Kairos

CAPITULO SEIS

BAILE DE INVIERNO DE LA PREPARATORIA LANCASTER 17 DE DICIEMBRE 2020

No recuerdo, si alguna vez me había sentido tan hermosa como el día de hoy. Supongo que eso es lo que hace en las chicas, los hermosos vestidos y los lugares adecuados para usarlos.

Y las máscaras.

La mía, la obtuve a principios del año, era blanca con detalles en dorado, cubría la mitad mi rostro, desde la frente hasta la nariz, con blancas y largas plumas. Ocultaba lo necesario sin ser restrictivo.

Mi vestido, era griego de corte princesa, de un tono sutilmente rosa, con mangas largas y transparentes, un escote en V profundo, pliegues intrincados en el corpiño, es de cintura alta, y la falda fluida plisada. Muy hermoso.

Me veía delicada, femenina y elegante.

No era la niña de quince años demasiado frustrada por su edad, el espejo del recibidor en el salón del baile, me devolvía el reflejo de una mujer, y era hermosa.

Una mujer que había tomado una decisión. Podría parecer impulsiva e inmadura, pero yo lo anhelaba y asumiría las consecuencias después.

Revisé el enorme reloj de vidrio postrado en la pared del salón. 7:30 pm.

Asumiendo que es puntal, está por llegar, dejé su invitación en la entrada a nombre de X. Será la primera vez que nos veamos en persona, y aunque la invitación había sido espontanea, había continuado un poco indecisa, pero después de pensarlo un poco, bueno, de pensarlo demasiado, llegué a la conclusión que fue una buena decisión.

Lo único que me tenía nerviosa, es que descubriera la pequeña omisión acerca de mi edad. No quería ser rechazada de nuevo. La mayoría de las personas no entienden, que mi edad biológica por desgracia, no está a la par de la mental y experimental.

No estoy forzando la velocidad de mi vida, mi vida me forzó.

Caminé por el salón, recorriendo el glamour y la extravagancia del lugar, buscándolo, cuando escuché que me llamaban.

—¿Tatiana?

Me moví en dirección de la voz, que reconocí era de Lenna. —Shhhh, esto es un baile de máscaras, ¿sabes? —me acerqué un poco para verla mejor—. ¡Oh Dios mío! Es obvio que eres hermosa, pero mírate Lenny, estas bellísima.

Y de verdad lo estaba, una mirada rápida a mi primo que estaba a su lado, y su sonrisa estuvo de acuerdo con mi descripción.

—Y tú, estas preciosa Tati… hmm, chica, chica estas preciosa, tu vestido es maravilloso.

—Una colombina de edición limitada, ¿eh?

—¿Cómo es que siempre lo sabes todo?

—Una chica tiene sus trucos —y era una máscara que había visto cuando buscaba la mía, pero no entraré en detalles—. Bueno, los dejo, voy a buscar… —blin— algo.

Me alejé de ellos con rapidez, y cuando me detuve después de no encontrar ninguna señal de mi invitado, el pensamiento de que quizás no había venido, cruzó por mi mente.

—Mírate, mucho más hermosa que si hubieras salido del Altar de Pérgamo.

Me giré con rapidez en dirección de la voz, y sentí una enorme sonrisa crecer en mi rostro. —¡X! ¡Viniste!

Me arrojé a él para darle un abrazo, y sus brazos me envolvieron correspondiendo.

—Por supuesto que vendría amor, llevo esperando este momento hace años —musitó, con su rostro enterrado en mi cabello.

De inmediato su aroma fresco, con notas marinas me invadió. El abrazo no pudo durar más de un minuto, pero se sintió fuera de este mundo. Como si yo siempre hubiera pertenecido a ese lugar, y finalmente hubiera regresado.

Jesús… estaba enloqueciendo.

Me separé para verlo. Elevé mi rostro, porque era bastante alto. Su rostro bronceado y sus ojos oscuros estaban debajo de un antifaz negro mate. Su cabello estaba suelto con bonitas ondas decorando su cabeza, y vestía un traje sastre negro de corte italiano, hecho a la medida que le quedaba excelente.

X desprendía peligro, peligro y poder.

Él era magnético, y yo un imán.

Y… me encantaba su sonrisa.

Dios, espero no haberme equivocado con él.

Cuando terminé de babear, me di cuenta que X no solo me observaba, estaba devorándome con los ojos.

A mí.

Mi impresión de primer amor, me tenía en un estado de autoestima muy baja, y no me había dado cuenta de cuanto me había afectado no ser correspondida, lo pequeña, indeseable e insignificante que llegué a sentirme. Y con X, con él… nunca me había sentido tan hermosa, e incluso sensual hasta que X me vio. Él siempre me había visto, debajo del antifaz, siempre estuvo ahí, desde que nos conocimos en el mundo digital, había una familiaridad en él, que me hacía sentir a salvo.

Sus ojos se veían hambrientos, pero no me atemorizaba, no, la caricia de su mirada me hacía sentir hermosa, poderosa.

—Mírate Febe, me quitas el aliento, podría morir en cualquier momento y lo haría con una sonrisa.

Mis mejillas se sentían calientes. —Tu no estas nada mal.

—No, no lo estoy —dijo con su sonrisa coqueta— pero tu amor, le provocas envidia a las diosas del Olimpo.




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