Kamika: Dioses Guardianes

7. Atrapada en el Tiempo

 

—¡Ailyn! —gritó Sara sosteniendo mi cabeza.

Abrí los ojos. Estábamos de vuelta en la casa de Sara, en el presente. Lo primero que vi fue el rostro alterado de mi amiga, pero luego, recordé a Andrew, y lo busqué frenéticamente con la mirada. El alivio me recorrió cuando lo vi levantarse del suelo con la ayuda de Evan.

—¡¿Cómo se te ocurre hacer semejante estupidez, Andrew?! —reprochó Sara, en un tono tan peligroso como el veneno de una pitón—. ¿Tienes idea de lo que hiciste? Eso fue irresponsable, peligroso e inmaduro. Lo sabes tan bien como yo.

Lo miraba de forma tan colérica que me dio miedo.

—No lo regañes —intervine—. Él no tuvo la culpa, yo se lo pedí.

—Y él aceptó —reiteró mi amiga, volviéndose hacia mí.

—No es para tanto —dijo Andrew, en tono despreocupado—. No ocurrió nada.

—Sara… —dijo Evan— está bien. No pasó nada grave, están de vuelta, eso es lo que importa.

—¿Y si hubiera ocurrido? —replicó ella—. Ailyn no sabe usar magia, pudo haber salido herida.

—Pero no fue así —repuse, molesta—. Él fue el único que quiso mostrarme parte de la verdad. De una u otra forma, me enseñó más de lo que tú me dijiste. Además, sigues sin decirme la verdad.

Los chicos permanecieron en silencio, observando la escena, mientras Sara palidecía.

—¿De qué hablas? ¿Qué viste en el pasado?

—Sabes lo que vi, y al parecer no querías que lo supiera. ¿Cuánto más, Sara? ¿Hasta cuándo me vas a mentir?

—¡No te he mentido!

—Pero tampoco me has dicho toda la verdad.

Ella se mordió los labios, al tiempo que el sonido del timbre se hizo presente.

Evan miró a Sara, y Andrew me miró a mí con los ojos entrecerrados.

—¿Quién está tocando la puerta? —pregunté.

Mi amiga suspiró, y se dirigió a la puerta principal.

—Hablaremos de lo que pasó después —dijo Sara.

Me levanté del suelo, con la intensa mirada de Andrew aún sobre mí. Luego, el sonido agudo de la voz de una conocida invadió mis tímpanos. Perfecto, pensé con sarcasmo, otro inconveniente.

Melanie, la prima de Sara, entró en la sala, como si se tratara de la casa de ella. Era alta y delgada, muy parecida a Sara; excepto que ella tenía el cabello más corto, rubio teñido, y menos liso. Llevaba un precioso vestido corto color purpura con un lindo cinturón a juego con sus oscuros ojos, zapatos altos y pequeño bolso. No podía negar que era, realmente, hermosa. Su forma de vestir en general, gritaba dinero y diseñador.

—Te dije que te quedaras afuera —recordó Sara, hablándole a Melanie.

—Lo sé, pero no veo por qué no puedo pasar —dijo Melanie, con voz alegre.

Al verme, se dirigió a mí para saludarme, pero en el camino se quedó mirando a los chicos, hipnotizada por completo.

—¿Quiénes son? —Me preguntó al oído.

Ya me suponía lo que iba a pasar. Melanie era, dicho de forma común, una zorra; nunca dejaba pasar a un chico lindo inadvertido, y sus conquistas eran variadas y amplias. Además, los dos eran demasiado atractivos para esquivar los ojos de gata en celo de Melanie.

Suspiré, con resignación, y le dije:

—Él es Evan Cowater —Señalé a Evan, quien sonrió a forma de saludo—, y él es Andrew…

—Mucho gusto Andrew, soy Melanie —interrumpió—, pero puedes decirme Mel —Se le acercó y lo saludó con un beso en la mejilla.

Se avecinaba un sinfín de cumplidos por parte de Melanie, lo presentía. Una vez que fijaba su blanco hacia un chico, éste caía a sus pies en menos de una semana. Por mala suerte para Andrew, ahora ella se interesó en él.

Sentí una punzada en el estómago que me provoco nauseas, al observar las atenciones de Melanie. Nunca antes me interesaron sus conquistas, siempre consideré a esos chicos hormonales y sin autocontrol. Pero ahora, se estaba metiendo con Andrew, y no estaba segura de cuál de los dos terminaría peor.

Andrew quizá estaba acostumbrado a ese tipo de atención, debido a su apariencia; sin embargo, la mirada fría que le lanzó a Melanie, y que ella ignoró, me dijo que estaba lejos de agradarle su compañía.




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