Kamika: Dioses Guardianes

37. Plan de Rescate

 

Le sostuve la mirada por un par de segundos, segura hasta la última célula de mi cuerpo de que aquellas palabras eran verdaderas. Tenía claro lo que haría, ahora debía pensar en cómo llevarlo a cabo sin morir en el intento.

La situación no daba tiempo para pensar en un plan alterno, y aunque en parte sonaba impulsivo, era lo mejor que tenía. Sacrificar algo, perder algo, el simple hecho de saber que debía entregar algo para terminar con todo ese caos me aterraba. Me daba miedo los resultados, me horrorizaba lo que pudiera ocurrir, conmigo y con los demás. Temía que todo saliera mal.

—Entonces, ¿cuál es tu plan? —continuó Logan en tono despectivo, sacándome de mis pensamientos.

En lugar de responderle posé mis ojos en Tamara, justo al otro lado de la habitación.

—Tamara, ¿tienes algún auto u otro tipo de transporte que nos puedas prestar? No quiero abusar de tu ayuda, pero necesitamos algo que nos lleve rápido.

Lo meditó por unos segundos, hasta que asintió no muy segura.

—Creo que tengo algo en el garaje, iré a revisar —Cruzó la estancia y salió de la casa sin añadir nada más.

Una vez Tamara abandonó la sala, y en vista de que todos seguían esperando la respuesta a la pregunta de Logan, hablé:

—Encontraremos a Hades, y cuando lo hagamos lo sellaremos de nuevo, juntos —Era exactamente el mismo plan que usamos en el Olimpo, y todo terminó mal—. Está en el lago de mi recuerdo, donde murieron Atenea y Apolo, donde todo empezó; donde se suponía que se encontraba el Espejo de los Dioses.

—¿Y luego qué? —preguntó Logan con el ceño fruncido y brazos sobre el pecho, observándome con esa irritación controlada que sentía hacia mí— ¿Tienes algún plan, o acaso quieres llegar como la primera vez? Lo que por cierto, no te salió bien; de hecho, ocurrió lo contrario.

Tragué saliva, nerviosa, puesto que tenía razón. ¿Cómo confiarían en mí de nuevo si mi plan inicial salió terriblemente mal? Si no lo hacían no los culparía, yo tampoco me seguiría la corriente.

—Por supuesto que sí —O eso quería creer—. Rescataremos a Cody, y cuando esté a salvo sellaremos a Hades entre todos como lo teníamos planeado. No importa que el portal esté en otra parte, si combinamos nuestros poderes lo podremos sellar.

Algunos asintieron, mientras Andrew, Kirok y Logan solo me miraban sin más. El chico de ojos verdes dio unos pasos hacia mí, y su expresión analítica me dio a entender que le quería encontrar la falla a lo que acababa de decir.

—Sí eres consciente de que tu hermano quizá ya no esté con vida, ¿verdad? —dijo, y el peso de sus palabras me aplastó como un gran yunque.

—No es cierto —mascullé en tono apenas audible. La confianza y solidez de hacía unos segundos se desvanecieron al considerar el comentario de Logan.

—Es un niño, y está con la persona que te quiere ver muerta, que quiere que sufras para tomar la Luz de la Esperanza más fácil, ¿y crees que en mentira? Si él sigue vivo no creo que sea por mucho tiempo.

—Logan, eso es demasiado —El tono firme y brusco de Daymon sonó ajeno a su personalidad, y lo escuché con distorsión debido al impacto de su análisis—. No necesita oír ese tipo de comentarios.

—Solo estoy siendo realista —Logan lo miró, con crudeza en sus ojos—. Es estadísticamente improbable que el niño se encuentre bien.

La tristeza extrema, el miedo, la ira y la desesperación en mi interior se mezclaron como una mala receta. Imaginar a Cody muerto iba más allá de mi capacidad de tolerancia, iba más allá de mi comprensión y de mi fuerza.

Todo el mundo reaccionaba diferente cuando no veía salida, cuando una posible realidad era mucho más grande que la habilidad de controlar el sufrimiento. Y en ese momento, en se instante, la única reacción de mi cuerpo ante aquella atroz posibilidad, fue lanzarme contra Logan en un intento desesperado por borrar lo que acababa de decir.

Él cayó al suelo de espalda, con sorpresa en su rostro, pues mi reacción ni siquiera yo misma me la esperaba, y sobre él, con todo el deseo del mundo, me encontraba a pocos segundos de golpearle el rostro y quizá romperle la nariz… Sin embargo, los brazos de Andrew me sostuvieron por atrás, y me levantaron para impedirme mi cometido.

—¡Maldito idiota! —le grité a Logan con los ojos empañados de lágrimas, ignorando por completo al chico contra mi espalda— ¡Mi hermano no está muerto! Cody no… no está muerto —Mi voz se apagó.




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