Kairos

CAPITULO DOS

4 DÍAS ANTES DEL BAILE DE INVIERNO

Es un verdadero idiota.

Tonto, tonto Ivan.

Estaba emocionada porque por fin, el baile de fin de invierno estaba llegando. Lo había esperado desde que estaba en primero. Y no por la decadencia que se permite, era por la idea de que fuera algo solo para nosotros, las posibilidades de situaciones fuera de lo común, al ojo de todos y a la vez en el anonimato que te permitía el portar una máscara.

Podía danzar desnuda frente a todos, podía emborracharme hasta olvidarme de todo, podía solo comer y quedarme sentada y nadie me juzgaría, podía hacer cualquier cosa que quisiese y nadie, nadie me quitaría mis opciones, podía, podía, podía…

Por un momento, ya no seria la triste hija de un pakhan muerto…

No seria la niña superdotada, con suficiente edad para enriquecer las finanzas, pero no la suficiente como para ser besada…

Por un momento, no sería yo.

Quizás podía encontrar a alguien que me hiciera sentir las cosas… que tanto anhelo. Debajo de una máscara nadie sabría quién soy, sin primos ni pseudo guardianes que sean una amenaza.

Pero con la suerte que tengo, esa emoción también se desvaneció, y fue por el tormento en mi vida, cuyo nombre me hace rechinar los dientes y doler el corazón.

Ivan.

Se puso todo alfa y prepotente, incluso me gritó y nunca lo había escuchado alzar la voz.

No dirigido a mí.

Él no me quiere, pero tampoco quiere que esté con nadie. Solo me quiere ahí, suspirando por él, al alcance de su mano.

Sí, es un idiota.

Cuantas veces he llorado por él, cuantas veces me ha roto el corazón, son… incontables, han sido años. Años de suspirar y padecer un amor no correspondido. La única felicidad que me otorgó mi fantasioso amor, fue cuando tenía once años y le di mi primer beso.

El único beso que he tenido.

Claro que fue un breve instante de felicidad, porque al día siguiente, cuando lo esperaba ridículamente emocionada, fue el inicio del martirio provocado de mi anhelo por él.

Resultó que cuando nos besamos, Ivan estaba muy borracho y no se acordaba de nada.

Yo era demasiado niña, demasiado ingenua, yendo detrás de Ivan, en busca de un pedacito de amor.

Hace un rato que Lenna se fue, era muy agradable tener una amiga, y que estuviera de tu lado. Ella se esforzó por hacerme sentir mejor, pero la molestia permanecía.

Exhalé con lentitud, ya fue suficiente de mi comportamiento ilógico y auto deprimente. Una llamada entró en mi móvil, alertándome sobre mi madre. Se fue directo a buzón.

Ver el nombre de mi madre parpadeando en mi móvil, solo me hacía dirigirme directo al congelador.

—Ven con mami Benny —tarareé y tomé el delicioso bote de chunky monkey, dirigiéndome hacia la caverna.

Encendí mi equipo de cómputo, y ejecuté mi programa Oráculo, vi que X estaba en línea. Me puse mi antifaz para lo que predije seria nuestra videollamada del día. Siempre que estaba conectado, esperaba unos segundos antes de iniciar la llamada.

—Febe, amor —su coqueta sonrisa me saludo a través de la pantalla

—Hola X —sonreí, como cada vez que lo veía.

—¿Qué tal tu día cariño?

—Aburrido igual que siempre, pero justo ahora está mejorando.

—¿Ah? ¿Es asi?

—Lo es —acepté sin ningún temor—. ¿Hay alguna novedad?

Colocó sus manos debajo de su barbilla, viendo directo hacia la cámara. —¿Cuándo dejaras de atormentarme y me permitirás vernos en persona?

Logré evitar que una sonrisa se me escapara. Por lo general, me lo repetía una o dos veces por semana. No era insistente en un modo incómodo, era más bien divertido, y en los últimos tiempos, sonaba anhelante, como hoy, cuando parecía que X era lo mejor de mi día.

—Llevas diciéndome lo mismo dos años, ¿Cuándo te rendirás? —le devolví divertida.

—Febe, cariño, el primer año que te encontré me contuve, ¿no fue suficiente?

—¿Por qué insistes en conocerme? Eres bastante sospechoso.

Asintió solemne. —Así es, mis intenciones no son puras cariño —su rostro se acercó más a la cámara—. Vas a enloquecer por mi Febe, vas a pensar en mi todos los días hasta que te vuelvas, por lo menos, la mitad de obsesionada de lo que yo me siento por ti.

Vaya, eso es… de pronto hacia calor, demasiado calor.

X siempre estaba coqueteando conmigo, pero nunca había sido tan… franco y directo.

Y por alguna razón, no me asustaba.

No… sentía algo cálido invadir mi pecho.

—Somos amigos X, no deberíamos arruinar las cosas.

—Lo somos, y muy buenos amigos, pero seriamos mucho mejor si fuéramos más.

No sabía que decir, pero no tenía la confianza para creer en lo que decía.

Por otro lado, lo he conocido a través de una pantalla por tres años. ¿Eso sería suficiente para confiar?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.