¿Es necesario beber de la copa de la vida? Me pregunto en solitario ¿No sería mejor simplemente besar los labios de la muerte?
A pesar de ser tan joven, he visto la frialdad de nuestro cosmos y les puedo asegurar que a cada rayo de luz siempre le acompaña una sombra. ¿Qué tiene de especial esto, se preguntarán? Bueno. Pues he ahí el sabor repulsivo del vino de nuestra existencia, contrastando al néctar de caña de nuestros sueños. Es cuando nos damos cuenta que los hilos del tiempo desgarran el aire tan lento o tan veloz según recorra el brebaje nuestra boca. Es ahí donde la amargura de aquella copa sostiene la luz de nuestros ojos por más tiempo que aquel néctar, pues mientras más dulces sean las cascadas en nuestra boca, más efímero se torna el tiempo y nuestra existencia se consume cual suspiro. Así como el suspiro del amar, o el aliento enardecido de la gloria.
Irónico, ¿cierto?