Mientras bebía con mis colegas, me retaron a beber al seco. Y me rehusé.
¿Para qué beber mi trago cual suspiro? ¿Para complacer a las masas? ¡Por favor!
Ese es el problema de la gente. Todo lo hace en apuro. Y en pos de alguien. En carrera de máscaras huecas en busca del cielo, todo para la complacencia de harlequines sobre la escena. ¡Unos pobres payasos brincando entre campanillas al son de un frívolo réquiem! ¿Y todo por un aplauso? Patético…
Pero yo no.
Nuestro aliento dura muy poco como para quemarlo en un solo soplido.
No. No, señores. No. Yo vivo mi vida, sólo un verso a la vez.