Kamari.

VI

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Craven estaba con su armadura, una nueva, con una espada fina, pero no llevaba casco. Yo mantenía los pies todavía en el suelo cuando los caballos se acercaron.

—¿Y el mío? —pregunté ganándome la mirada confusa de Oma.

Oh, genial. Ahora tendría que ir atrás como una especie de damisela en peligro.

—Tengo las herramientas aquí—señaló las bolsas negras en la parte de atrás del caballo blanco—con él estarás mejor.

Veía un brillo que no supe si era de burla en el rostro del idiota de Craven, como sea, para mi sorpresa me extendió la mano.

Subí tomándola y el caballo se balanceó hacía un lado y otro. Era raro, yo ya estaba acostumbrada a mi lobo.

—Puedes sujetarte si lo necesitas— escuché a Craven murmurar y carraspeé acercándome a su cuerpo, le rodeé la cintura y me aferré al traje cuando el galope me hizo pegar un brinco—. ¿Ya?

Blanqueé los ojos.

—Sí.

Era de noche, la luna brillaba en todo su esplendor, pasamos por varias montañas y luego hallamos el lugar dónde habíamos matado al valkiriano. Notamos que la sangre seguía fresca sobre la hierba verde, el cuerpo estaba tirado muy cerca del muro.

El mago hizo una mueca al ver el cuerpo una vez bajó del caballo y yo, sin soltarme de Craven que emitía alguna especie de calor extraña, miré hacía el lugar donde habíamos estado.

El caballo comenzó a relinchar, como si viera algo adelante. Las puntas de mis orejas se movieron involuntariamente, escuché una respiración masculina que provenía de adelante y de la nada, no había nadie, pero la escuché a la perfección.

—Craven—lo llamé y medio giró la cabeza.

—¿Qué pasa?

—¿Lo has oído?

—¿Qué?

—La respiración.

Entonces pasó de nuevo, esa energía roja comenzó a salir de la nada, de la grieta que había hecho el golpe del valkiriano.

El caballo de Oma se levantó en el aire y Craven controló el suyo para que no nos tirara al piso.

—¡Oma! —el jinete del que yo estaba aferrada gritó el nombre del mago y este no demoró en darse cuenta de que un soldado de Valka había atravesado a su caballo con una espada, alzándolo.

Oma soltó un hechizo con la boca haciendo que el verde emergiera de sus manos, sus ojos se tornaron lima y una vez llegó al valkiriano, este se desplomó, sus ojos que normalmente eran negros comenzaron a volverse color escarlata.

La magia roja comenzó a salir de él quién se retorció mientras Oma se paraba delante mirándolo con fijeza, hizo un puño con la mano y entonces el valkiriano perdió el color rojo y cerró los ojos soltando el último suspiro.

—Necesitamos transportarnos rápido—comentó el mago, sin energía, estaba sudando, cansado, dibujo una figura en el suelo con su mano—entren al círculo.

Craven hizo que el caballo caminará hacía el, bajamos del animal y esta vez cuando el agujero se abrió bajo nuestros pies logré mantenerme en pie. Parpadeé mientras la nube de energía verdosa detrás de nosotros desaparecía.

El lugar al que nos había llevado era el palacio, estábamos en el patio, los guardias nos observaron extraño interrumpiendo la conversación.

Miré a Craven que giró para hablarle a Oma, pero él no estaba.

—¿Dónde está? —dije y él me observó igual de sorprendido—. ¿Volvemos?

—No.

Lo seguí cuando emprendió camino hacía el palacio, pasó por los salones y buscó algo.

—¿Qué haces?

—Vete a tu habitación—me ordenó.

—Necesitas contarle lo que pasó al rey.

Choqué con su pecho cuando se giró, levanté la cara hallando sus ojos rojos un poco rabiosos.

—No fue una sugerencia.

—Debes hacerlo—me hice un paso atrás— viste lo que yo vi ¿no? Esa magia por poco derriba a tu mago.

—No vas a abrir esa boca de bestia tuya...

—No estoy aquí por elección, estoy pagando una deuda por culpa de tus hombres.

—Te recuerdo que tiraste a matarlo y robaste.

—Habla desde tu posición de caballero real donde tienes todo.

—¿Cuál es tu problema? Se te está dando comodidad.

—Mi problema es que, si tu seguridad falla, van a tomar a tu pueblo como rehén, incluyéndome a mí y me van a separar de lo único que me importa, que es mi lobo.

Él me dio una mirada de advertencia.

—Bien, bien, no te diré nada más, pero si tu mago falla, solo dile al rey que acepte su derrota agachando la cabeza con los valkos.

Tomó mi barbilla en un movimiento brusco y cogí su muñeca haciéndole fuerza para quitarlo.

—No le dirás nada.

—No eres mi dueño...

—No me fío de ti.

—Pues que bien, porque fíjate eso mismo te digo.

—¿Craven? —la voz de la reina lo hizo apartarse— ¿qué pasó? ¿Y Oma?

Lo miré mal cuando volvió a observarme con cautela.

—Volvió a su casa, solo nos teletransportó aquí y supongo que llevó los cuerpos para revisarlos.

Faye pasó sus ojos a mí.

Sabía que no me creería, porque entre su amante y yo ¿cómo iba a poner mi palabra sobre la de él?

—Puedes retirarte.

—¿A dónde? —cuestioné bajando el tono.

—A dónde quieras, abajo hay una biblioteca o al jardín o a tu habitación.

—Pero tú eres mi dueña, se supone que debo estar contigo.

—Obedece y ve a dónde quieras hasta mañana.

La biblioteca fue lo que más sonó en mi cabeza.

✰*ૢ✧ ཻུ۪۪⸙︽︽︽︽︽︽︽︽◌ ༉‧₊˚⁺ ˖˚

El lugar en dónde tenían los libros era uno en forma circular.

Me acerqué a la pelirroja que tenía las orejas puntiagudas y los ojos marrones, algunos anillos decoraban sus dedos largos y negros, estaba ubicando los libros encaramada en una escalera de madera.

—Hola— levanté la voz haciendo que se girara hacía mí.

Llevaba un vestido café desde los hombros hasta las rodillas.

—¿Te han enviado desde el capitolio?




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