Nada, no he podido avanzar nada. Cuando creo que puedo encontrar una abertura, una nueva capa entra a defender el sistema. Se parece un poco a la forma obsoleta de mi Oráculo.
Es… muy inteligente e interesante.
Pero no tengo tiempo para admirarlo ni asombrarme.
Aleksander está pendiendo de un hilo, no sé si mi única amiga está en peligro. El estrés y la tensión están llenando la habitación, y aunque puedo apartarme de eso, no he podido avanzar en el rastreo.
Maldita sea, ¿cómo es que puede tener acceso a un sistema con esa potencia?
Me puse de pie, necesitaba pensar. Bien, en concreto esto es lo que sé:
El grado de protección no es de un móvil común.
El código de software está cerrado, su estructura secuencial no puede ser modificado con facilidad.
La encriptación es más alta que el nivel militar.
El nivel de seguridad para las llamadas encriptadas cuenta con un cifrado de algoritmos que nunca había visto.
Quizás silencia las emisiones de radiofrecuencia.
El hardware y el sistema operativo es como si fuera el hijo de un Cipher Phone y un GSMK CryptoPhone.
Si no tuviera prisa, estaría emocionada por el reto. Pero, incluso quise rastrearla por las cámaras de seguridad de la zona, y a unas cuadras de la casa de Lenna, todo se perdió.
—¿Se perdió? Eso, ¿qué significa? —escuché que preguntó Kirill, lo que significa que, pensé en voz alta.
—Las cámaras seguían funcionando, pero ninguno de los autos que describió Sasha aparecieron, se desvanecieron en el aire, quizás, sobrepusieron imágenes conforme iban pasando, eso es… muy inteligente —expliqué.
Y lo era.
Bien, necesito… ayuda. No tengo opción.
No quería que vieran esta parte de mí, pero es Lenna.
Lo haré.
Detuve mi caminata inconsciente, y me dirigí a mi primo. —Aleksander, préstame un pasamontañas.
Si les pareció sospechoso o extraño mi petición, no lo mencionaron. Aleksi asintió e hizo ademan de levantarse, pero Ivan se adelantó, salió y regresó con un pasamontañas en la mano.
No preguntaré porque tiene uno a la mano, porque por supuesto que lo sé.
Volví a sentarme frente a la laptop, conecté mi teléfono de nuevo y una vez que comenzó a arrancar a Oráculo, me preparé.
—Por favor, no importa si cae una bomba o le disparan a alguien, nadie haga un solo sonido —dije a todos en la habitación.
No quería que X creyera que estaba exponiendo su existencia o lo que sea. Siempre hemos estado los dos juntos, y no quería que cambiara, pero necesito ayuda.
Di un clic para iniciar la conversación, mi programa enlazaba a nuestros móviles de forma segura, sin que pudiéramos rastrearnos el uno al otro. Al principio lo creé como forma de emergencia, con el paso del tiempo la línea se borró y nos comunicamos por cualquier cosa.
Él me contestó casi de inmediato.
—Hola mi dulce Febe… —su sonrisa llenaba la pantalla, siempre me había gustado.
<<Concéntrate>>.
Cierto, no puedo distraerme.
—Me sorprende que me busques, sobre todo a esta hora.
—Hola X, no me iré con rodeos…
—Nunca lo has hecho cariño —dijo divertido.
Escuché a Ivan gruñir mientras avanzaba hacia mí, pero por fortuna Kirill lo detuvo.
—X, necesito tu ayuda. Encontré un software puro, no tiene entradas visibles, no es perfecto, pero es… es muy bueno, sé que podría encontrar algo, pero el problema es que no tengo tiempo.
—Lo que sea por ti preciosa, sabes que soy todo tuyo.
—Gracias X, bueno estoy compartiendo la huella, es increíble.
Escuché las teclas presionadas por sus dedos, y un par de minutos después vi cómo se agrandaban sus ojos bajo el antifaz.
—Es increíble ¿verdad? Creo que es como el bebé de un Cipher Phone y un GSMK CryptoPhone.
Sus ojos se levantaron para verme, y lo vi asentir.
—Es… algo interesante.
—Quise modificar un código, pero tres más aparecieron a defenderlo, es increíble, pero necesito localizarlo de inmediato —asintió de nuevo— entonces, creo que puedo entrar y bloquear dos a la vez, y si entras conmigo al mismo tiempo, podríamos romperlo.
Su sonrisa traviesa me respondió antes de hablar —Nena, eres increíble.
—Si, bueno, ¿lo hacemos?
—Cuando sea que quieras amor, —su sonrisa se amplió por todo su rostro— hare contigo todo lo que…
—¡X!
—¡Bien! Me portaré bien, hagámoslo.
Estábamos a punto de entrar cuando una voz sorprendida y aliviada, interrumpió el movimiento de mis dedos.
—¡Lenna! Joder nena, por fin. ¿Estás bien? —gritó Aleksander.