El sonido de mi móvil me despertó.
Creo que dormí todo el día, porque el amanecer estaba en mi ventana. El móvil seguía sonando y en el identificador se registraba Katya.
—Hola…
—Hola enana, escucha, en cuatro horas, Enzo y dos hombres de confianza irán por ti a la mansión, recoge todas tus cosas, porque no volverás, si necesitas ayuda para desmantelar todo tu… sistema, ellos te ayudarán.
—¿Qué…?
—La noticia de la muerte de… Aleksander ya se ha regado —se aclaró la garganta—, no estás a salvo en la mansión, iras a una casa de seguridad.
—Katya…
—Date prisa Tatiana, ellos intentaran llegar antes y hay resguardo a tu alrededor, pero con la muerte de Aleksander, mi posición no está segura, y por los primeros que irán, será por el ejecutor letal que podría ser un obstáculo para cualquiera —Ivan— y por la genio que podrían moldear y forzar para convertirla en un arma —yo— asegúrate de empacar cualquier dispositivo que podrían usar, cualquier evidencia, todo.
—Si, si lo haré.
—Y ¿Tatiana? —tomó una pausa antes de continuar—. También, también asegura un vestido negro.
Bajé el nudo en la garganta después de colgar. No quería mover ni un musculo, solo quería estar en mi cama y llorar, pero me levanté y comencé a empacar.
Nadie daría con ningún tipo de información.
Me aseguraría de ello.
Dos horas después, todo mi sistema ya estaba empaquetado y resguardado, junto con cualquier dispositivo electrónico que pudiera ser útil.
Me tomé un pequeño descanso para comer algo y pasar a guardar los artículos personales.
Mi mente se fue a Aleksander y…
Lenna, lo que ella hizo fue…
No, no podía ir por ahí, lo haría cuando estuviera instalada, me tomaría un momento y lo haría.
Para cuando Enzo llegó, ya había terminado de empacar todo, no quedaba nada pendiente. Subieron las cajas a una de las camionetas, la mayoría era lo que tenía instalado en mi caverna.
Entonces subí a uno de los autos y me despedí de la mansión.
Cuando llegamos a la casa de seguridad, bueno, no era una casa como tal. Era un edificio y habían preparado un piso completo para mí.
—Enzo, ¿sabes cuánto tiempo estaré aquí? —pregunté mientras conocía mi nuevo hogar.
—No lo sé señorita Ivankov, pero realice las instalaciones que necesite y póngase cómoda, el edificio es en extremo seguro, pero su estadía, no será breve.
—Gracias Enzo.
—Tome esto por favor —extendió una tarjeta dorada, que tenía un microchip— es su llave, con ella puede entrar al edificio y a su piso, aunque recomiendo evitar al máximo las salidas, por favor manténgala a salvo, solo hay dos, esta y una que está en manos de la señorita Yekaterina en Chicago, si la pierde no habrá forma de entrar.
—De acuerdo, gracias.
Cambiaria ese sistema casi de inmediato, pero no lo dije.
—Señorita, ¿necesita que le ayudemos con algo?
—No Enzo, gracias.
—Bien, vendremos por la mañana, para llevarla al funeral, será a las once, estaremos aquí a las cinco de las mañana.
El funeral.
La palabra lo hacía tan, definitivo.
Asentí a los hombres, y cuando se fueron, me concentré en lo que podía hacer en el momento.
El piso era de cuatro habitaciones, tomé la recámara que tenía un enorme ventanal y un balcón. No tendría caso colocar la lampara que Aleksi me había regalado.
Nadie vendría si la encendía.
No estaba de humor para decorar mi nueva recamara, pero si necesita activar mi sistema, asi que tomé la habitación más cerca, la transformé en mi nueva caverna, o caverna personal. Una vez que terminé de instalar todo, me di cuenta que ya había anochecido.
Con mi estomago gruñendo, dejé que se activara todo el sistema mientras buscaba algo para comer.
La cocina estaba bien abastecida, pero yo no sabía cocinar nada que no fuera sándwich o sopa instantánea, vivía de la comida a domicilio.
Mi estómago gruñó de nuevo, así que puse más atención buscando con que detener el malestar, y fue cuando noté peculiares alimentos.
Había barritas de granola, donuts, twinkies, sopas instantáneas, pan de caja, mantequilla de cacahuete, mermeladas, diferentes bolsas de patatas fritas, frutos secos, galletas, y varias cajas de cereal, incluyendo mi favorito Lucky Charms.
Eran cosas que yo comía, podría ser una coincidencia si no fuera por los twinkie y Lucky Charms. Además, todo se veía, nuevo.
Yekaterina debió organizar mi mudanza mucho más temprano.
Busqué un cuenco y tomé mi cereal, abrí el refrigerador para buscar la leche y sorpresa, sorpresa, las marcas de los yogures y jugos que me gustan estaban dentro, junto con algunos tipos de queso, verduras y frutas.
Tomé el galón de leche y me pregunté si quizás…