Kairos

EPÍLOGO

Un par de meses pasaron y la normalidad entre nosotros se asentó, como si jamás hubiésemos estado separados.

Xander llegó y jamás se marchó. Al principio había cierta tensión, de mi parte, pero el cumplió lo que prometió, cada día se esforzaba por lo nuestro. Se tomó un tiempo en el trabajo, lo que significaba que apagó cualquier cosa con que pudieran contactarlo, excepto para su primo Dante, dijo que era momento para conocernos de nuevo, después trajo algunas de sus cosas y finalmente abandonó Chicago para instalarse en un parpadeo.

Las familias no sabían nada, hasta donde yo sabía, y en definitiva, se sabría si ellos estuvieran enterados, pero abordaríamos ese puente más adelante. Las cosas en la Bratva estaban estabilizándose en favor de Katya, el Circulo no perdonaba la traición, y todos estaban cazando a Maxim, buscaríamos la oportunidad para atender nuestra situación.

Xander hizo las pases con Remy, y les regaló, a él y su esposo, unos exclusivos pases para un Crucero.

Todavía teníamos que arreglar algunos asuntos, pero…

Aunque el lado feminista de mi podría resentir un poco, siendo sincera, era como si por fin todo se sintiera bien. Como si todo está como debería estar.

Sentía que todo mejoraría.

O casi.

Exhalé un suspiro mientras veía el amanecer recargada el balcón de mi habitación.

Aleksi.

La herida cicatrizante de su recuerdo apretó mi corazón. Por él y por todos.

Él se marchó y todo se rompió.

No había visto a Ivan, pero lo último que supe de él, no era bueno. Kirill, lo que pude averiguar podría hacer pensar que estuvo involucrado en los planes de su papá, pero nadie, ni siquiera Katya, lo creíamos, a pesar del silencio de su desaparición.

Katya, ella siempre era fuerte por todos, pero la caza de Maxim y las constantes trampas con las que se enfrentaba, la ponían en constante peligro, sin contar que no todos tenían el pensamiento moderno de una mujer al frente de todos.

Lenna, ella cruzó y salió del infierno, y aunque ahora esta medianamente en paz, parece que la mayor parte del tiempo, está fingiendo estabilidad. Por su familia, y esos tremendos gemelos, que…

Dios, un nudo en la garganta se me formó, no era justo, nada de lo que había pasado era justo, y que Aleksi no estuviera aquí para verlos, era horrible.

Y tenía una atroz sensación desde hace años, de que estaba perdiéndome algo, pero por mis propias circunstancias, dejaba eso de lado, aunque cada vez que pensaba en ello, parecía como una punzada en mi cerebro.

Ahora me sentía tranquila, como no lo había estado en tanto tiempo, y quería eso para lo demás.

Su aroma tan familiar me envolvió antes de que sus brazos me tomaran por la espalda, sacándome de mis pensamientos.

—Buenos días amor.

Me giré para verlo de frente. —Hola tu.

Una ligera sonrisa me correspondió. —Tatiana, tenemos que hablar.

Eso no sonaba nada bien. Me dejé llevar de regreso a la recámara, y ambos nos sentamos en la cama. Esperé que él hablara, porque la incertidumbre que se empezó a formar dentro de mí, no me dejaba hablar.

Miles de escenarios pasaban por mi mente, y ninguno era lindo.

—Amor, tranquila, tú y yo, estamos perfectos, ¿de acuerdo? —Su mano acarició un lado de mi cara, calmando mi ansiedad.

Bien, entonces no es sobre nosotros.

Si, soy una llorona y que.

Asentí para que continuara.

—Es cierto que tu espectáculo con tu amigo hizo que saliera de las sombras —gruñó con ligereza—, sin embargo, ya estaba por contactarte, tengo algo para ti.

Sentía mis ojos muy abiertos, porque un regalo no era en lo que pensaba cuando comenzó esta conversación.

Se levantó un momento y trajo consigo una tableta.

Estaba a punto de sonreír para bromearle, pero la facción de su rostro no me lo permitió. El no estaba divertido, en realidad, estaba bastante serio, nunca lo había percibido de esa manera.

—Tatiana, esto es sobre tu…

El sonido de un timbre interrumpió lo que sea que fuera a decir.

Mi cuerpo se tensó de inmediato, mi cabeza giró muy lentamente para visualizar el objeto del sonido, que estaba en la mesita de noche.

Un escalofrió me recorrió mientras veía la luz del móvil destellar, mi corazón comenzó a latir demasiado rápido. Porque había pasado mucho tiempo desde que escuché ese timbre.

Cuatro años exactamente.

—¿Cariño?

Me levanté de la cama y caminé el par de pasos que necesitaba para tomar mi móvil.

Lo desbloquee con las manos temblorosas y las lágrimas comenzaron a recorrer mi rostro como si se hubiera encendido un interruptor.

Ahora todo mi cuerpo temblaba incontrolablemente.

—Tatiana, ¿qué está ocurriendo?

Me dio la vuelta y levantó mi rostro con suavidad, viéndome con preocupación.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.