Kairos

CAPITULO SIETE

Ya no era virgen.

Y fue mi decisión.

Muchas veces quisieron arrebatármela, pero ahora nadie ni nada podría cambiarlo.

Estaba sentada, encima de él, a horcajadas, con mi vestido subido arriba de mis muslos, mientras recuperaba el aliento. Estaba mareada, llena de novedosas sensaciones y emociones que latían dentro de mi cuerpo. Rodee su cuello con mis brazos, acercándome. Él me devolvió el abrazo, dejando tiernos besos en mi hombro desnudo.

—Hueles muy bien —musité, con mi rostro enterrado bajo su barbilla.

Soltó una risa baja, mientras dejaba un beso en mi cabeza. —Debiste habérmelo dicho amor, podría haber sido más… delicado, y pudo haber sido en otro lugar, algo más, especial.

Cuando se dio cuenta de mi virginidad, temí ver rechazo o disgusto, pero solo se volvió, tierno y muy dulce.

Dulce y cálido.

Y había algo en su expresión muy parecido a… posesión, pero quizá solo estaba confundida y embriagada por la dicha.

Me moví para verlo directo a los ojos. —Fue perfecto y especial X, yo no… no sabía que se podía sentir así.

—Xander, mi nombre es Xander —sus ojos bajaron a mis labios— y no siempre se siente así, hubiera querido ir más despacio contigo cariño, pero solo soy un hombre mortal —solo se demoró un par de segundos antes de besarme.

—Tatiana, soy, Tatiana —dije con la respiración entrecortada por el beso.

Sus ojos se abrieron, parecían sorprendidos, por un momento pareció haberse congelado, después negó con la cabeza y besó mi nariz, mis mejillas, mi frente. Cuando sus ojos encontraron los míos de nuevo, me regaló una ligera sonrisa, mientras asentía en repuesta.

—Déjame verte debajo de esa máscara.

El corazón dentro de mi pecho latía sin control por los nervios, estaba por pedirle que me la quitara, cuando el tormento de mi vida me encontró.

—¡Tatiana! —sus ojos oscuros estaban muy abiertos, observando toda la escena con asombro, pasmado y vi el momento exacto en que la ira llenó todo su rostro— ¿¡QUE MIERDA!?

Me moví para bajarme y acomodarme el vestido, pero Xander apretó sus manos en mis caderas, evitando el movimiento.

Movimiento que no pasó desapercibido, porque mi tormento hizo un camino con sus ojos erráticos desde las manos en mis caderas, hasta su rostro.

—¡Te voy a matar! —gruñó con furia.

En un momento estaba asustada por lo que pasaba, y en otra estaba sentada en el sofá, mientras mi acompañante esquivó el ataque y propinó tremendo golpe, que dejó a su atacante, por completo noqueado.

—Por Dios, ¡X!

—Lo siento cariño —se acercó a mí con una fascinante tranquilidad, para arreglar mi ropa—. Pero en mi defensa, el me atacó —comenzó a arreglarse su ropa— y yo solo busqué la forma de… tranquilizarlo con rapidez.

Bueno, supongo que sí. Pero me molestaba ver a Ivan tendido en el suelo, y derrotado.

—¿Tu hermano? O… —su mano tomó con suavidad mi barbilla, para que pudiéramos vernos de frente—. ¿Tengo que batirme en duelo por ti o algo así? Porque cariño… —su boca se acercó a la mía, estábamos a unos centímetros— no comparto.

Lo que sea que este revoloteando en mi estómago, ¡deténgase!

—Es él, ¿no? El idiota que te rechazó.

Estaba por contestar, cuando un pequeño movimiento nos advirtió que Ivan estaba por despertarse.

—Xander —tomé su mano—, me iré por mi cuenta, pero… ¿podemos hablar más tarde?

Frunció el ceño, y su mirada se deslizo a un Ivan en el suelo y luego a mí. Sus labios se apretaron, pero asintió.

—Bien, estaré esperando amor —me dio un casto beso en la comisura de mi boca—. Date prisa cariño, termina tus sentimientos por él, porque he estado esperando demasiado por ti, recuerda, no hay vuelta atrás, a partir de hoy, nos pertenecemos.

—O-ok —fue todo lo que mi torpe y entreabierta boca logró pronunciar.

Cuando perdí de vista a Xander, tomé mi teléfono y escribí lo más rápido que pude.

S.O.S ¡¡¡AHORA!!!




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