Cuando te das cuenta que no eres hijo, sino perro; cuando tu carne arde más que la de tus iguales; cuando lloras más de lo que ríes, odias más de lo que amas, mueres más de lo que vives, te das cuenta de que estás roto.
Mas cuando un “gracias” y una sonrisa se entrelazan en seda roja, y un corazón de cálidas manos envuelven tu alma desnuda, es ahí cuando te das cuenta de que en ti un espíritu habita, espíritu que merece dicha, espíritu que merece afecto, y más aún luego de que insufribles te han corroído con hiedra y desgracia.
Para Broly…