Después de que atendieron a Lenna, Ivan, Kirill y yo nos quedamos en la habitación donde ella estaba.
Físicamente se encontraba bien, eso dijeron los médicos, lo más probable es que el impacto de la situación fuera demasiado para ella y por eso sucumbió. Le dieron reanimación hídrica y estamos esperando a que despierte.
Salí un momento de la habitación, y me recargué contra la pared, apretando mis ojos.
Esto es demasiado, demasiado.
Primero proteger, después…
El ruido de varios pasos corriendo me sacó de mis pensamientos. Cuando abrí los ojos, noté que Raffaele estaba sentado frente a mí, viéndome. Se puso de pie y se acercó a la mujeres alteradas que venían corriendo.
—¿Qué fue lo que pasó?
—Raffaele, ¿qué ha pasado?
—¿Esta Lenna bien?
Todas preguntaron al mismo tiempo, Raffaele levantó sus manos en una señal calmante. —Ella se encuentra bien, está descansando ahora y solo estamos esperando a que despierte.
—Quiero verla, ¡quiero ver a mi Lenny!
—Ella está ahí. —Raffaele señaló la habitación donde estaba Lenna. Después se acercó a una mujer con una presencia, distinguida, poderosa y refinada—. Eleanor, ¿me permites?
Cuando pude verla mejor, entendí porque Raffaele me era tan familiar.
Mierda…
Esto es… increíble.
La elegante mujer aceptó y se fueron al otro lado del pasillo. Supongo que él le estaba explicando todo lo que ocurrió. La mujer asentía con lo que sea que le dijera Raffaele, la vi apretar los labios y en un momento se paralizó. Su tez palideció y cuando Raffaele dejó de hablar, ella colocó su mano en la pared para sujetarse, pero el hombre le ayudó a sentarse.
Ivan y Kirill salieron de la habitación. Me vieron, como si estuvieran buscándome, y Kirill me señaló para que los siguiera.
Lo hice, guardando lo que acaba de ver para analizarlo en otro momento.
El silencio reinaba dentro del auto, mientras nos dirigíamos a… no tenía ni idea de a donde íbamos.
Estaba entumecida.
Creo que todavía no asimilaba bien, lo que había ocurrido.
—¿Alguna noticia de Katya? —preguntó Kirill con la voz tensa, mientras estaba al volante.
—Voy a llamarle.
Lo había intentado desde que íbamos al hospital, pero no había contestado.
Y ella siempre, siempre respondía.
Cuando estábamos afuera de la casa de Ivan, la voz de Katya se escuchó en el altavoz de mi móvil.
—¿Tatiana?
—¡Katya! Katya, ¿qué…? ¿Esta él…? —Jesús, no podía pronunciarlo.
—¿Estas con los chicos Tatiana?
—Si, si… si lo estoy.
—Bien, escuchen todos —la voz de mi modelo a seguir estaba tensa, dura, todos dentro del coche, nos enderezamos, como si ella estuviera frente a nosotros—. Aleksander Ivankov está muerto.
No…
Lo había visto caer, pero…
—Mi maldito hermano está muerto —repitió.
Aleksi…
—Tienen doce horas para llorar, después quiero saber que carajos pasó, quien lo asesinó y donde se encuentra —colgó.
Aleksander…
Un sollozo se arrancó de mi pecho junto con tenues lágrimas saliendo de mis ojos. Ivan salió arrebatado del auto, comenzó a golpear lo que fuera que encontraba, paredes, puertas y después entró a su casa.
Los ruidos que salían de ahí, eran espeluznantes.
El auto comenzó a moverse, supongo que Kirill me llevaba a la mansión, y no me equivoque.
—Quédate en la mansión enana, mantén todos tus sistemas de seguridad al límite, no bajes la guardia, sabes como cuidarte, pero si… si me necesitas, llámame. —Salió del auto y me quedé sola.
Bajé con lentitud. En el recibidor de la mansión, verifiqué que todo estuviera activado. Los hombres de Katya seguían alrededor, así que todo estaba bien.
Creyeron que no lo sabía, pero los noté desde el momento en que llegaron.
Cerré todo para sellar la mansión, e hice acopio de toda mi fuerza para poder dirigirme a mi habitación.
Acostada en mi cama, tomé mi almohada y ahogué mis gritos y mis lágrimas mientras me derrumbaba por la increíble e irremplazable perdida que acababa de ocurrir.