Kamari.

XXVI

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La piedra que la maga había encontrado tenía forma de corazón con varias espinas dentro, cristalizadas.

—¿Qué demonios es eso? —indagó Craven cuando las espinas se movieron hacía delante, abriendo el corazón que se deformó.

—Prestame tu índice— Nala me observó después de la petición, y eso hice, estiré mi mano hacía ella, quién la tomó con delicadeza acercando mi piel a la espina más larga—. Es un relicario de memorias de almas, si hay uno aquí es para entrar, la estrella recuerda quién eres, incluso si eres de otra, podrás ver lo que necesites, es tu entrada.

Pasó los ojos a Craven.

—Y la tuya.

Retiré la mano cuando la sangre empañó el cristal, Craven hizo el mismo proceso logrando que la sangre se mezclara en el centro del corazón. Nala abrió la palma usando su magia y la empujó contra el suelo.

El azúl de su energía desapareció luego de un momento.

—Bueno, creo que está vez no te funcionó el truco— el soldado nos dió la espalda.

Un segundo después, la tierra tembló como si se fuera a abrir, mis brazos buscaron algo de donde agarrarse pero no lo obtuvieron, me balanceé hacía delante y traté de generar magia para mover la poca tierra de Akávarium, pero no pude.

Sentí el impacto del agua contra mi rostro y abdomen. La corriente me giró y me escupió en un lugar ajeno a todo lo que había visto. Caí de costado soltando un grito debido a la sensación en mis costillas, rodé sobre mi eje sin permitirme caer de nuevo y me puse en pie.

Una cueva, llena de bruma, con el eco de mi propia respiración se posó ante mis ojos. Di un paso al frente y el humo desapareció mostrándome una pared de agua que reflejaba mi figura de pies a cabeza.

El cabello negro me había crecido un poco más, tenía la piel un poco deshidratada, mis ojos estaban más grandes y los huesos se marcaban bajo la pálidez de mi ser, un destelló verde salpicó los dedos de mi mano y el agua que se mantenía delante de mí se movió.

Arrugué las cejas frotando el índice contra el pulgar. La magia surgió con mucha facilidad.

El agua volvió a moverse.

Me detuve y alcé la mano para probar. ¿Qué pasaría si tocaba la pared? Solo había una manera de saberlo y eso era haciendolo.

Mi palma emitió pequeños destellos fluorescentes de la magia perteneciente a Ryby, una verde pastel. Mi piel cosquilleo después de tocar el agua de la pared y entonces la misma se congeló.

Kamari.

La voz de mi madre resonó dentro del lugar. ¿Ella estaba en la cueva? ¿Era una trampa?

Mis rodillas se doblaron y parte de mi cuerpo se desvaneció. O eso fue lo que sentí.

Un momento después, parpadee.

Un pez se encontraba bajo mis pies, en un pequeño pozo, alguien gritó y cayó al agua manchandola de sangre. Un ser, con el cabello tan blanco como la nieve, los ojos tan azules como la magia misma, el resplandor de su vida se fue apagando ante la herida y su cabello se tornó negro.

Es un sacrificiouna voz masculina murmuró tras de mí—. El caballero nacerá de ti.

Giré sobre mi propio eje.

Hallé mi propio reflejo con los ojos verdes, llevaba la misma ropa que yo en ese momento y me sonrió.

No has venido por eso. ¿No es así, Kamari? Las visiones de tu alma gemela te atormentan.

Retrocedí y todo se desvaneció a mi alrededor.

Ella seguía conmigo.

Delante de mí.

No me temas, soy tu. Y te voy a ayudar dio un paso y enterré mis pies en mi sitio ese es el nacimiento de tu estrella.

—Vengo de Valka.

No eres una valka, no naciste allí, este es tu hogar, Akávarium.

—¿Qué?

Tienes sangre de valkiria corriendo por tus venas, pero no eres de ahí. Tu padre era un mago y tu madre una hembra valkiriasus ojos verdes tallaron contra los míos. Tu temor son los ojos por los que ves. Las visiones de tu alma gemela.

Callé.

Es mucho más importante de lo que piensas. Si mueres él morirá contigo, si vives, él vivirá contigo, no es un humano común. Y tú tampoco eres un ser común. Entre más lejos estés del vínculo, más difícil será.

—¿Quién?

Sus labios se curvaron en una sonrisa y luego chasqueó los dedos logrando que la magia de Ryby me tragara hacía otro lugar.

Vi a Nala, en el primer lugar donde el portal nos dejó, entre la bruma, antes de hallar la piedra, yo estaba acostada, ella me miró y traté de hablar, pero entonces ella negó.

No puedo cargarla, ella debe hablar con El reflejo.

Mi corazón latió con fuerza. Me moví contra mi voluntad, sentí como mi cuerpo se doblaba para alcanzar el agua y entonces vi el rostro de la persona, con mis ojos.

Craven.

—No.

Es tu respuesta.

—No.

Me obligué a parpadear, volví a ver la pared. Volví a verlo todo, el agua me tomó y volví a mi cuerpo con el corazón acelerado, martillando dentro de mi tórax, los latidos se desenfrenaron en cuanto desperté viendo la misma escena.

—Kamari— Nala me llamó intentando hacerme reaccionar.

Mis ojos fueron a Craven, quién estaba con la mirada clavada en la mía. Negué, no. No podía ser él. Yo era una bestia y él, el hermano de la reina, un ser de sangre real. ¿Por qué?

Yo no podía ser su alma gemela.

Pero todo conectó con una certeza dolorosa. Yo había comenzado a ver a través de los ojos de alguien más, de mi alma gemela, a una hembra, en un campamento, a su pareja. Justo después del primer ataque de los Valkos.

Vi por sus ojos.

Gwyn me lo dijo junto con Ryan.

Todo era cierto.

Sentí la necesidad de preguntarle, ¿ese era el vínculo? Apreté los labios obligándome a ver a Nala. No. Yo era del lado oscuro del universo, él no. Mi reflejo estaba equivocado, y si no lo estaba yo terminaría con ese vínculo.




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