Kamika: Dioses Guardianes

2. La Última Señal

Escuché la puerta del apartamento abrirse. Por lo que me desperté totalmente y me levanté de la cama con los ojos aún cansados. Observé el reloj de la pared de mi habitación, eran las siete de la noche. Impresionada por la cantidad de horas de sueño que tuve, abrí la puerta de mi habitación.

—Ailyn ¿estás aquí? —gritó mamá desde la sala.

—Sí, mamá —Salí de mi habitación y saludé a mamá con un beso en la mejilla. Ella siempre llegaba tarde debido a su trabajo; ya que trabajaba en el hospital local, en el turno de urgencias.

Tenía el cabello castaño como yo, pero un poco más largo y lo llevaba recogido en una coleta por su profesión. Sus ojos eran claros como los míos y su rostro no tenía, ni por asomo, arrugas significativas de la edad.

—Ailyn, ayúdame con estos paquetes.

La voz quejosa de Cody se hizo presente, me volví y lo vi subiendo las escaleras con las manos llenas de bolsas de mercado.

Cody era mi hermano pequeño; tenía diez años, sin embargo, aparenta ser un poco mayor. Era como una versión mía en masculino, pero más fastidiosa, ya que su cabello y ojos eran del mismo color que los míos.

La mayor parte del tiempo peleábamos por cosas insignificantes como quién tendría el control del televisor o quién usaba el baño primero. Aunque la verdad era que nos amábamos mucho; yo diría que Cody era el miembro de mi familia a quien más quería —no significa que no amara a mis padres—, tal vez se debía a que era mi hermano menor o porque sentía que debía cuidarlo y protegerlo con mi vida por el simple hecho de ser mayor que él. Después de todo, los hermanos menores eran responsabilidad de los hermanos mayores.

—Hola para ti también, Cody. No seas mal educado —dije, más para fastidiarlo que para corregirlo.

—La educación es para los humanos civilizados, lo cual tú no mereces —contraatacó con inteligencia, haciéndome enojar ante su comentario —. Y bien, no te quedes ahí parada, ven a ayudarme.

Con el ceño fruncido, me dirigí hacia él con la máxima lentitud que pude mientras observaba cómo le afectaba el peso de lo que cargaba. En su expresión pude notar que se le estaba acabando la paciencia, lo cual me divertía mucho.

—Enano, no me subestimes —advertí, al tiempo que tomaba de sus manos las bolsas más grandes.

El muy insolente, sonrió con victoria y suficiencia.

—Eres inofensiva, querida hermana, no matas ni a una mosca.

—¿Quieres apostar?

Entrecerré los ojos con desafío, gesto que Cody imitó.

—Niños, fue suficiente —intervino mamá—. Mejor ayúdenme a desempacar.

Ambos retiramos la mirada, en medio de un bufido.

Puse las bosas en el comedor al lado de la cocina. Le eché un vistazo rápido a su contenido para averiguar si traía algún postre o algo que me gustara, pero lo único que había era productos de aseo e ingredientes como aceite, sal, y mantequilla entre otros.

—Mamá, ¿qué traes en esos paquetes? —pregunté por curiosidad, señalando los paquetes que ella había entrado.

—Es un secreto —Una sonrisa juguetona se asomó en sus labios—. Tendrán que esperar hasta mañana.

Cody y yo intercambiamos miradas preguntándonos a qué se refirió.

—Pero no se queden ahí parados, cuéntenme cómo les fue hoy —pidió mamá con una gran sonrisa llena de energía, mientras desempacaba.

Los dos nos acercamos a la mesa, y empezamos a desempacar junto a ella, como nos lo había dicho.

—Bien —Cody fue el primero en responder, ya que le encantaba tener la atención de nuestros padres todo el tiempo—, aunque en la práctica de vóleibol me dieron un pelotazo en la nariz —Se frotó la nariz e hizo una mueca de dolor—. Me tuvieron que llevar a la enfermería.

—¿En serio?, qué coincidencia, a mí también me llevaron a la enfermería hoy —solté sin pensar, quise morderme la lengua en el acto.

No quería que se enteraran que tuve que ir a la enfermería porque me había desmayado, aunque lo más probable era que se diera cuenta con el registro la preparatoria o con una simple llamada a mi profesora líder, más aún porque quería mantener en secreto lo de la marca y lo de los sueños. Lo más sencillo y prudente era no mencionarlo, no quería ni explicarlo ni que se preocuparan innecesariamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.