Egoísta.
No hace muchas lunas que tus lágrimas rogaron mi afecto entre la danza de las estrellas, a lo que mis brazos te arroparon, protegiéndote del frío. Y me sonreías. Me sonreías. Fue entonces cuando me hablaste del miedo que te carcomía y donde por mi honor de Caballero juré protegerte de esa angustia.
Te di mi palabra.
Pero no creíste en mí…
No creíste, y te ocultaste entre capas de pétalos marchitos y guardaste tu voz para decirme la verdad. Te ocultaste, y en tanto me sonreíste como ángel como si yo fuese idiota, entregándote a mí, haciéndome fundir mi amor sobre tu pecho al compás de tus latidos.
Pero luego te fuiste.
Te fuiste aterrada por las mentiras de un infame que tal vez tú y yo pudimos espantar juntos, que tal vez pudimos disipar de tus ojos, que tal vez hubiésemos arrancado de tu alma para que nunca más pudieras sentir esa tristeza.
Pero no fue así. Sólo te fuiste.
Pero antes de partir me rogaste para que no te odiara. Y descuida, no te odio. Simplemente me decepcionas.
Me decepcionas...