Eres una loca. Un pequeño huracán azabache con ojos de negro diamante, una revoltosa bola peluda que chilla como liebre, pero muerde como loba.
Te aprecio brincotear por la acera, explorando, viendo el mundo que te rodea con tu olfato de cazadora y tu espíritu retronante. Te aprecio. Te contemplo. Te contemplo enérgica, firme, con el alma en flama de ónix lista para dejar tu aura en cada paso de tu garra.
¡Nada te detiene, musa licántropa! Nada. Nada detiene tu baile de libertad por esta, tu tierra, tu mundo. Nada. Ni el ladrido de salvajes que asedian tu travesía intimida tu corazón de gladiadora, pues con tu lanza en alto, Pantera Negra, les afrontas en duelo de orgullo defendiendo tu honor a sangre y fuego, con las zarpas en flamas y los colmillos en hielo. ¡Les afrontas! A pesar de la desventaja, les afrontas con el rostro en alto, les afrontas, como David ante Goliat, Leónidas ante los Persas, ¡Juana de Arco ante los Borbones! Les afrontas.
¡Esa eres tú, campeona mía! Mi exploradora. Quien no le teme al mundo y danza con él en dicha y gracia, pese a los retos que te rodeen en este, tu espacio. Pues este mundo es tuyo y nadie más que tú puede marcarle con tu sello, el sello de tu existencia y tu delirio, tu delirio y tu razón frente a cada paso que das por esta inmensa carretera azul. Carretera de miedos y sueños, en donde las Alas de la Libertad en tu espalda, han de portar brías su tan noble destello.
El mundo es tuyo, preciosa. Tuyo. Así que vuela sobre él. Vuela.