirigí a la puerta para salir al jardín.
Me dediqué a recorrer los senderos, admirando las flores que cubrían el hermoso paisaje.
Había flores de distintos colores, formas y aromas.
Una de las cosas que más agradecía del señor Hunt era su manía de etiquetarlo todo.
Gracias a eso, si no conocía el nombre de alguna especie, solo tenía que leer las pequeñas placas colocadas bajo cada flor.
La que más me llamó la atención fue una flor de pétalos blancos, suaves como lana de oveja.
Al tocarlos, sentí una textura tan delicada que me hizo sonreír.
La placa decía:
"Flor Ovejera"
Utilización: pociones de sueño
Preparación: consultar al Dr. Hunt
Hice una nota mental: preguntar al respecto...
uno nunca sabe cuándo se podría necesitar una pócima para dormir.
Después, me dirigí hacia la parte trasera de la mansión.
Lo que encontré me dejó impresionada: un bosque inmenso, salvaje, y rodeado de letreros que advertían:
"Peligro. No pasar. Zona no estudiada."
¿Ni siquiera el señor Hunt sabía qué había en lo profundo de ese bosque?
Caminé un poco más, curiosa por ver si encontraba algo inusual.
Y lo hice.
La misma criatura que había visto días atrás descansaba junto a una roca.
Me acerqué con cautela, intentando no asustarla, y esta vez pude observarla mejor:
su pelaje era una mezcla de morado y gris; tenía un hocico similar al de un topo,
ojos grandes y redondos, una cola alargada como la de una lagartija y patas parecidas a las de una suricata.
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Editado: 05.10.2025