Kairos

CAPITULO DIECIOCHO

No soy una persona violenta, aquellos que me conocen saben que detesto la violencia. Por eso no me explico que me poseyó para estar armada hasta los dientes, esperando detrás de Raffaele en pro de rescatar a un ingrato con quien no he tenido comunicación desde que le entregué mi virginidad.

No podía ignorar la solicitud, me dije que lo hacia por mi bebe.

Si bueno, a veces me gusta engañarme a mi misma para hacer las cosas, un poco mas interesantes.

Cuando verifiqué la ubicación y contacté a Raffaele, le pedí vernos con urgencia, y por increíble que parezca, el aceptó. Mas increíble aun, fue que no me pareciera imprudente encontrarme con él, sola. Es después de todo, parte de la familia rival de antaño de la mía, o lo era. Pero había algo en ese hombre que me recordaba a mi padre, sentía el honor correr dentro de él, así que cuando me garantizó paso seguro, seguí mis instintos y fui de inmediato.

Ignoré la multitud de llamadas de Yekaterina, seguro le informaron que salí, pero necesitaba ver la reacción de Raffaele en persona cuando le dijera el nombre de Xander, no estoy tan versada en el lenguaje corporal como mis primos, pero puedo comprender un poco.

Y no quería equivocarme.

Él estaba esperándome y en cuanto me vio, exigió la información, estaba asustado y tenso, lo que pareció inusual, lo he visto en una situación donde le apuntaban con armas y ni siquiera parpadeó.

Resultó que la familia de X tenía días buscándolo, y que el Raffaele de Lenna, es amigo íntimo de esa familia, entonces cuando llegué con el grial de las respuestas, no pudieron oponerse a mi condición de acompañarlos.

Él me dijo que sería un lastre y un estorbo, yo le dije que no necesitaba niñeras.

Y aquí estamos.

En plena invasión a un edificio para rescatar al padre de mi bebé nonato.

—Señor, nos descubrieron, —todos estábamos conectados por auriculares—, un grupo se dirige hacia ustedes… veinte, quizás veinticinco hombres.

Nosotros éramos diez… conmigo.

Por eso yo estoy detrás de una computadora, mi inteligencia superior no es estratega.

—Niña, ¿estás segura que sabes usar eso? —señaló con su cabeza al arma en mis manos.

Me encogí de hombros. —Por desgracia.

—Bien, tendremos algo de acción, ¿lista?

No. —Si.

Había venido ayudar a X, pero alguien más dependía de mí. Si tenía que usar todas las habilidades que me fueron moldeadas, las usaría.

En cuanto volteamos al frente, los hombres que esperábamos aparecieron, y comenzó el fuego.

—Aquí vamos limoncito.

Una pequeña barda nos cubría mientras disparamos y los números enemigos disminuían. No era la primera vez que me encontraba en una situación así, el sonido de las balas fue la canción de cuna de mi infancia, la diferencia de todas esas situaciones o incluso de los entrenamientos, es que fui una princesa protegida, mi formación fue a insistencia de Katya, y mi único pensamiento era, son ellos o yo, y ya no estoy sola, pero no lo hacía más fácil.

Con cada disparo se me revolvía más y más el estómago, pero no fallaba. Disparaba, me cubría, recargaba, repetía.

Los disparos enemigos cesaron, y uno de los hombres avisó que no quedaba nadie más.

—Abatino, Vianco, revisen que…

—¡Alguien viene!

Todos alistamos nuestras posiciones, apuntando a quien fuera que venía.

—¡Alto! ¡No disparen! —el grito venía de los recién llegados.

Conforme se iban acercando, se podía distinguir alrededor de diez hombres, uno de ellos sostenía a alguien por el cuello, usándolo como escudo. Era… era…

¡Oh Jesús!

Era la primera vez que lo veía sin un antifaz cubriendo la mitad de su cara, y podría reconocerlo de cualquier manera.

Xander, su cuerpo y rostro lucia demacrado y mucho más delgado que como lo recordaba, no había un pedazo de piel a la vista que no tuviera golpes o marcas, su ropa estaba desgarrada y sucia, su ropa…, esa ropa…

Solté un sollozo cuando la reconocí.

Era el traje que llevaba el día del baile.

—¿Armando? ¡Que carajos crees que estás haciendo!

—Oh mierda, Ra-Raffaele, ¿q-q-que estás haciendo aquí? —El llamado Armando palideció abriendo mucho los ojos al ver a Raffaele.

—Contéstame imbécil, ¿qué crees que estás haciendo?

Raffaele dio unos pasos en su dirección, pero los otros hombres enemigos levantaron sus armas apuntándoles.

—Bajen las armas, ¡bajen las putas armas! Él es Raffaele Fiore, ¡el consigliere de Luca Costello! —gritó con voz chillante.

A su orden, murmullos sorprendidos y podría decir que, de pánico, recorrieron los rostros de los hombres que lo acompañaban. Los hombres de Raffaele y yo incluida, nos acercamos a él para cubrirle la espalda.

Bueno, yo solo quería ir por Xander, pero estaba alerta.




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