Kamika: Dioses Guardianes

21. Tormenta de Dolor

 

El olor a sal era evidente, igual que el movimiento de las olas a nuestro alrededor. Las aves volaban alegremente por el cielo, probablemente emigrando, y la briza era perfecta. No podía negarlo, ese viaje era mejor de lo que imaginé, y es que el viento y velocidad me recordaban a cuando manejaba mi Suzuki.

Por suerte no hacía frio, o al menos no es suficiente para usar sudadera; así que mi atuendo era una simple camisa con un short y zapatillas deportivas. No alcanzaba a ver más allá del océano, ya estábamos demasiado lejos de alguna ciudad o isla, nos encontrábamos en medio de la nada.

A Cailye todavía le causaba dificultad acostumbrarse al constante movimiento bajo nuestros pies, aun después de una semana. Los primeros tres días fueron los peores, la pobre chica no dejaba de vomitar, pero para el cuarto día ya se encontraba mejor. Y Daymon, al igual que la rubia, sufrió de mareos. Los demás estábamos bien, éramos más resistentes a eso, más o menos.

Sara a mi lado me entregó una botella de agua que tomó de la cocina, hacía unos quince minutos que nuestro entrenamiento de ese día terminó; mientras Cailye y yo continuábamos con la vista fija en el océano.

—¿Y la mía? —interrogó Cailye con una ceja enarcada.

—Ve por ella —respondió Sara con indiferencia, a lo que la rubia le respondió frunciendo el ceño.

—Toma —Le ofrecí mi botella para evitar una discusión irrelevante.

Ella sonrió, y aceptó mi ofrenda sin problema.

Había entrenado con todos en el barco, excepto con Astra, pero con quien mejor me entendía en los movimientos era con Daymon. Era increíble lo conectados que podíamos llegar a estar, era como si uno fuera el reflejo del otro, como si hubiera un espejo entre nosotros.

—No deberías darle gusto, la malcriarás —comentó Sara, observando a Cailye beberse mi agua.

Sonreí.

—Ya estaba así cuando la conocí, no fue por mí.

Desde la cubierta, donde estábamos, alcanzaba a ver a los chicos en la sala de juegos, probablemente estaban jugando billar, como se volvió su costumbre siempre a esa hora. Y en cuanto a Astra… no sabía en dónde se metió.

—¿Quién crees que va ganando? —Sara siguió la dirección de mi mirada.

—Andrew, estoy segura.

Mi amiga me miró de reojo, y sonrió con picardía.

—Le tienes mucha fe —comentó.

Posé mi mirada en ella, y al hacerlo no pude evitar recordar el incidente con Andrew una semana atrás, cuando entré a la habitación de los chicos y encontré a Andrew desnudo. Negué con la cabeza para alejar esos recuerdos de mi mente. Todavía me causaba trauma, no porque fuera feo, sino porque era tan atractivo que me generaba vergüenza… debía dejar de pensar en eso.

—No —respondí—, no es fe. Es solo que Andrew siempre es bueno en todo lo que hace, ya sabes, por su habilidad; ni siquiera sé por qué siguen jugando a eso si saben que no pueden vencerlo.

Sara pareció meditarlo, justo cuando Cailye se unió a la conversación.

—Evan también es bueno —dijo ella.

—Y Daymon —completó Sara.

Me encogí de hombros.

—Tal vez, puede que vayan parejos. ¿Quieren ir a ver? Hagamos una apuesta, veremos quién gana, y la que haya apostado por él podrá pedirle algo a las dos perdedoras. Es decir, si gana Daymon, Cailye y yo tendremos que cumplir un deseo de Sara. ¿Entienden?

Me faltó pensar bien en lo que proponía, ya que esas dos buscaban excusa para derrotar a la otra en lo que fuera. Los ojos de ambas brillaron con desafío, al tiempo que una sonrisa maliciosa recorría ambos rostros.

—Hecho —aceptaron al unísono.

~°~

—¿Qué hacen aquí? —preguntó Evan cuando entramos al salón de entretenimiento—. Creí que estaban entrenando.

—Lo hacíamos, pero decidimos que sería interesante presenciar uno de sus partidos —explicó Sara.

La habitación era enorme, contaba con una mesa de billar, un futbolito, una máquina de bailar, una mesa de pin-pon, una dispensadora de refrescos, y una gran pantalla al fondo de la habitación que ocupaba toda la pared. Por la forma de las sillas parecía un pequeño cine en casa, pero con más estilo. Había entrado antes, como dos o tres veces, pero no me llamaba mucho la atención.




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