Ya era de noche cuando entré a la caverna. Esperé un par de horas y maté el tiempo programando a Pitonisa, pero lo que deseaba era hablar con Xander.
Cuando mi mente decidió que ya no podía seguir, me fui a la cama. Recostada sobre mi espalda y con la vista en el techo, pensé en Ivan y Kirill. Todos crecimos juntos, pero esos tres, eran un paquete.
Kirill, sufría con profundidad su ausencia, después de todo los lazos se habían roto, y con el comportamiento del tío Maxim, no es difícil adivinar que vendrán tiempos difíciles.
Pero Ivan, él estaba destrozado, a un nivel difícil de creer, nunca le he visto obedecer a nadie que no hubiera sido mi primo, bueno, quizás a Katya.
Katya. Temo que puedan atacarla, ella siempre ha sido mi modelo a seguir, es tan fuerte, decidida, pareciera que no tiene ninguna debilidad, pero los que la conocemos sabemos que siempre ha tenido una.
Incluso el tío Maxim lo sabe.
Aleksi…
Su perdida jamás iba a cicatrizar, las lágrimas corrieron por mis mejillas junto con el dolor latiendo en mi corazón, no puedo sentir que no está. Imagino que podría llamar en cualquier momento y pedirme que le compre cualquier cosa.
Me encuentro tentada a conectar la lampara solo para esperar…
Es inútil.
Nadie vendrá.
El silencio de mi habitación recibió mis sollozos, una marca en mi alma se había posado de forma permanente, entonces lloré y lloré, hasta que me quedé profundamente dormida.
Un par de semanas transcurrieron, y no había podido contactarme con Xander. Al principio esto era normal, solíamos hablar una vez mes al mes, pero los últimos dos años… hablábamos casi a diario.
Quizás él, después de que nosotros…
No, le daría el beneficio de la duda, podría ser que tuvo un imprevisto y no me ha podido contactar… en casi tres semanas… ni un solo mensaje.
Ni una sola señal en Oráculo.
Me estaba volviendo loca, “a él no le gustas tanto” se repetía una y otra vez en mi mente, quizás el encierro me estaba afectando, me dolía la cabeza, y sentía el cuerpo inflamado, incluso me dolían los pezones con cualquier roce de la ropa.
Necesitaba salir un poco, todo me llevaba a la escena de Aleks cayendo con su pecho ensangrentado, la ausencia de Xander…
Tampoco he visto a los chicos ni he tenido ninguna noticias de ellos. Envié un mensaje a Kirill e Ivan, invitándolos a ir con Lenna.
Lenna…
El día que salimos del hospital, le puse un rastreador al auto de Raffaele y así fue como encontré la casa de la tía, de otra forma hubiera sido imposible.
Cuando la vi en el hospital, todo el misterio encajó, como un rompecabezas.
Era peligroso ir a verla, pero yo tenía que hacerlo, sabía muy bien que ella no tuvo nada que ver con lo que pasó, por Dios, ella le disparó a su padre. Debe estar muy preocupada sin saber sobre… Aleksi, alguien tenía que decirle.
Los chicos llegaron, Kirill me abrazó e Ivan asintió con dureza. Los dos se veían fatales. No es que yo me viera mejor.
Nadie podría culparnos por ello.
Cuando llegamos a la ubicación, una enorme y elegante casa apareció, por completo digno de las personas que vivían en ella.
—Esto podría ser peligroso —susurre a nadie y a todos dentro del auto.
Ivan soltó una pequeña burla. —Ya es tarde para eso.
Salimos del auto y el hombre de confianza, Raffaele, fue quien nos recibió.
—Tu —me acusó, a un lado de mí, Ivan se tensó— pusiste un rastreador en mi auto, pequeña escurridiza —quería mantenerse serio pero una sonrisa se le escapaba.
—Tenía que estar segura, esa chica es mi mejor amiga, —forcé una sonrisa—, podemos, ¿podemos pasar a verla?
La diversión se le escapó del rostro, ensombreciéndolo. Abrió más la puerta en señal de dejarnos pasar.
—Por favor, esperen un momento aquí.
Los chicos se quedaron de pie, pero yo me senté. La casa era magnifica, el diseño estructural era exquisito, muy costoso pero elegante, por alguna razón me recordaba al tío Artem, creo que este estilo le hubiera gustado.
Unos minutos después, Raffaele llegó acompañado de la refinada mujer que vi en el hospital. Aunque su belleza era notable, la mujer lucia cansada, sus ojeras estaban muy pronunciadas y la sonrisa con la que nos saludó, no llegaba a sus ojos.
—Hola, soy Eleanor, la tía de Lenna.
Me puse de pie para saludar, pero Ivan colocó su mano en mi hombro.
—Eres Eleanor Costello —exclamó con oscuridad en su voz— la esposa de Luca Costello.
El silencio llenó el lugar mientras todos teníamos los ojos puestos en la mujer. Ella asintió, manteniendo la sonrisa. —Soy Rossi ahora, Eleanor Rossi viuda de Costello.
Jesucristo…
Que… Como… ¿Viuda?
¡Como blin no conecté ese detalle! Sabia que el tío de Lenna había fallecido y yo no…