Habían pasado unas semanas desde la visita de Yekaterina, me reconfortó el alma y me hizo sentir un poco menos sola, todavía seguía con la vida arruinada, pero asumiría las consecuencias de mis imprudentes acciones.
La principal, seria esconderme. Nadie debía saber que había quedado encinta hasta que la corona estuviera estable, no solo seria considerada una deshonra, si el tío Maxim se enterara…
Seguía asustada, pero todo lo que podía hacer, lo que podía controlar, es realizar las cosas como mejor puedo, a partir de la investigación.
Me hubiera gustado tener la clase de comunicación con mi madre, que la mayoría de las hijas podrían tener, pero conociéndola, seguro intentaba obligarme a ir a una clínica.
Y después prepararme para mi inminente boda con un hombre de 60 años.
Revisé y analicé todo lo que tengo que saber sobre el embarazo, leí muchos libros sobre educar a un hijo, y seguiré haciéndolo porque no tengo opción.
No puedo deshacerme de esto.
No tengo el valor ni el estómago para hacer lo contrario.
Y hablando de estómago, había una muy pequeña protuberancia en mi vientre, soy muy delgada, pero apenas se eleva un poco.
Katya contactó a una obstetra que viene al departamento para hacerme todas las revisiones, ha sido muy amable conmigo y nunca me ha dado una mirada juiciosa. Me dejó una lámina infográfica sobre el crecimiento del bebé comparativa con frutas y verduras. Vi el calendario, y ya tiene 12 semanas.
—Haré todo lo que pueda por ser una buena mamá limoncito, me voy a equivocar mucho, pero por lo menos no te presionaré a casarte, ¿qué tal? ¿Eso me da puntos?
A veces seguía triste por Aleksander, pero ya no me permitía llorar y deprimirme, no quería que se le pasara nada de mi tristeza al bebé. No he visto ni obtenido noticias de los chicos, lo único agradable ha sido que Lenna ya salió de la etapa depresiva.
Hemos tenido contacto por llamadas y por mensajes, pero no he podido verla. Katya me advirtió que las cosas estaban muy mal, y no puedo salir en lo absoluto.
Cuando no puedo con el encierro, salgo a mitad de la noche y subo a la azotea. Es reconfortante de alguna manera, aunque mis pensamientos siempre van a X.
Y lo he extrañado, a Xander. Todo de él. La coquetería con la que me hacía reír, que siempre parecía dejar todo por ponerme atención, extraño su compañía.
<<Pasé de una obsesión a otra.>>
Dejé salir un suspiro tormentoso de mi cuerpo, mientras acariciaba mi abdomen.
—Seré una buena mamá, lo prometo limoncito, me diste un susto de muerte al principio, y todavía estoy asustada, pero siento que ya te amo.
Estaba en el balcón de mi habitación, cuando recibí una llamada de alguien, de quien no me lo esperaba.
—¿Ivan?
—Hola pequeña, ¿qué tal todo? —Su voz estaba demasiado ronca, como si acabara de despertar… o llevara semanas bebiendo.
¿Qué tal todo? Dios Santo. Horrible, todo es horrible.
—Aquí todo está bien, y tu Ivan, ¿estas…? —Sabía que no estaba bien, porque todos los chicos teníamos incrustados microchip bajo la piel, por seguridad, así que sabía dónde estaba. A diferencia de Kirill, que fue como si se hubiera arrancado el chip del brazo y lo hubiera aplastado.
El de Aleksander…
—Tatiana, ¿es verdad? ¿estás embarazada?
Oh vaya, ¿cómo…?
—¿Hablaste con Katya?
—Entonces es verdad, lo estas joder.
—Ivan…
—Escúchame Tatiana, no estás sola ¿de acuerdo? Dime donde estas, iré por ti, te cuidare a ti y al bebé.
Oh, Ivan.
Se me formó un nudo en la garganta, que me dificultó hablar.
Ese era el Ivan que había confundido mis sentimientos adolescentes.
El Ivan que poseía la historia de mi primer amor.
—Tengo algo de dinero, y puedo comprarnos una casa, en algún lugar alejado de todo esto, sé que tienes tu propio dinero, solo quiero decir que puedo proveerlos a ambos, puedo cuidarlos, seré su padre Tatiana, no estás sola, seremos una familia.
Jesús…
—Eres lo máximo ¿sabías? —me aclaré la garganta para desvanecer el nudo dentro de ella—. De las mejores cosas que hizo mi primo fue traerte a la familia, y siempre, siempre seremos familia.
—Tati…
—Estoy bien Ivan, me haré responsable de esto, sola. Pero siempre eres bienvenido, eres mi hermano mayor, ¿recuerdas?
—Tatiana eso no, yo… es que, ahora lo prefieres a él, ¿es eso? Aun cuando te abandonó.
—Ivan…
—Tu, tú me dabas tus dulces cuando eras niña, ¿recuerdas? Tus preciosos dulces que no compartías con nadie. Nunca me habían regalado nada, y después tú, me seguías a todos lados, no me temías, confiabas en mí, no te importaba quien era yo o de donde venia, tú… tú me querías, y ahora, ahora dices que todo eso se terminó, ahora prefieres a alguien más.