Modernidad. ¿Qué es la modernidad? Me pregunté mientras iniciaba la clase de Sociología. Modernidad.
Difícil cosa eso, según se aprecia. Difícil cosa. Difícil cosa esa, la que lleva a los bueyes a chocarse al punzón.
Modernidad. La muerte del obrero, la vida del Capital. El volver máquina al Hombre, y Hombre, a la máquina. Es la cadena que mueve la banda que ha de llevar al ganado al matadero.
Es el duelo de ajedrez entre el oro y el cobre, donde los peones defienden a sus Damas, mientras caen como la lluvia frente a las fuerzas policiales. Y mueren en el proceso. Mueren, así como los primeros hombres hijos del hierro antes de que Hera estallara en rosas carmesí y nos diera la vida.
Antes de que nos perforara el corazón aquella Flecha Dorada.
¡Y es que la Modernidad es un tema tan complejo y tan simple, como un chiste! Uno malo. Un chiste malo de un burgués y un obrero que se cruzaron por el bar. Un chiste que se repite con varias caras, como Marx diría, que marcó cien años de guerra entre Napoleón y Tío Sam, donde la venganza y la muerte abrazaron el corazón de los animales. Y el beso de la muerte cayó sobre los asesinos.
¡Y es que así se han ido siempre! ¡Mueren! ¡Mueren por su causa, matan por su lema! ¡Alzan el martillo una y otra vez, mientras van al Starbucks por su Mc Combo! ¡Pero, hermano, luego es todo Igualdad, Libertad, Fraternidad! ¿Y al rato que sigue, epatar al burgués? ¿Rayar las paredes? ¿Y comprar un café?
Es por eso que aborrezco el ajedrez[1].
[1] Es broma…