¿Cómo pueden mis dedos rozar esas cuerdas como si fueran solo un ser? ¿Cómo? ¿Qué clase de hechizo, Maestro, posee mi mano al cruzar ese puente? Lo ignoro.
Inspiración, quizá. Inspiración. El Arte de Escuchar. El fluir como el agua entre cada nota y posar los dedos sobre ese espejo, ese espejo al que todos llaman Creación.
Inspiración. Inspiración. Inspiración, Maestro. Inspiración. Ruego por inspiración.
¡Ruego, Maestro, por un rayo de aurora que alumbre estas letras, alumbre estas letras y cada arpegio de mi guitarra!
¡Ruego, Maestro, ruego por tu inspiración! ¡Ruego por tu inspiración, pues amo, amo, amo la música! ¡La amo! ¡Amo volar entre sus pétalos cual lirio en el viento!
Amo su pulso. Amo su aroma. Amo sus trazos. Amo sus labios. Amo sus curvas de terciopelo.
Amo el rozar de nuestras almas, rozar de miel en luceros, rozar de fuego y granizo bajo las gotas de la lluvia.
Amo el dormir en su melodía, y el despertar en su tenue timbre. El nadar bajo su luna, y el volar sobre sus soles.
Amo la música. La amo. Amo el amarle bajo las sábanas iluminado por las estrellas.
La amo.