Kamari.

X

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Los libros no eran tan aburridos, no como yo solía pensarlo.

Las charlas con Ryan no eran tan aburridas.

La comida ya no era tan aburrida.

La compañía de Craven de vez en cuando era tediosa, pero no aburrida.

La vida en la estrella Ryby no era tan aburrida y yo con el paso de los días ya no me sentía como una esclava, quizá lo era, de alguna manera, pero todos somos esclavos de nosotros mismos durante nuestra vida y lo más difícil y sensato es aceptarlo.

Extrañamente con el comandante de la Guardia real hubo mucha más comunicación, Craven no dejaba de hacer sus típicos comentarios idiotas—sarcásticos—cuando me veía distraída o aburrida y sentía que lo hacía para mi bien.

También me había acercado bastante a Gwynn y a Ryan, nos escapábamos de vez en cuando para ir al lago, yo seguía sin meterme al agua, prefería verlos intentar ahogarse que meterme.

Esa mañana la reina pidió una cabalgata y Craven decidió acompañarla, así que yo me quedé limpiando la mesa del comedor para luego encontrarme con Lortenthot.

—Buen día—lo saludé y él me regaló una corta sonrisa— ¿quiere comer algo?

—Postre estaría bien.

Mis manos se movieron rápido, empecé a hacerlo y luego lo serví.

—La leche está recién hecha—la coloqué encima para ponerlo delante de él—puedo retirarme, si así lo desea.

—Gracias, pero prefiero que te quedes, toma asiento, por favor.

Le dio el primer mordisco y alzó las cejas mientras yo me sentaba en la silla.

—Esta increíble. ¿Quién te enseñó a cocinar?

—Gwynn.

—Es muy buena al parecer.

—Lo es.

—¿Cómo te has sentido últimamente? —siguió comiendo y yo enarqué una ceja.

—Bien, mucho mejor.

—Me alegro por ello.

—¿Por qué?

Sus ojos se entrecerraron analizándome. —¿Por qué?

—Si, se que yo no era mucho de su agrado.

—Mi esposa—respondió—odia las cadenas, odia la palabra: amo. Es cierto que no me gusta tener a una valkiriana en mi palacio, pero tu no lo eres del todo.

—¿Su esposa se lo pidió?

—¿Qué te dejará quedar aquí? —preguntó y asentí en respuesta—. Si.

—¿Y usted aceptó sin condicionarle nada?

—Haría lo que fuera por ella—acabó su pastel, luego se levantó.

—¿Por qué me dice estás cosas?

—No sé si es verdad que quieres un lugar en este reino, en mi castillo, se que has hecho cosas malas, Kamari, pero hay algo que jamás perdonaré, ni, aunque Faye me lo implore— su mirada se ensombreció—intentar dañarla.

Me quedé en silencio y el prosiguió.

—Conoces el lado amable de mi esposa, es buena, no conoce oscuridad. Y por tu bien, espero que esa mirada no se borre nunca de su rostro o te juro que descuartizaré todo lo que sea importante para ti y te meteré en una fosa.

» Para ella eres como parte de este reino, ignorando el hecho de que eres mitad valkiriana. Y mientras eso pase, tendrás que cumplir todos los juramentos.

—¿Quiere que jure algo?

—Si.

—¿Aquí? —me levanté y él negó.

—Ven conmigo.

Lo seguí hasta fuera, hasta cerca del laberinto, dónde los pájaros cantaban y entonces se paró delante de mí frente al estanque de los peces de la vida.

—Bebe del agua—ordenó y así lo hice, era fresca, rica—. Ahora júralo. Que la protegerás así te cueste la vida y si intentas hacer algo, te perseguiré hasta el resto de tus días y no descansaré hasta verte muerta.

—Juro protegerla hasta el resto de mis días—repetí moviendo la lengua—así me cueste la vida.

—Este lugar es sagrado, pero es más sagrada mi espada a la hora de matar cuando incumplen promesas.

—La ama demasiado entonces—sugerí y él se centró en mis ojos—a su esposa. Usted sabe lo que pasará tanto como yo ¿no es así? Por eso hay guardias día y noche.

—Daría mi vida para salvarla, no voy a dejarla morir.

—Ella morirá, sea hoy, o mañana o en un milenio. Pero... lo hará.

—Hay algo peor que la muerte, señor, eso de lo que usted quiere salvarla es algo que yo estoy segura de que compartimos, la esclavitud.

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Gwynn, yo y Ryan nos habíamos tomado la noche para escaparnos al lago, de nuevo, era mi lugar favorito, estábamos contando historias, bueno... ellos hablaban, Ryan más que todo, sobre la vegetación.

—Me gustaba en serio que sí—siguió—pero ella no estaba lista para tremenda majestuosidad.

Gwynn comenzó a reírse y noto mi mirada perdida en el agua, recostada con el abdomen en el pasto.

—¿En qué piensas? —me preguntó ella— ¿En el Pegaso? ¿O en la ex de Ryan?

Sonreí suavemente.

—Kamari tampoco estaría lista para esta belleza—el pelirrojo se señaló.

Las luciérnagas aparecieron y me permití disfrutar el viento contra mis mejillas, siendo consiente de todo aquello que me rodeaba, los olores, la vista y las sensaciones.

—En que este es mi lugar favorito—los miré y Ryan me dio una sonrisa ladeada antes de ojear el agua—y ustedes mis personas favoritas.

A Gwynn se le deslizaron las lágrimas por las mejillas. —Lo mismo siento.

Era un momento en paz, uno que nunca había sentido, quería quedarme ahí, con ellos, escuchando a Ryan decir sus tontadas y a Gwynn hablar del caballo que tomaba agua en aquel lugar.

—Hora de volver—el pelirrojo me extendió la mano y la tomé mientras ayudaba al tiempo a la morena a levantarse.

Por un rato nos quedamos en silencio escuchando los sonidos del bosque, incluso lo hicimos en la empinada colina, ya muy cerca del castillo.

—Oigan, deberíamos salir más a menudo de noche, escuché que hay un bar abierto a estas horas—sugirió Gwynn.

—¿Quién te lo recomendó? —le preguntó Ryan— ¿Lorcan?

—Oye, a mi compañero no lo metas en eso.

—Ya lo llamas tu compañero—se burló.




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